El nuevo álbum de La Rola es un repertorio de rock puro. Luego de pasear por ritmos tropicales, retornan a sus orígenes con una obra que ve la luz luego de casi seis años, y que tuvo que sobrevivir a un terremoto y a una cuarentena pandémica.
La Rola es una banda con un largo trayecto. Desde el 2003 se juntan a tocar, cuando eran sólo un grupo de amigos. En 2009 lanzan su álbum debut, La verdad del plato…. En 2013 sale Entre luciérnagas y el mar, un álbum donde se lanzaron a probar con ritmos tropicales y la guitarra acústica, resonando con Crucita, la playa dónde lo grabaron. Desde entonces, ya estaban trabajando en este, su tercer álbum.
La composición de La Rola —sí, este álbum comparte el nombre con la banda— es “vieja”. Para 2016, cuando el terremoto arrasó con Manabí y Esmeraldas, la banda ya tenía grabada la mayor parte del álbum. Entre los daños materiales que dejó el fenómeno natural se encontraba un disco duro, donde estaban las grabaciones del álbum que ya había hecho la banda. Nada más faltaban “las últimas líneas del bajo”. Fue así como el daño material se transformó en un daño intangible: meses de trabajo reducidos a nada.
El lanzamiento se hizo el pasado 2 de octubre. Y aunque muchas bandas han aprovechando la cuarentena para producir y sacar contenido, no deja de ser curioso por qué la banda decidió lanzar el álbum en el contexto actual y con la incertidumbre de no saber cuándo van a poder tocar el material en vivo.
Y es que simplemente “ya no podía esperar más”, cuenta la voz de la banda, Julián Vera. Luego del terremoto, problemas personales y conflictos a la interna del grupo —que no pueden faltar en una banda de rock con la trayectoria de La Rola—, el álbum fue publicado como resultado de quien no puede esperar más para mostrar al mundo su creación.
El álbum
La Rola (el disco) está cargado de blues y grunge. Por un lado, la guitarra de Nicolays Mendoza fácilmente se podría confundir por la de alguna banda de Seattle de los 90’s. Y por otro, la estructura del blues es un componente recurrente a lo largo del álbum.
El tema central de este es un recorderis de las influencias principales de la banda, aquellas que escuchaban en los 90’s durante su adolescencia o en los 80’s, en su infancia y adolescencia.
Pero volvamos al grunge. El estilo de bandas como Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden, no está presente sólo en la sonoridad del álbum. La melancolía y el pesimismo también están, de alguna manera. Eso sí, acoplado a la realidad latino-ecuato-manaba de La Rola.
Esta sazón criolla se puede ver en temas como “Eterna Luna (El Queso)”, donde se hace referencia al término “estar queso”, o la “falta de acción sexual”, como explica Julián Vera, voz principal y guitarra acústica de la banda.
También hay un gran nivel de letras reflexivas y retrospectivas —a cargo de Nicolays, en su mayoría— sobre el largo trayecto de la banda. Por ejemplo, “El cantar me hace feliz”, muestra el lado agradable y placentero de la creación musical.
“El Hueco”, en cambio, contrasta con ese lado y reflexiona sobre un vacío donde “se enclaustra la música de uno”. Pero esa reflexión también va dedicada a la vida en Portoviejo. El tema es el resultado de un momento en el que la ciudad “estaba en la mierda y no avanzaba como sociedad ni como ciudad”, explica Julián.
En síntesis, el álbum muestra un sonido maduro y compacto. El retorno a los orígenes de uno parece ser inevitable, tanto a nivel personal como a nivel artístico, y La Rola lo muestra con esta vuelta a sus mayores influencias musicales.
Lo que se viene
Y si pensabas que este retorno a las raíces musicales de la banda, era el cierre del trayecto de la banda, déjame decirte que no… “Estamos en el momento musical más compacto. Sabemos qué es lo que queremos como banda”, explica Julián.
Además, próximamente prometen lanzar dos videos que ya han sido grabados de la mano de Iván Bravo, de la banda de ska portovejense XKAPIROS, y Juan Carlos Donoso, cineasta conocido por su largometraje Saudade y otros videoclips como Caos de Can Can o Guayaquil City de Rocola Bacalao.
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Por el momento, la banda tiene planeado regrabar su primer álbum, para finalmente compartirlo en plataformas digitales. “Además, tenemos un montón de nuevas canciones por grabar”, cuenta Julián, de cara a lo que sería un nuevo álbum o E.P. Y no descarta una sesión con Radio COCOA, que está en la mira —así que atentis, gente—.
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El rock no ha muerto y bandas como La Rola nos hacen acuerdo que no solo está vivito y coleando, sino que en Ecuador existe una gran cantidad de músicos y compositores que lo llevan en sus venas. Es un recordatorio de que la música de calidad, trabajada y sudada, se extiende a lo largo y ancho del territorio y no solo está latente en las grandes ciudades.