Nos sentamos a escuchar atentamente nuestros discos favoritos en lo que va del año. Y este fue el resultado. En esta segunda parte: Curare, Iguana Brava y Mateo Kingman.
¿La mejor secuela de todos los tiempos? Definitivamente, sí. Si la primera parte de «Se pone personal» exploró los sonidos que van directo a la vena, esta segunda entrega te llevará a terrenos más amplios, a esas parcelas desconocidas donde se cultiva y se mezcla de todo.
Prepárate para sonidos que desafiarán tu zona de confort, pero de una manera tuca, potente. Te traemos de todo: alegría, introspección y pogueo. Y todo, aderezado con unos cruces culturales bien logrados y bien honestos.
En este momento debes estarte preguntando si hay una tercera parte. La respuesta es afirmativa. Pero no se vale irse sin antes cachar a consciencia las recomendaciones de este post.
Astro – Mateo Kingman
Por: Martín González
Escuchar Astro es como irse de viaje a otra dimensión, o como lo que imagino que se sentiría en un viaje de ayahuasca para ser preciso. En su segundo disco, Mateo Kingman hizo algo importante: rompió su propia frontera sónica y se lanzó sin miedo al vacío de lo que había tras ella. El sonido de la selva y de las montañas sigue presente de alguna manera, como ese nervio incorruptible y ancestral que atraviesa y enciende todo su discurso. Sin embargo, esta vez es más una noción, un soplo que recorre una atmósfera mucho más amplia y etérea. En ella, una madeja potente de melodías de sintetizador flota y se esparce en un espacio vibrante de percusiones precisas. Dicho de otro modo, es un disco que retumba en la cabeza de inicio a fin. Si se escucha con atención es fácil perderse en la estratósfera.
Todo este cuadro instrumental cósmico se podría sostener por sí solo, pero cobra vida realmente al ser pintado por la voz y las letras de Mateo. Cada vez parecen ir más lejos en su evolución y su autoconocimiento. La lírica de Astro es trepidante, peculiar y consistente. Revela una exploración espiritual profunda y permite sumergirse en ella y respirarla, sin que por ello se pierda la cadencia del disco. En cuanto a las melodías, hay muchos matices que sorprenden por mostrar facetas arriesgadas e inéditas en la música de Mateo. Desde el rap hasta el arrullo, su canto se convierte en el elemento que ilumina todo el espacio.
Escuchado por partes o en orden, el disco se convierte en un testimonio sobrecogedor y potente que deja ver a un artista comprometido con su visión y con transmitirla con un ímpetu que se acerca mucho a la veneración y a la contemplación.
Favoritas: “Lucero”, “IO” y “Religar”
Cumbia Madre- Iguana Brava
Por: Juan Sebastián Jaramillo
Como su nombre lo indica, este álbum bien podría ser el origen de un sonido tan antiguo como la cumbia pero tan nuevo como el de Iguana Brava. Y es que Iguana Brava ha logrado tomar a este estilo musical folclórico y tradicional, que es la cumbia, y convertirlo en algo actual, psicodélico y disruptivo. Disruptivo porque, si bien cabe dentro de la movida contemporánea de hacer música fusión, la cumbia era un género con poca presencia en la escena independiente.
Aunque el disco no representa un cambio de estilo con respecto a las anteriores producciones de la banda, lo que sí hace es mostrar nuevas facetas y experimentos. Algo que hace la banda en este álbum es – en ocasiones – arriesgarse a no usar sus armas más poderosas: En “Mojana Iguana”, por ejemplo, está ausente el característico acordeón de Paquito Mendoza, mientras que “Chakanas” es una canción meramente instrumental y psicodélica, que prescinde de la poderosa voz de Megan Wong. Precisamente ambas son mis favoritas del álbum.
En pocas palabras, el disco es la mezcla de lo mejor del campo costeño con la ciudad: sabe a viche de pescado y aguardiente, huele a pantano y a humo de tabaco, luce como pastizales con colores psicodélicos, y suena a actualidad, basada en el mito y la leyenda. Lo que más me gusta del álbum es cómo juega la banda con las voces, creando a ratos coros del hijueputa, bien sincronizados, y a ratos síncopas que te hacen volar del ritmo establecido hacia algo nuevo.
Favoritas: “Mojana Iguana” y “Chakanas”
Portales de los Andes – Curare
Por: Juan Pablo Viteri
Curare tiene un largo recorrido en la escena independiente ecuatoriana. Desde sus inicios resaltó por su capacidad de mezclar sonidos tradicionales con la brutalidad del hardcore y el metal. De hecho, esta banda del norte de la sierra ecuatoriana tiene el valor de ser una de las pioneras en explorar tradiciones locales desde sonidos contemporáneos globales. Esto no sólo que es muestra de su originalidad, sino de su capacidad de llegar a públicos más allá de la escena metalera.
En Portales de los Andes, la autodenominada banda de “longo metal” sigue explorando tradiciones andinas con fluidez y sofisticación. En definitiva, este trabajo es el reflejo del crecimiento y la madurez que ha alcanzado su sonido. Pero, más allá de connotaciones formales, el principal valor que encuentro en Portales de los Andes es el proponer un mensaje potente alrededor del sentido político de ser mestizo en el mundo de hoy.
Un valor adicional son las apariciones de Gustavo Dueñas, de Descomunal, Alex Alvear y el maestro Paquito Godoy en tres de sus tracks. Dichas colaboraciones definitivamente contribuyen a generar una experiencia concisa pero ecléctica a la vez.
¡Larga vida al longo metal!
Favoritas: “Viaje Astral”, «Conciencia Planetaria» y «Puntiatzil»