MúsicaOcupa 2020: cuando el concierto viene hacia ti

por Jorge Bayas Lituma
El Festival MúsicaOcupa 2020 propone una mirada distinta respecto a la música clásica. ¿Cuál es? Aquí te lo contamos.
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Diseño: Manu Guayasamín

En un ensayo sobre el escritor cubano José Lezama Lima, Julio Cortázar recordaba haber conocido a “un señor que jamás escuchaba discos de música clásica porque, según él, el chirrido de la púa le impedía gozar de la obra en su total perfección”.

¿Por qué esta anécdota viene al caso? Porque nos muestra, con ironía, lo que mucha gente suele entender por música clásica. La ven como una música extremadamente refinada, sutil, compleja que debe apreciarse cumpliendo un ritual elegante. Como una suerte de experiencia para iniciados en la que hay que prestar atención al más mínimo detalle si uno no quiere cometer un error imperdonable que arruine el momento.

Algunos van incluso más allá y la usan como un rasgo de distinción. No es raro, por ello, que la música clásica haya quedado impregnada con un olor rancio a elitismo.

No obstante, no tiene por qué ser así. ¿Qué tal si, bajo la superficie de afectación y almidonamiento, está oculto el placer? Mostrar eso es lo que se ha propuesto la Fundación InConcerto con el Festival MúsicaOcupa.

Desde hace tres años —la edición actual es la cuarta—, este festival ha sido una vuelta de tuerca en lo que respecta a la experiencia de escuchar música clásica. En lugar de tocarse en elegantes teatros, donde la acústica es impecable, los sonidos inundan las plazas, los parques. Los lugares públicos. Aquellos espacios donde la gente se mueve dentro de lo que llamamos vida diaria.

¿Cuál es el objetivo de ello? “Sacarla (a la música) de sus espacios y protocolos cotidianos”, dice Juan Bustamante, coordinador de comunicación de InConcerto.

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MúsicaOcupa intenta democratizar la música clásica. Foto: Justina Šikšnelytė

En otras palabras, “democratizar el acceso a la música clásica”. Así lo señala Simón Gangotena, director del festival y miembro también de InConcerto.

Una relación mucho más horizontal

Uno de los momentos que Simón recuerda —y que puede ayudar a entender más a fondo lo que MúsicaOcupa propone— es el siguiente.

En 2013, cuatro años antes de que el festival se creara, el músico y gestor fue con su equipo a Rancho Alto, un sitio plagado de violencia y problemas económicos. Estaban invitados a las festividades del lugar para hacer un evento musical.

Ya sólo faltaba decidir qué música llevar. La pregunta no fue sencilla e implicó, además de reflexión, ir en contra de ciertos lugares comunes.

“Nos preguntábamos qué tipo de música llevar. Si llevábamos música con la que la gente pueda conectarse más fácilmente, que reconozcan más fácilmente, como pasillos. Pero, luego de algunas discusiones en el colectivo, dijimos que íbamos a llevar música clásica, música de Bach, de Villa-Lobos, de Bartok”, indica Simón.

A diferencia de lo que Simón y su equipo pensaron inicialmente, la idea fue un éxito. Se sintieron cómodos. En lugar de preparar minuciosamente detalles como la vestimenta formal, o de realizar las modificaciones necesarias para ajustar el escenario al ideal de los teatros, incluyendo minucias como la implementación de camerinos, todo fue más espontáneo.

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Si no vas a la música, la música viene hacia ti. Foto: Justina Šikšnelytė

En ese mismo instante sacaron los instrumentos y tocaron. Y, al terminar, hicieron un conversatorio en el que aceptaron todo tipo de preguntas. La maravilla entre los asistentes no fue poca. Muchos jamás habían visto un fagot o un oboe. Estaba claro que se abría ante ellos una nueva puerta.

Nos dimos cuenta de que, una vez que uno entabla una relación mucho más horizontal que aquella con la que un músico suele presentarse en un escenario, se crean unos vínculos más fuertes. Porque le haces mucho más humana a la música”, recuerda Gangotena.

De esa ocasión conserva un recuerdo especialmente significativo que ilustra el contacto humano con la música.

“Hubo un relato que nos marcó, que fue el relato de una señora de unos 60 años, más o menos, que, muy conmovida, con lágrimas en los ojos, nos agradeció por haber compartido esa música. (…) Nos contó que tuvo un recorrido por un montón de sensaciones y que se conectó con emociones personales de su vida. Se trasladó al pasado, pudo revivir momentos con su madre, sabores de la infancia, pudo ver colores, tener sonidos que le recordaban eso”, recuerda.

Y si bien un proyecto no se hace de la noche a la mañana, y no parte solamente de una vivencia, ese evento pudo haber sido un gran disparador. Es lo que cree el propio músico y gestor:

Fue una experiencia formadora y catalizadora de la filosofía que tomamos con MúsicaOcupa”.

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MúsicaOcupa apuesta a una experiencia más humana. Foto: Justina Šikšnelytė

La ciudad y la música

Si la historia que cuenta Simón prueba algo, es que, fuera de los límites pequeñoburgueses de nuestra sociedad, el contacto con la música clásica no siempre está mediado por ideas preconcebidas. No todo el mundo asocia la música clásica con el elitismo. Y no todo el mundo la contrapone a la que llamamos comúnmente música popular.

Es lo que nos explica Isadora Ponce, la encargada de la conceptualización del Festival MúsicaOcupa:

“Cambiar el imaginario es complejo porque hay muchas aristas. La primera es el sonido per se de la música. Esta idea de la música popular versus la música clásica, de la música clásica como fuente del conocimiento versus lo popular, cuya fuente es la oralidad, es una división de un oído colonial, que es un oído que tenemos todos”.

Lo pudo comprobar el año anterior, en un proceso de mediación artística en La Magdalena. Ahí trabajó con los hijos e hijas de las vendedoras del mercado.

“Lo primero que hice para hablarles de la música de Europa fue llevar un mapa. Entonces, estos chicos me decían que qué era Europa. No sabían qué era Europa, no sabían qué era un teatro. Todo mi discurso se desmontó. Para esos niños no había que decir ese discurso. No conocían la música y ese sonido les daba lo mismo que el sonido de la flauta que hacíamos con la zanahoria”, afirma.

MúsicaOcupa

Una de las cosas que ha hecho el proyecto es desmontar imaginarios. Foto: Justina Šikšnelytė

Libre de barreras imaginarias como esta, MúsicaOcupa, haciendo honor a su nombre, ha ocupado la ciudad en estos tres años, cambiando el sentido que algunos de sus espacios tenían hasta ese entonces.

“Al habitar espacios para los que no tenías acceso o que tenían un determinado uso, lo que estás haciendo es rehabitar la ciudad de otra manera”, señala Ponce.

MúsicaOcupa 2020

Como pueden imaginar, esta edición de MúsicaOcupa se presenta radicalmente distinta de las anteriores. En vez de las tocadas en lugares públicos, con la participación de todo aquel que esté interesado, ahora son los escenarios virtuales los que acogerán a los músicos y expositores.

Y si bien la pérdida del contacto humano más directo ha sido una resta importante al concepto del festival, otras oportunidades importantes han surgido.

Una de ellas es una colaboración con la Sociedad Boliviana de Música de Cámara. El nombre de este apartado es Música para respirar 24/7, y está dirigido a personas afectadas directa o indirectamente por el COVIC-19. Médicos, familiares y, sobre todo, pacientes.

La idea es sencilla pero significativa y poderosa: Si quieres que alguien reciba un concierto virtual personalizado de música clásica deberás mandar un mensaje con el número de esa persona. En media hora, un músico se comunicará con ella y tocará un repertorio, y, además de esto, mantendrá con la persona en cuestión una breve conversación.

En esta edición, el proyecto servirá, a su manera, como una terapia. Foto: Oscar Velasco

“Algo que nos encanta es la parte de cómo el músico funciona en este proyecto. Funciona como médico. Es una analogía. El objetivo es que una red de 26 músicos que tenemos esté disponible para cada persona, que estén en turno”, opina Simón.

Otro punto importante son los In Situs, breves recitales que, según señala Juan, ocurrían en sitios públicos. Hoy, ante la imposibilidad de realizarlos de forma física, se han trasladado al entorno virtual.

Entre los eventos meramente musicales merecen destacarse el concierto de cierre, que se llevará a cabo el próximo jueves 29, y los recorridos por los barrios de Quito.

Seguramente te estás preguntando en qué consiste lo último. Es probable que ya lo hayas imaginado. El domingo 18 de este mes, un móvil estará desplazándose, de sur a norte, por los barrios de Quito. Llevará a todos esos sitios la música, que tocará a la distancia a todo aquel que quiera escucharla.

Y si te preocupa que las notas no lleguen a tus oídos, no te preocupes. A fin de cuentas, podrás escuchar el repertorio por la radio.

¿Te suena familiar? Pues lo es. Para esta actividad, InConcerto se alió con Soul Autocine, una iniciativa famosa por brindar experiencias cercanas, en lo posible, a aquellas que disfrutábamos antes de la pandemia.

Así mismo, tenemos las charlas, conversatorios y clases de rigor. Todas ellas serán llevadas a cabo a través de la plataforma Zoom.

Lee también en Radio COCOA: Fui a un autoconcierto y lo único que quiero es volver a otro

Por cierto, vale distinguir entre las clases que engloban aspectos más técnicos y musicales y las charlas de reflexión. Estas últimas tocan algunos aspectos importantes de la música y su relación con la sociedad, y son:

Sonido y conocimiento. Muestra cómo el sonido puede construir marcos de conocimiento, que son parte de cómo entendemos el entorno o a nosotros mismos.

Arte y acción. Muestra cómo la música pueden ser una herramienta para reflexionar y cuestionar nuestro entorno.

Espacio y memoria. Es una de las más conectadas con la labor que despliega InConcerto en MúsicaOcupa. Indica cómo, a partir del arte, se puede repensar la ciudad e incluso planificarla.

Cultura y sostenibilidad.Trata sobre la gestión. Todo lo que implica gestionar recursos, realizar curadurías y forjar alianzas. En suma, escuchar experiencias ajenas e intercambiarlas.

Música y surrealismo: Dictada por Felipe Cisternas. Se basa en el pensamiento filosófico del surrealismo, movimiento que, según los organizadores del festival, busca lo que MúsicaOcupa: superponer varias realidades y hacer que convivan en armonía.

Calendario de MúsicaOcupa edición 2020. Foto: cortesía de InConcerto

Lo humano, ante todo

Hay un aspecto de MúsicaOcupa que va más allá de los conciertos y las charlas: una cierta unidad temática que mantiene unidas todas las partes del evento. Este año el festival se articula bajo tres ejes principales que, de algún modo, fueron decisivos a la hora de escoger el repertorio.

En primer lugar, está la música femenina. Anteriormente invisibilizadas, ocultas tras la fama de sus célebres parientes, figuras como las de Alma Mahler, María Mozart y Fanny Mendelssohn son rescatadas para la posteridad.

¿Y qué decir de los ancianos, quienes acumulan una parte importante de la memoria social?

“Vamos a hablar de ellos, de cómo la memoria es importantísima. Hemos hecho un repertorio que junte la memoria escrita con la oral, que muestre la importancia de traspasar este conocimiento”, indica Simón.

El último eje es el de los trabajadores y la precariedad en la que se desenvuelven. No importa si se trata de un artista o de un oficinista.

“Vivimos en una precarización que queremos visibilizar. Queremos mostrar lo que hay detrás para que un festival funcione”, añade Gangotena, no sin destacar el valor de la música para tratar esta compleja realidad:

No sólo es tocar a Bach, sino cómo Bach puede relacionarse con nuestros días. Cómo Bach puede llevarnos a estados mentales, emocionales que nos hagan reflexionar”.

No podría ser de otra forma. No todo es virtuosismo o deleite. Después de todo, MúsicaOcupa saca a la música clásica de la sala de conciertos, la limpia de los rituales de solemnidad y pone en el centro lo más importante en ella: el encuentro humano.

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Pueden saber más sobre el festival ingresando a su página de Facebook.

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