Amalgama En Esencia: un álbum que celebra el mestizaje musical

por Katicnina Tituaña
Amalgama es la tercera producción presentada por Fernando Cilio. Repleto de simbolismos y elogios a la identidad ecuatoriana, el álbum es una experiencia sonora necesaria. 
Fernando Cilio

Fernando Cilio presenta su último disco, lanzado el 29 de abril en Spotify. Foto: Pyjama Films

En un mundo que consistentemente se polariza, la música continúa siendo uno de los pocos puntos de encuentro que abrazan la contradicción y las diferencias. Fernando Cilio, músico y compositor quiteño, homenajea esa virtud musical con su más reciente álbum, Amalgama, lanzado oficialmente el pasado 29 de abril en Spotify

La palabra amalgama significa “unión o mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta” y este disco no sólo encapsula esa definición, sino que además celebra lo que Cilio llama “un mestizaje o fanesca” musical

Grabado en vivo en el Centro de Arte Contemporáneo, este proyecto es un sueño hecho realidad para el músico, pero sobre todo, es una conquista y un aprendizaje, porque no fue para nada fácil gestarlo en tiempos de pandemia. Aunque las facilidades tecnológicas hubiesen permitido grabar el álbum a la distancia, “yo quería la interacción humana”, cuenta, y el producto final da cuenta de que valió la pena.   

Fernando Cilio ha logrado un trabajo honesto en el que se mezclan los sonidos. Foto: Pyjama Films

La sesión fusiona música ecuatoriana tradicional (albazos, sanjuanitos y bombas) con géneros contemporáneos como el jazz y el rock, pero la fusión como tal no es una propuesta nueva. La frescura del proyecto, en realidad, se encuentra en la intencionalidad del compositor de liberarse de los purismos y la perfección. Amalgama no pretende rellenar la etiqueta de lo auténtico, en cambio, es un trabajo honesto, resultado de muchas influencias con que Fernando ha experimentado en su trayecto.

Esa intencionalidad está reflejada en detalles como la selección de los músicos con bagajes musicales muy diversos que dieron fuerza y color a la propuesta de Cilio. También se evidencia en el juego entre el control de lo ensayado y la libertad de la improvisación que dio cabida incluso a los errores. “Nuestra música no es perfecta y eso me gusta”, señala.  

Temas como “Oso de anteojos”, “Soliluna” y “Ayahuasca” revelan el bagaje musical de Cilio, autóctono, pero en constante evolución. Bagaje que además está aderezado de simbolismos, una pasión que el músico disfruta y que utiliza como herramienta para dibujar mundos visuales en cada canción. 

Fernando Cilio

A pesar de que a veces parezcan estar disociados entre sí, los sonidos de Amalgama se complementan. Foto: Pyjama Films

Así, “Oso de anteojos”, una mezcla entre albazo y rock, imagina las pisadas del majestuoso animal mientras camina por los páramos andinos. “Soliluna”, un sanjuanito fusionado con el jazz, establece una conversación entre la guitarra (el sol) y el saxo (la luna). 

Por otro lado, temas como “Resistencia” nacen de retratos crudos de la realidad como los que dejaron las protestas de Octubre de 2019. “En el coro de ese tema se puede escuchar un contrapunto musical (…) que a veces suena disonante”, explica, y añade que es precisamente una representación de un país donde abundan las cosas buenas, pero que nunca puede estar completamente tranquilo por que “el sistema o la gente de arriba nos jode”. 

Fernando Cilio

Puedes ver las sesiones en Youtube. Foto: Pyjama Films

La mejor forma de apreciar Amalgama es entendiendo que, aunque a veces los ritmos que emergen de la creatividad de Cilio parecen conflictuar entre sí, al final siempre van a terminar construyendo un lenguaje de concordia. 

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“Algún rato me cuestioné: ¿quién soy yo artísticamente y cómo puedo aportar?”, confiesa. Luego de experimentar seriamente con diversos géneros y compartir escenario con diferentes artistas dio con una respuesta: “soy una mezcla…somos una mezcla”. Y cada elemento del álbum es una representación sincera de un músico que ha reflexionado sobre su identidad. 

En el futuro Fernando ambiciona con crear visuales para sus canciones y seguir componiendo música tan ecuatoriana como global. 

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Fue un concierto que tomó alrededor de 12 horas de grabación y está dividido en tres sesiones que se pueden encontrar en YouTube. Se hizo realidad gracias al esfuerzo y la colaboración entre artistas que “se dieron una mano”.  

Fue financiado por el Ministerio de Cultura, el Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación y el Centro de Arte Contemporáneo. Además recibió el apoyo de la Red Ecuatoriana de Museos.

 

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