Andinista: contemplar la naturaleza a través de tus audífonos

por Radio COCOA
Edgar Castellanos Molina, de Mamá Vudú, está de vuelta, con dos discos perfectos para la contemplación y la relajación.
Por: Jorge Andrés Bayas y Juan Sebastián Jaramillo

El 22 de junio de 1802, Alexander von Humboldt, joven naturalista prusiano, curioso y erudito, llegó al pie del Chimborazo para ascender por la montaña, en compañía de sus amigos y cómplices de expedición. Humboldt venía de una experiencia de tres años viajando por Sudamérica. En sus desplazamientos por nuestro continente había visitado los lagos y los valles venezolanos, y se había aventurado por los sinuosos Andes ecuatorianos. Ahora le tocaba una aventura mucho más exigente de lo que había pensado. Una que, a pesar del gran desgaste físico, valdría la pena.

Porque esa experiencia le habría de dar las herramientas necesarias para elaborar su famoso Naturgemälde, un dibujo poético y preciso en el que quedaron registrados los tipos de plantas que crecían a distintas alturas. Otro nombre para este dibujo y sus variantes —que actualmente se usan para estudiar los efectos del calentamiento global en los distintos tipos de vegetación— es “Tableau Physique”. El mismo nombre de una las piezas del nuevo álbum de Niebla FM, el proyecto de electrónica vanguardista de Edgar Castellanos Molina, de Mamá Vudú.

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En un bellísimo perfil de Edgar, escrito por Marcos Echeverría, hace tres años, pudimos darnos cuenta de que la electrónica siempre fue importante para el músico. Desde que su padre le regalara, en los años de adolescencia, un Four Track de cassette, el gusto por la experimentación electrónica no lo abandonó del todo, aun cuando pasó su juventud inmerso en el rock alternativo que hacía con Mamá Vudú.

El 2004 fue el año en el que Edgar pudo retomar la electrónica y dar inicio a su proyecto solista: Niebla FM. Ahí sumó beats potentes y elementos de la música tradicional ecuatoriana para crear un sonido en el que las herramientas musicales importadas trabajaban para realzar la música tradicional nacional, y no al contrario. Y es que los sonidos electrónicos y los beats del hip-hop eran, para Edgar, una oportunidad para explorar profundamente las raíces ecuatorianas mediante un puente, el de la cultura global, y no, simplemente, una influencia agresiva y omnipresente.

Este no es, sin embargo, el caso del nuevo par de discos de Niebla FM. No porque las raíces ecuatorianas no estén presentes, sino porque el acercamiento es otro. Y a continuación sabrás por qué.

Edgar Castellanos Molina. Foto: Facebook de Niebla FM

Andinista 1: un viaje exterior e interior

A fines de marzo se anunció el lanzamiento de Andinista, primer volumen del nuevo trabajo de Niebla FM. Y, cuando lo escuchamos, nos percatamos de inmediato por qué este es un trabajo distinto de lo que Edgar venía ensayando con anterioridad.

Lo primero que destaca en Andinista son sus texturas suaves, lentas, con distintas líneas musicales repetidas una y otra vez. Texturas que relajan y, también, empiezan a dibujar paisajes interiores en la mente. Para mostrarlo, tenemos varios botones. La pista que abre, “Solar Azimuth” —cuyo nombre viene de la posición horizontal del sol en el firmamento—, remite a la luz solar brillando en la mañana o la tarde, inundando el día, bañándolo con sus rayos que revelan sutilmente los colores de la resistente vegetación de la montaña.

Le sigue “Expedición de la Cruz”, un tema con sonidos algo más notorios que casi parecen establecer un ritmo. Y, a renglón seguido, viene “Glacier Limit”, que tiene una línea musical que casi parece imitar el sonido del hielo cuando cruje. Un track perfecto para imaginar que nos encontramos en compañía de Humboldt, o de cualquier andinista arriesgado. Entrando a ese punto en el que la tierra de la montaña empieza a cubrirse de hielo. Lo que indica que la aventura se está tornando seria y que en ella empiezan a aparecer grandes dificultades. Pero, así mismo, grandes recompensas.

El resto de las canciones son joyas ambientales que nos arrancan de la comodidad de nuestro estudio o nuestra casa, nos arrojan de lleno a los paisajes del Chimborazo y nos hacen llegar el rumor de una naturaleza tan vieja como maravillosa. En ese sentido, no son gratuitos algunos nombres de las pistas. Por un lado están “El Gran Penco” o “Hielo Negro”, que conectan nuestra imaginación visual con la música que oímos. Y, por otro, nombres como “Mesozoica”, “Rombus” y “Tableau Physique”, que, pese a lo técnicos y difíciles que suenan, nos recuerdan que, como pensaba Humboldt, la contemplación de la naturaleza puede estar llena de rigor. E, igualmente, de poesía.

Y la cosa, por si no te parecía suficiente, no acaba ahí.

Andinista 2: el zen de la electrónica

Poco tiempo después del lanzamiento de Andinista —trece días, para ser exactos—, Édgar dio a  conocer a través de las redes sociales de Niebla FM el lanzamiento de Andinista 2. Se entiende por qué la decisión de un disco doble. Andinista 2 mantiene el mismo concepto sonoro del primer disco.

Quizás era demasiado agrupar 20 canciones ambientales en una sola entrega. Pero, en definitiva, el objetivo se cumplió: “Para mi es una forma de conocerme mediante la contemplación de mi entorno, desmontar las identidades para proponer una nueva verdad”, mencionaba Édgar en sus redes sociales.

La contemplación es el hilo conductor de ambos discos. Si tomamos como ejemplo a “Pajonal” o “Zebra Deficit”, podemos notar que cada track parte de un sonido etéreo que se mantiene constante, y al que, eventualmente, se suman ciertas desviaciones.

La parte constante de cada track hace pensar en el efecto que tiene la repetición de versos en la poesía. El efecto es el mismo: a través de lo constante o lo repetitivo se llega a la inmersión, la contemplación —como lo llamaría Édgar—, o la profundización de un tema o sonido. Este efecto es el mismo que produce la música zen, por ejemplo. De cierta manera, la ausencia de beats y de texturas en abundancia produce calma y resonancia con la mente.

Algo muy distinto de los anteriores trabajos de Niebla FM. En Niebla Complot, por ejemplo, la premisa era otra. En ese EP de 2015, el concepto sonoro giraba en torno a la música tradicional y ancestral ecuatoriana, fusionada con elementos de música electrónica. Un punto, en ese entonces, donde convergieron varios proyectos locales y de Latinoamérica.

Resulta complejo extenderse en una reseña sobre música ambiental. Creo que no queda más que decir que invitarlxs a escuchar esta genial experimentación de Édgar Castellanos, a la que sin duda vale la pena echarle oído. Una composición vital para relajarse en tiempos de los híper-estímulos de las pantallas, noticias de una pandemia, la publicidad y la ciudad. Perfecto para escuchar mientras trabajas, estudias, pintas o haces tu cualquier rutina de yoga.

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