Una conversa breve con Sofía Rei sobre su nuevo álbum y sus colores, sobre lo lindo de tener un productor que sepa guiar tu música y el no-miedo a explorar eternamente los sonidos.
Era el medio día en la plaza Bocage de Setúbal, último día del EXIB Música y desde el escenario, entre risas con la banda, en un de aquí para allá y en el intentemos con esto, probaba sonido Sofía Rei. En ese preciso momento de la prueba importaba una cosa por sobre todas: su voz. Sofía en el centro, Sofía frente al micrófono y acompañada de un efecto de su pedal, disparaba un precoro y lo repetía
Algo rondaba su corazón
algo decía que iba a explotar por dentro
En junio de 2021, la cantante argentina sacó un nuevo álbum, Umbral, en el que salta, juega y explora. Son siete canciones y detrás de ellas, un viento de años de trabajo, muchos viajes y la mirada aguda. Con la emergencia, el tránsito disminuyó, las giras quedaron en pausa, pero la quietud del encierro le duró poco: al borde de la reapertura de fronteras, lanzó el disco.
Este riesgo no viene solo. Su voz ha sido reconocida, tanto como su trabajo de compositora y productora. De hecho, ha ganado dos Independent Music Award y ha sido nominada a los Grammy. Desde hace 20 años que Sofía cambió el Buenos Aires de origen por Nueva York para la vida, y prefirió el movimiento a la inercia.
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Nacida en una familia con orígenes de distintos lugares del mundo, bebió de esa pócima que inquieta a la mente y al corazón para buscar identidad en lo diverso. Entonces, cuando empezó su trayecto por la música, la entendió en plural desde la partida.
En sus composiciones hay jazz, música clásica, neosoul, funk, reggae. En la mezcla, todos esos géneros se infiltran en la espuma de la música tradicional sudamericana, la que se convierte en el centro de su obra, la que la mueve y la imana siempre a este lado del continente. Mostrar su propia pócima con ese ingrediente del sur latino es precisamente parte de sus más fuertes estímulos al viajar y cantar.
“Una va absorbiendo y si es auténtico —lo que una hace y lo que es—, refleja todas esas influencias y esos aprendizajes”, dice, poniendo acento en el ser auténtico, como un mantra que compartirá en varios momentos de nuestra conversa. Empezamos así una entrevista donde pudimos encontrarnos con su música en el umbral del encierro.
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Ga Robles: Partiendo de saber que hoy no eres la misma, y que se siente ese aire fresco en Umbral, ¿por dónde buscaste para componerlo?
Sofía Rei: Mis últimas exploraciones tuvieron que ver más que nada con el tema del sonido. En ese sentido, mucho de esa búsqueda va por el lado de la música electrónica, que es lo que me permitió encontrar sónicamente otro tipo de texturas, sonoridades vocales, interpretaciones.
Por suerte, son diferentes expresiones de mí, pero es importante mostrar la autenticidad en lo que una presenta. Sentir que el trabajo que presentas en un momento particular y creo que Umbral logró eso. Me costó bastante. Me costó tiempo encontrar lo que me representaba en este tiempo.
G: Hay alrededor una idea de lo que hace una cantautora. Por ahí no son tantas quienes se sienten cómodas con la tecnología y las maquinitas.
S: Hace ya tiempo tuve mi primer pedal luego de ver que otros músicos con los que trabajaba que utilizaban efectos —ninguno de ellos cantantes—. Para mí fue pensar: ok, cómo serían estos efectos en la voz, en particular máquinas diferentes, de loops por ejemplo, para grabar mi voz. Como compositora también partí de la voz y se fue expandiendo hacia cosas más sofisticadas.
Es interesante lo que decís sobre la idea de lo que una puede o no puede hacer dentro de un género, un estilo musical y creo que en mi caso, hace muchos años veo a la música más como algo poroso y flexible. Hay ciertos determinantes sobre cómo se hacen las cosas, sí. Pero creo que lo más genuino que una puede hacer es acomodarlo de la forma en que resuena con una.
G: Vemos ahora en Umbral que algunas canciones son más tropicales, más del norte de Sudamérica, ¿no? Me hace pensar en una Sofía más curiosa que expande el mapa que habíamos escuchado antes en tu música.
S: Exactamente. Lo que escuchás es lo que es. Junto a mi colaborador JC Maillard, quien produce este disco, compartimos este gusto por unas barreras porosas a nivel geográfico y de estilos musicales.
Ahora, sobre todo, donde tenemos acceso a música de todas partes, lo que queremos reforzar es mostrar esta diversidad de la música de Latinoamérica, que va mucho más allá del reguetón y el Billboard top 10. Sobre todo, en Estados Unidos, dices Latin y son 10 reguetones, cuando hay más. Más riqueza musical para escuchar y combinar. Para mí es infinito y se vuelve la misión de mi vida, porque me parece lindo poder mostrar eso con un sonido contemporáneo.
G: Hay canciones en Umbral que nos hacen pensar en regiones concretas. ¿Cuáles son las historias del origen y de ese viaje musical del que hablas?
S: Pude viajar mucho a Colombia, a Ecuador, a Brasil, por giras o por interés propio. Viajas y vas recogiendo esas influencias casi sin querer. También cuando haces colaboraciones con distintos grupos de esos países. En este disco, algunas cosas que aparecen es un seresese colombiano, también algunos ritmos del Pacífico de Colombia, una saya afroboliviana, un huayno que es más universal en Sudamérica. Y hay muchas cosas que no se podrían nombrar porque son algunos ritmos que no tienen categoría definida.
G: ¿Qué tan importante es el rol de productor que hace JC Maillard en este nuevo trabajo?
S: Hace 10 años que trabajamos juntos. Él fue el guitarrista eléctrico de un sexteto que yo tenía en Nueva York con el que viajamos muchísimo por el mundo. Luego, tuvimos un trío donde él tocaba saz con el que también giramos mucho. Hicimos un disco a dúo previo a este disco que fue comisionado por John Zorn, del libro III de su proyecto Masada (2019).
Creo que él encontró la forma de resolver cosas que a mí me costaban desde la parte estética y técnica también de un proyecto ambicioso. Tenía que reflejar mi estética y mi visión y sin él no lograba hacerlo por mi cuenta. JC entendió desde el inicio y trabajamos muy bien juntos e incluso compusimos la música de una de las canciones juntos: “Escarabajo digital”.
G: ¿Cómo conectas con un productor, desde tu visión de mujer cantora? ¿Logra transmitir la feminidad que tienen tus canciones?
S: Desde hace muchos años que me rodeo de hombres o mujeres que se ubican lejos de ser machistas. ¡JC tiene un costado femenino maravilloso! Y yo tengo un costado masculino también maravilloso (risas) y respeta mucho mi visión. Aquí digo, es cierto, faltan más productoras mujeres.
La producción ha sido un área de la música que estuvo muy cerrada para las mujeres durante mucho tiempo. Ahora trabajo en el Instituto Clive Davis, de la Universidad de Nueva York donde doy clases y es lindo ver cómo está lleno de mujeres cantautoras, productoras que se están abriendo camino y manejan perfectamente herramientas, no sólo hablando de tecnologías, también de crear y dirigir proyectos de otra gente. Lo que siempre empodera es ver ejemplos de aquello que no veíamos antes.
G: Para terminar y por legítima curiosidad ¿músicas que han estado resonando en tus meses de encierro?
S: Hay una cantidad de cosas lindas que encontré durante la pandemia. A Tune-Yards, A Xenia Rubinos. ¡Wow, tengo unas playlists…(risas) muy largas!
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Ahora sí, dense el gusto de escuchar el disco completo.