¿Animación solo para niños? La Verdadera Cachetada de los Premios Óscar

por Gustavo Iturralde V.
En una era de gigantes mediáticos y avances tecnológicos, las producciones animadas se han disparado para impresionar a sus audiencias. Pero la Academia se niega a reconocer estos avances, dejando el futuro de la animación incierto.

En mi caso fue Doraemon y, especialmente, Bob Esponja. Personajes icónicos como esos se vuelven verdaderas obsesiones para los pequeños humanos en crecimiento. Pero esta ilusión continúa a lo largo de la vida, descubriendo maravillas animadas y artísticas de todo tipo: terror, comedia, erotismo, crítica política, entre otros géneros. 

Creamos fuertes vínculos con las producciones vistas en pantalla y en algunos casos nos inspiran a crear nuestras propias historias. Miles de animadores pasan días y noches durante años para generar un efecto en nosotros: la emoción. 

Pero en el momento más alto del entretenimiento occidental, se ha ultrajado la diversidad y profundidad de las historias que son parte de la animación.

El complejo y erróneo mensaje de que la animación es solamente un producto para niños ha sido la verdadera y más fuerte cachetada de los Óscar este 2022.

¿Por qué?

Irónicamente, los inicios de la animación contradicen la visión actual sobre este campo. Comenzó en Europa y Estados Unidos a finales del siglo 19, como un fenómeno espectacular en las ferias de ciencia. En décadas posteriores, su popularidad explotó, manteniendo una relación estrecha con la caricatura política.

Viñeta de Ronald Searle, caricaturista e ilustrador británico


Durante 73 años no se consideraron a las películas animadas merecedoras de la premiación más importante del cine.


Por otro lado, personajes como Betty Boop eran considerados “sexys” en los años 30. Otra expresión de la madurez en la animación fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Mickey Mouse y Donald fueron usados como símbolos de propaganda para las tropas, tanto por parte de EE. UU. como de Japón.

Pero entonces, ¿cuándo ocurre el cambio de canon que condena a la animación exclusivamente como parte del imaginario infantil? Una parte de esta respuesta está donde empezamos: los Óscar

Gala de los Premios Óscar, 1929

Hoy nos parece lógico que la Academy of Motion Picture Arts and Sciences reconozca a la animación dentro de sus categorías. Pero el galardón de mejor película animada fue creado recién en 2002

Si bien hubo filmes que fueron reconocidos con galardones honoríficos como: Who Framed Roger Rabbit en 1988 y el clásico Blancanieves en 1937, es completamente inaudito que durante 73 años no se hayan considerado a las películas animadas como merecedoras de la premiación más importante del cine.

Al final, la animación posee la capacidad de generar una reacción emocional y producción profesional, igual de compleja que un largometraje en Live Action.

Disney y su legado

Otra parte de la respuesta está en el complejo rol que tiene Disney como principal y crucial motor de la industria. En la época dorada de la animación, los animadores del estudio generaron varios de los procesos que industrializaron este género cinematográfico.

Por ejemplo, la cámara multiplanos que permitía generar la ilusión de perspectiva en 1937 y los 10 principios de la animación (que continúan enseñándose como base a estudiantes). 

Animadores de Disney

Además, el naciente concepto de industria cultural generaba una gran utilidad económica. Esto, por supuesto, causó una profunda transformación mediática. Si bien Walt Disney enfrentó difíciles momentos en los comienzos de su estudio, la realidad cambiaría para el estreno de Cenicienta en 1950.


Disney fue uno de los principales responsables de moldear la animación como un medio vendible exclusivamente para niños.


Ese fue el éxito que Disney necesitaba para legitimarse como una de las insignias del entretenimiento, después de una década incierta (en gran parte por la Segunda Guerra Mundial).

Sin embargo, este legado se vuelve más complejo de manejar en la década de los 70s, cuando la animación nuevamente flaqueó en la casa del ratón. Solo 20 años después, en los años 90, Disney cambiaría el destino de las películas animadas para siempre. 

El renacimiento, así es como se denomina a la fase de películas que hoy gran parte de la población conoce: La Sirenita, Aladín y, especialmente, La Bella y la Bestia. Fueron hits impresionantes que introdujeron a una nueva generación la animación como un medio fantástico a una generación nueva, con mensajes más profundos y colores.

Así pues, Disney fue uno de los principales responsables de moldear a la animación como un medio vendible exclusivamente para niños.

Una racha peligrosa

No hay lugar más claro que los Premios Óscar para palpar cuáles son los ideales a los que la industria del entretenimiento está sujeta. Al analizar los ganadores del Óscar a mejor película animada desde la creación de la categoría, 16 de los 20 ganadores son producciones de Disney y Pixar.

Walt Disney abrazando sus estatuillas de los Premios Óscar.

 

Eso quiere decir que, de los 92 largos que han sido nominados en las últimas dos décadas, se ha escogido de una manera desproporcionada los de Disney y Pixar

Todas estas películas están claramente hechas para un público infantil como principal audiencia. Al final, se dictamina directamente la opinión hegemónica de los medios occidentales, en donde la animación como disciplina es equivalente a películas infantiles.

Quizá, lo más triste es que propuestas alternativas que han tomado las riendas para desarrollar producciones que buscan otras audiencias, han sido ignoradas año tras año. Persepolis, Anomalisa, L’Illusionniste, The Breadwinner son solo algunos de los ejemplos de las últimas entregas de los Óscar, que ya se anticipaba que no ganarían. 

Muchas de esas producciones daban voz e imagen a realidades que de otra forma no tendrían oportunidad de ser mostradas en pantalla grande, como Flee o La Familia Mitchell vs. Las Máquinas, que perdieron contra Encanto este año.

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Los Ganadores son…

Entonces, esta realidad es incierta y compleja de resolver. No existe un poder de acción inmediato que permita un chasquear de dedos, a lo Thanos, que cambie años de negligencia en reconocer a la animación como una forma de arte maleable, mucho más amplio que el género infantil comercial y popular.


Lo que me preocupa, entonces, es: ¿quiénes generarán las producciones más allá de lo que el régimen mediático dictamina?


Cuando en la categoría de mejor película animada presentan tres actrices de entregas live action de Disney, la semiótica es un grito aplastante de “¡Solo valoramos a las películas animadas que juegan en nuestro interés!”.

En mi caso, tuve oportunidad de crecer y acceder a diferentes géneros de animación, con profundas críticas sociales y acercamientos a realidades diversas. Pero el premio mayor de la producción mediática internacional está dictaminando el valor de un solo tipo de animación, además de que Disney continúa creciendo y acaparando más del mercado. 

Lo que me preocupa, entonces, es, ¿quiénes generarán las producciones más allá de lo que el régimen mediático dictamina? ¿Habrá oportunidades y variedad más allá de Disney o estamos entrando en una época oscura donde la gran diversidad de vertientes del género animado desaparecerá? Solo el tiempo lo dirá.  

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