No está mal echar, de vez en cuando, un pequeño vistazo al pasado. A aquellos discos sin los que es imposible entender mucho de lo que se hace hoy. En este tercer Viernes de Reviews, te traemos un disco inolvidable: Transa, del gran Caetano Veloso.
Bienvenidxs sean, personal que nos lee, al tercer Viernes de Reviews RC. En este pequeño y acogedor espacio nos hemos lanzado a intentar algo muy sencillo y muy complicado a la vez: hacer de sus viernes algo más interesante. Para ello, esta vez me permito contarles sobre un disco bellísimo: Transa, de Caetano Veloso.
Hecho en 1972, por el célebre Caetano Veloso, en sus años de juventud, más sensual: cuando se paseaba por Bahía echando pintas en tanga y bronceado, al buen estilo brasileño, en plena dictadura militar —saludos a Jair Bolsonaro—. Un disco lleno de juventud y madurez al mismo tiempo. Una combinación de alquimista, que resulta en música que a pesar de haber sido hecha hace más de cuatro décadas, resuena como si siguiera adelantada a nuestro tiempo.
El disco llegó a mí, casualmente, en medio de una acampada. Más allá de lo anecdótico, es para que sepan que es un disco que se puede disfrutar bien en los lugares más inesperados. Es un disco que invita a escuchar con calma y con atención, con una chela bien fría, en un día bien caliente. Para escuchar como se disfrutaría de la chela en cuestión: a sorbos lentos y largos.
Transa, en portugués es tal cual lo que su nombre indica: un intercambio. Y este disco se baila ese concepto con mucha propiedad, mostrándonos las riquezas y las miserias que puede abarcar la práctica del trueque. Letras y melodías pintan por igual todas las aristas puntiagudas que puede tener una mezcla cultural, con pinceladas llenas de expresividad. En este caso, se trata de la mezcla entre Brasil y Estados Unidos.
No soy historiador ni he indagado a fondo en la memoria dolorosa de la dictadura en Brasil. Alguna vez estuve de pelado en Bahía y ahí acaricié la superficie de ese episodio; sin embargo, con eso me bastó para notar que es un episodio profundamente doloroso. Y eso, puesto como óptica sobre el álbum, me lleva a especular —con desagrado— que no es tan conspiranoico aquel que cree que la CIA financiaba a los cerdos de ultraderecha que gobernaron nuestro continente, en plena época de florecimiento hippie. Sin embargo, Caetano es mucho más elegante y sutil que yo al hacerse esas preguntas. Por eso es poeta y no antropólogo. Ni periodista…
Antes de indagar en las canciones que más me gustaron, una por una, vale que les advierta que el disco sí tiene uno que otro pincelazo muy grueso. Pasajes un poco cursis o muy estirados. Sin embargo, Caetano se para durísimo y demuestra un dominio del idioma anglosajón que ya quisieran tener J Balvin o Residente. Y también tiene los huevos que la juventud requiere para mirar a los ojos a quien la juzga en medio del desconocimiento, y decirle con fiereza: “aquí está pa’ que vea”.
Así que tomen sus cuatro highlights. Y si se quedan con la pica para que vayan a escucharlo entero.
You Don’t Know Me:
Porque para ser bueno en el arte del trueque, uno tiene que mostrarse como igual, igual de bacán que el otro. El disco abre con un tema en inglés, cantado con una fluidez impecable, en el que Caetano les dice a los gringos: “Ustedes no saben quién soy, ni sabrán”. Todo, sobre una base rítmica que hubiera hecho sambar a Paul McCartney. En inglés y en portugués, las verdades se le salen sin pelos en la lengua.
“Yo soy de Bahía. Mi papá dormía en la cama, y mi mamá en el “pisador” —esa en Portugués—. “Pisador” es una palabra compleja. La traducción más acertada dice que es una forma figurativa de evocar humillación u ofensa. Por ende, no hace falta hilar muy fino para pensar a que el verso expone el machismo abusivo y sistemático de las cálidas tierras de Brasil. Vale anotar que el verso en cuestión no es de Caetano, sino de algún rincón valioso de los anales de la samba.
“No me puedes mostrar nada detrás de tu pared” —saludos cordiales a @therealdonaldtrump— dice otra de las verdades —esta vez en inglés—. Esta parece una profecía de esas que aparecen en Los Simpson. Difícil saber a qué pared se refería el brasileño hace 40 años, pero válido comparar sus versos con la promesa de campaña más estúpida de uno de los presidentes más estúpidos que se han llamado como tal en la historia.
Con eso, Caetano entra caminando como rey a prenderles las antenas a los gringos, sin ser burdo ni maleducado. Y ahí mismo nos muestra la mayor fortaleza en las letras de este disco: son sutilezas llenas de potencia. Vean nomás, con qué categoría se habla de patriarcado y neoliberalismo tóxico en el mismo tema, sin sonar rimbomante.
Triste Bahia:
Este es un canto de Capoeira Angola del futuro. Una demostración somera de lo que es mezclar la tradición con lo contemporáneo, antes de que el “andes-step” estuviera de moda. Oídos atentxs, y conocedorxs, sepan darse cuenta de ello al escuchar las notas roncas de berimbau con que abre el tema, las menciones a Mestre Pastinha, y el axé —o fuerza, en portugués—, que carga la parte en la que el tema se convierte en un corrido donde canta un coro capaz de transportar a cualquiera a una roda.
A quien le llame la atención la Capoeira, dese el gusto de investigar y cachar esas referencias para entender bien la letra. Y después de eso, si tiene mucha paciencia, sea capaz de escuchar el tema hasta el final, hasta la fiebre de percusiones que se desencadena hasta el minuto nueve. Con ello le será posible darse cuenta de que Brasil no forma parte del Caribe, como diáspora cultural, solo por dos pelos de rana calva.
Una vez hecho todo eso nos cuentan, a ver si concuerdan en decir que es brutal la categoría con que Caetano le canta a globalización, con humildad e imaginación.
Mora Na Filosofía:
Una de los temas de despecho más elegantes que he escuchado en mi vida. “Amor Rima con Dolor” dice Caetano en el coro. Si yo pudiera expresar cosas como esa así de fácil, me jubilaría joven. Así que no los entretengo más con mi cháchara. Solo abran la vena y escuchen.
It’s a Long Way:
“Es un camino largo”, mis panas. La juventud es un sparring, más o menos como decía el papá de Mafalda. La vida es como un round de box largo, en el que gana más el que más resiste, y no el que se cree más gallito. Y gana más todavía el que sabe resistir con gracia y vitalidad. Severa tarea la que señala Caetano. “You know we ain’t that strong”, le reclama el man a Diositx mientras dice todo lo que dice.
Sin embargo, al escucharlo es esperanzador ver que existe gente capaz de hablar desde la juventud con tanta profundidad, sin añejar su discurso y sin que suene ingenuo. ¿No les digo? Caetano era/es un alquimista.
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Transa es un trabajo redondo. Conceptual y musicalmente, este disco refleja con propiedad lo que predica. Y al hacerlo también goza de una virtud que engrandece a cualquier cosa: es atemporal. En todas las dimensiones, es para romperse la cabeza pensar que algo denunciado hace casi medio siglo sigue resonando en las grietas de la actualidad.
Recomendadísimo para fans de los Beatles, para gente que crea que “Garota de Ipanema” es lo mejor de la samba, para oídos curiosos. Realmente, para toda persona que sea capaz de regalarse a sí misma el tiempo necesario para reflexionar sobre el presente sin creer que eso es aburrido ni tedioso, sino una tarea de valientes. Recomendado, como les dije, para bajar la sequedad con una biela bien fría que ayude a asentar las ideas.