La aclamada obra de teatro ‘Petróleo’ del grupo Piel de Lava se estrenó en 2018 y cinco años después sus funciones regresaron al escenario. El Teatro Metropolitan en Buenos Aires, Argentina, fue el hogar de esta producción.
Cuatro hombres trabajan en un pozo de petróleo en medio de la Patagonia, Argentina. Uno de ellos es la nueva adición al grupo y es quien pondrá en quiebre su dinámica dentro del tráiler donde descansan después de trabajar. De eso se trata Petróleo, la obra teatral escrita y dirigida por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes.
Durante 90 minutos, el Palla, el Formo, el Carli y el Monto, los personajes de la obra, invitan al espectador a observar la masculinidad desde el humor y la vulnerabilidad.
Lo primero que llama la atención de la obra es la interpretación de personajes masculinos de la mano de mujeres, quienes lo hacen magistralmente. Gran parte del trabajo para transformarse en hombres lo hacen desde el cuerpo. Esto no es casualidad y Petróleo le deja un claro mensaje a su audiencia: el género se construye.
La corporalidad masculina en la que se sumergen las actrices es exagerada y cómica. Definitivamente hay un performance del “ser hombre” durante gran parte de la obra. Las piernas están abiertas, los hombros se posicionan anchos, la ropa es grande y holgada, se camina con pasos fuertes, todos los movimientos son falocéntricos. De la misma forma en la que se construye con un cuerpo exagerado a los cuatro personajes, también se los deconstruye. La ropa cambia, el caminar también. El falo deja de ser el centro.
A pesar del performance corporal tan exorbitante, Petróleo no cae en una burla del hombre que construye en el escenario. Al contrario, a través del humor constante, Piel de Lava consigue mostrar de a poco los miedos, los afectos y los problemas de los cuatro personajes.
Sí, definitivamente el cuerpo nos da las pistas más grandes para entender en qué momentos la audiencia ve a estos hombres con la masculinidad en su clímax y en qué momentos esta masculinidad empieza a debilitarse. Sin embargo, no se puede dejar de lado los diálogos de esta historia, que no son solo cómicos. También son profundos y son una ventana hacia todo el proceso por el cual ellos pasan para relacionarse con su masculinidad de una forma más vulnerable, sincera y libre.
La llegada del Palla al pozo petrolero y el conflicto que envuelve a la historia dan paso a que la masculinidad dura y fría del resto de personajes se rompa poco a poco. El Carli, quien es el más “macho” y el más líder, choca constantemente con el Palla, quien llega a ser el antagonista de la masculinidad como la conocían antes. Desde el inicio, él actúa fuera de los moldes masculinos que los otros personajes cumplen a cabalidad y lo hace con una seguridad absoluta.
El Formo, el Carli y el Monto reaccionan con rechazo, están acostumbrados a “ser hombres” de una forma distinta. Pero, para el Palla su forma de actuar es tan normal, que continúa haciéndolo. De esta forma, permite que sus tres compañeros empiecen a romper ese duro cascarón de la masculinidad en el que estaban encerrados.
El Formo es el primero en quebrantar sus estándares de masculinidad. El Carli, quien es al que más trabajo le cuesta, lo juzga inmediatamente. Ahí, el Formo, indignado, se pregunta ¿quién decide cuánto si y cuánto no? De esta forma, Petróleo consigue mostrar el proceso de los personajes de forma realista. Hay incomodidad y miedo al actuar fuera de las múltiples reglas inquebrantables que tenían impuestas.
La obra no intenta presentar a cuatro hombres que rompen con una masculinidad llena de restricciones en cuestión de minutos, sino que se vuelve un proceso que le permite al espectador sentir empatía por esos hombres que finalmente entienden que sí pueden dejar el performance masculino a un lado. El Palla, el Carli, el Formo y el Monto le muestran a su audiencia que las personas son más que ser hombres o ser mujeres. Son vulnerables, sienten, quieren, tienen problemas, tienen miedos.
Piel de Lava pone en escena una historia en la que, a través del humor, se les permite a los personajes salir poco a poco de los cánones en los que se encontraban encerrados. Por medio de la interacción cotidiana, con sus conversaciones y sus acciones, Petróleo demuestra que debajo de la superficie, debajo de todas las reglas sobre cómo se debe “ser hombre”, en lo hondo, como en un pozo petrolero, hay seres humanos.