Náusea, no te quiero olvidar

por Manu Guayasamín
Te presentamos dos álbumes unidos por un latido común. Pánico y Turdus Merula removerán tus fibras internas con sus Náuseas. Dos discos políticos pero muy personales.

que derrumben todas las estatuas
y que ardan los museos
no importa, no existen en realidad
muerte a la apatía, viva la solidaridad

La primera Náusea comienza con una guitarra acústica acompañada de gritos y chiflidos de los manifestantes del Paro Nacional que comenzó el 2 de octubre y terminó el 13 del mismo mes. Hoy se cumplen dos meses del fin del evento que sacudió al país entero, y dejó removidas algunas sensibilidades, si no son todas. En “Piedras”, la primera canción del nuevo disco de Pánico, además de los gritos y los chiflidos, suena una declaración del Ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, justificando la respuesta represiva y violenta del gobierno contra el pueblo: “El objetivo concreto es afrontar la insurgencia en el país”.

Escuchar esta canción revive el miedo, la angustia y la expectativa colectiva. Resuena, porque durante esos días no hubo medio donde no circulen imágenes y videos de lo que estaba sucediendo en los alrededores del Parque El Arbolito en Quito. Retumba aún más, cuando se estuvo en la calle presenciando de primera mano las bombas con las que los policías insistían en disuadir a los manifestantes que en respuesta se plantaban más firmes frente al gas lacrimógeno y los escudados chapas.

Que los nuevos trabajos de Pánico y Turdus Merula sean homónimos es más una coincidencia que una intención. “No es algo conceptual”, me aclaró de entrada Sebastián Valbuena, mente atrás de Pánico. Coincide en que él y Turdus andaban acabando sus respectivos discos y, sin saberlo, ambos se habían decidido por el nombre “Náusea”. Cuando lo descubrieron, les pareció una buena idea lanzarlos al mismo tiempo y auto-proclamar a los álbumes como “siameses”.

Náusea es una sensación. Una que se comprende bien al escuchar la letra de la canción estelar del disco de Pánico. Es el malestar inevitable. Es esa reacción visceral a la inconformidad, aunque el álbum está lejos de quedarse en eso.

Al mes de terminado el paro —los discos se estrenaron en noviembre—, las canciones compiladas por Pánico parecen repensar cuidadosamente todas las sensaciones que las protestas dejaron a su paso. El resultado es un álbum nada pretencioso, pero crucial; y una de las líneas más memorables en lo que va del año para la canción ecuatoriana: “Muerte a la apatía. Viva la solidaridad”.

Pánico no es extraño a hablar de estos temas. Lo hizo en el 2017 con su disco Señales y la canción Banderitas de Plástico, sobre la religiosidad en el Ecuador. También, creo yo, es en un acto político claro escarbar entre cierta poesía, samples, o ritmos andinos que otros proyectos musicales no regresan a ver y que Pánico siempre logra entretejer en la identidad del proyecto al momento de componer.

Las emociones encontradas en medio de la crisis terminaron de dar forma a la idea inacabada que era “Náusea”, la segunda canción del disco. A este tema le siguieron otros referentes a lo sucedido, y otros que existían antes y no fueron producto del Paro. A todas las canciones las une ese sonido acústico que ya conocíamos de Pánico, y que en esta ocasión se abstiene de experimentar con instrumentos como la guitarra eléctrica.

extraña enfermedad que me hace escuchar
la muerte de todas las hojas

que voy pisando al caminar

¿Puede existir arte sin política? La respuesta es no. Cada decisión personal refleja nuestras posturas, y existir es un acto político. Si para hacer arte el artista debe ofrecer al mundo su visión, sea cual sea, esta no puede desprenderse de la historia personal, social y por ende política que ha hecho del artista la persona que es ahora.

En una época donde unos temen ser políticamente incorrectos, otros lo buscan fervientemente, y unos cuantos más buscan la salida fácil proclamándose apolíticos, hacer arte que hable explícitamente sobre hechos concretos de la coyuntura política no es fácil. Hay que ir con cuidado.

Una opción es caer en lo “panfletario”, pero eso no dejaría cabida a la discusión y a la apreciación que requiere una buena obra artística. Otro camino es el de la impresión personal. En sus letras, Pánico me cuenta su rechazo profundo a la impavidez y a la indiferencia. De igual manera, y aquí uso la misma palabra de la canción “Náusea” a falta de una mejor, la “solidaridad” puede ser una respuesta revolucionaria ante las crisis sociales que se viven aquí y en muchos otros países de la región.

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tengo miedo de morirme lento

La segunda Náusea es, en ese sentido, más indescifrable. No se siente como un respuesta directa al Paro Nacional, pero tampoco es una obra aislada o descontextualizada del clima político y social del país. Al contrario, en doce canciones, Turdus Merula consigue trasladarnos a ese estado mental que provocan el dolor y la injusticia.

Mientras que la Náusea de Pánico sitúa cómo convive lo personal con lo social, la Náusea de Turdus parece absorberse, casi completamente, en el dolor individual. Ese que habita comúnmente en silencio mientras la vida pasa. “lento I” y “lento II” son claros ejemplos de la reflexión que sucede a lo largo de todo el disco. Es la transición de un estado casi esquizofrénico frente al miedo, a lograr volverlo tangible a través de la palabra y la música.

“Más que (por) una temática”, desde la impresión de Sebastián Valbuena sobre el album de su amigo, “el disco se une por un sentimiento, la sensación de malestar”. Aunque los dos discos no sean siameses en un sentido conceptual, parecieran hacerse guiños de vez en cuando. Tal vez porque ambos fueron acabados en las semanas post-paro. Sólo hace falta abrir Instagram o Facebook para cachar que estos días de auge social se han convertido en el caldero perfecto para cocinar arte.

La gente parece estar ansiosa por hablar, gritar y crear a partir de lo que está viviendo. Hoy más que nunca. A pesar de que ninguna de las dos Náuseas habla estricta y únicamente de la crisis en el país, tampoco parece que pueden evitar hacerlo.

No puedo obviar, entonces, que Turdus incluyera en el disco un cover de la canción “Mis sueños nadan en el Machangara”, de la banda de quiteña Infiltro. Frases como “Nadie me dijo que todo iba a ir peor” y “Sólo un día más valiendo verga en esta ciudad” —esta última no llega a quedar en el cover de Turdus—, me llevan a creer que no es gratuita la decisión de recuperar esta canción que salió hace dos años.  La ira y la frustración de Infiltro ahora viven en una versión que es más suave del tema, pero no por eso dejan de brotar con fuerza esas emociones.

la desesperación llegó golpeando a mi puerta

Turdus Merula se embarca en una ruta distinta a la de Pánico en cuanto al sonido. Si bien en ambos encontramos guitarras acústicas, cuando Pánico camina lo más cerca posible a la música andina y tradicional… Turdus corre aceleradamente entre guitarras eléctricas, samples en inglés, distorsiones y temas totalmente instrumentales.

Cerrando el disco está otro cover. La canción es de Daniel Johnston, músico estadounidense de culto que falleció en septiembre de este año. Aunque “Despair Came Knocking” no es uno de sus temas más conocidos, resume bien su tormentosa vida: “La desesperación llegó golpeando a mi puerta, y la dejé entrar por un rato”.

Daniel Johnston fue un gran personaje en la historia del indie rock. Recursivo como él, ninguno. Sus letras, sus ilustraciones, y la posibilidad de lo que pudo haber sido su carrera, le aseguraron un lugar importante en la memoria de músicos entusiastas por el D.I.Y. y el chance de crear música desde lo más profundo, y a como dé lugar.

Esa recursividad la veo también en muchos artistas locales, en parte porque les toca, pero también porque no ven otra forma de hacer su música y disfrutar haciéndolo. En esto, Turdus Merula y Pánico no se quedan atrás.

Con todo el caos que nos toca vivir a diario, aunque el arte no pueda resolvernos la vida, al menos permite desahogarnos. El miedo, la inseguridad y la angustia son todas sensaciones trasladables a música que puede dar sentido a lo que pasa dentro de nuestras cabezas. Muchas veces, manifiesta algo que resulta haber estado pasando, también, en la cabeza de los demás.

La injusticia social y la depresión son dos fantasmas que co-existen más cerca de lo que creemos. A veces llegan o se hacen más evidentes en sutilezas: tocando la puerta. Otras veces, y este año en particular, llegan como baldazos de agua fría, como toletazos, o como patadas en el estómago. Como sea que estos fantasmas lleguen, hay que responder.

***

Este año que se acaba nos obligó a abrir los ojos. Sobre todo a los jóvenes, que vamos asumiendo que esta es la vida que nos tocó, el país que nos dejaron, y el mundo que nos queda. Me da gusto que en dos rincones de Quito se hayan gestado dos discos que desde su crudeza, y su particularidad, acompañan este proceso.

Por todas las justas razones, las Náuseas de Pánico y Turdus no son discos conceptualmente “siameses”. Por todas las justas razones, en espíritu lo son. Y así, mientras se va cerrando el año y quiero soltar muchas cosas que me trajo el 2019, estos son dos discos que no quiero olvidar, y nadie debería.

Izquierda: Portada del álbum de Turdus Merula. Derecha: Portada del álbum de Pánico. Arte: Sebastián Valbuena

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