Quien sigue a Ilegales desde hace mucho conoce a fondo su música combativa e irreverente. Y también sabe quién es Jorge Ilegal y los pequeños detalles que lo distinguen. Con motivo de los próximos conciertos de Ilegales en Ecuador, conversamos con el líder de la banda española de punk más famosa.
Ilegales, Los Ilegales de España, es de esas bandas que no necesitan una introducción. Es una banda de punk con una poética para deleitarse, guitarras rockeras, mensaje fuerte y una visión agria de la vida en sociedad. Sin embargo, es una banda que gusta mucho.
Ellos tienen más tiempo en el aire y millas recorridas que la mayoría, y se mantienen en pie, cual boxeador feroz y violento, desde inicios de los 80. De la mano de Jorge Martínez (Jorge Ilegal), han editado más de diez discos y han hecho innumerables giras por España, Europa y América.
Esta banda es famosa por sus canciones —en especial de sus primeros tres discos— y conocida por su humor ácido e irónico. Sus fans la aman por el impecable show que brindan, con versiones pulcras y más rápidas de sus temas. Así han entrado en la memoria musical de gente del mundo hispano: punks y prepis, gente ruda y gente fina, callejerxs y aniñadxs, han bailado, tarareado o incluso cantado alguno de sus éxitos.
Pese a que en España fueron un hit mediático en el destape de los 80, su fama no se sostuvo tanto como en Sudamérica, donde siguen llenando recintos cada vez que se presentan. En el nuevo continente las visitas de Ilegales nunca pasan desapercibidas, en especial en el Ecuador. En marzo de 2019 tocarán en Quito y Cuenca, presentando su nuevo disco.
Jorge Ilegal nos habla sobre el álbum, sobre el punk y sobre su particular relación con la franciscana —y no tan limpia— carita de dios.
I Rebelión
En 2011 la banda se separó, y parecía algo definitivo. Durante tres años no hubo más que silencio de su parte, pero en 2014 Jorge volvió a sentirse inspirado y tuvo la imperiosa necesidad de componer de nuevo. Así se grabó el disco La vida es fuego. En la siguiente camada compusieron “Mi vida entre las hormigas”, que es el tema principal del documental homónimo que se estrenó en 2016. Inmediatamente se hicieron todas las canciones que conforman el disco Rebelión.
—Pues claro —dice Martínez muy convencido—. Cuando se viene todo ese tormentón, todo ese aluvión de canciones, se tienen que grabar.
El nuevo disco de Ilegales, Rebelión, es fiel a los anteriores y a la vez se rebela contra ellos: habla de dejar el alcohol, de amigos que salen del closet, de hombres que no quieren ir a la guerra por su patria ni su corona. Es un disco muy rockero, y con identidad.
Para esta banda, la rebelión es algo que no solo es necesario: es imprescindible. Jorge Ilegal sostiene que vivimos en un momento de prohibicionismo absoluto, ya que en España padecen una Ley Mordaza que considera muy perjudicial. Por eso se rebelan. Para Ilegales ser manso un riesgo demasiado alto, y ven en la mansedumbre algo que lleva a pique a sociedades enteras.
“Mucha gente tiene prejuicios contra las letras de nuestras canciones. Las letras de nuestras canciones hablan de la vida, y es imposible describir la vida sin palabras» – Jorge Martínez, antes de iniciar la primera presentación de Ilegales en América. Quito, 15 de agosto de 1987.
Los asturianos se levantan, entonces, contra la Ley Mordaza, contra los señores prohibicionistas que se ofenden por cualquier declaración. También contra el neoliberalismo, ya que piensan que está estrangulando a la clase media. Este sistema, según ellos, ha hecho que las diferencias entre pobres y ricos sean enormes.
—Que una pequeña parte de la población tenga todas las cartas y otra esté muriéndose de hambre me parece que no es lo deseable —dice Jorge Ilegal—. No para que el mundo gire con un poco de justicia. Nos rebelamos contra todas esas cosas y lo decimos muy a las claras.
Según Martínez, en la actualidad son frecuentes los guetos en los que se margina a la gente de todo tipo. Por ejemplo, en “Mi amigo Omar” hablan de los colectivos LGBTI y la realidad que atraviesa este colectivo hoy en día.
—Fíjate lo que está pasando, un grupo como los homosexuales que ha sido injustamente perseguido, muchas veces encarcelado —reclama—. Recuperan los derechos que nunca debieron perder, que nunca se los debieron quitar, y ahora ellos se automarginan. Se crean guetos de colores, para gays, lesbianas, y yo creo que eso no es lo deseable, —prosigue—. Lo deseable es que alcancen todos sus derechos y que se normalice su situación. Es lo justo. Nosotros metemos la mano en todos los enchufes que nadie se atreve a tocar. Ilegales somos así, ese es nuestro sello.
Pese al inconformismo característico de Martínez, su opinión sobre el problema del género no es tan contundente. Piensa que la lucha feminista es respetable en tanto que haya muchas culturas donde las mujeres tienen menos derechos y sufren muchas desigualdades. Sin embargo, no piensa que se desarrolló en una sociedad machista. En su casa, eran dos hermanas y dos hermanos, quienes tenían las mismas responsabilidades y los mismos derechos.
—Vengo de una familia donde el machismo no ejerció su presión social —explica el cantante—. Mis dos hermanas son universitarias, yo en cambió dejé la Facultad de Derecho para dedicarme a tiempo completo al rockanroll. Mi hermano también lo dejó por el rockanroll, fíjate. Una de mis hermanas es psicóloga, la otra ahora está ejerciendo de funcionara y tal, porque hizo —se pausa—, ¡yo qué sé qué hizo! La verdad que no me llevo muy bien con ella porque es un ser impredecible, sobre todo cuando bebe. Tiene un muy mal beber mi hermana. Yo la vi una vez sacudir un cura y ¡madre mía! Es mejor no tener problemas con mi hermana, y sobre todo si tiene un paraguas a mano. Entonces es mejor mantenerse alejado.
Esta opinión sobre el feminismo puede parecer polémica, pero la polémica parece ser el combustible que mantiene el viejo y pesado motor de los Ilegales en marcha. A eso deben sus letras las letras de temas tan densos como “Mi copa y yo”. Martínez le canta —más bien recita— estas palabras a la bebida:
“Fuente sorda y peligrosa,
triste forma de vida,
compañera en este otoño de tan suave resbalar,
buena o mala consejera
menudeas tus encantos
con amargos desvaríos
tan cargados de verdad,
que voy buscando ese trago
que me permita olvidar”
—Yo me he excedido con el alcohol —reconoce—. Vivimos en una sociedad en la que se acepta el alcoholismo desde un tiempo inmemorial. Llevamos miles de años bebiendo, viviendo con esa droga, que es una droga dura —prosigue, conmovido—. Yo me he pasado con el alcohol, y he consumido drogas, pero no aconsejaría a nadie que tome drogas. A mí no me han hecho daño porque no tengo una personalidad adictiva —finaliza—. Tengo suerte, estoy entero, tengo 63 años y estoy de puta madre.
Las drogas química también son parte del repertorio de Rebelión. En “No tanta tonto” hacen un retrato en forma de rock and roll de una dura problemática como la adicción a la cocaína. Esta sustancia ha acompañado a los Ilegales a lo largo de las décadas, y de hecho Martínez no tiene problema en admitir que la consume ocasionalmente. Sin embargo, siempre es muy claro en su opinión sobre el tema, cosa que expresa en la canción.
—Mira, no aconsejamos a nadie que consuma drogas, mantenemos el discurso de que cada bebida, cada droga te aleja de quién quieres ser, pero, no obstante, ya que te metes, no te pases, no tomes tanta.
Para este disco la banda quería hacer rock n’ roll, muy rápido y con las canciones muy comprimidas. Ellos querían decir mucho en muy pocos compases, pero sin trabalenguas, de manera que la letra y el mensaje se entendiesen nítidamente. La composición del álbum fue un proceso arduo ya que tuvieron que poner y quitar elementos, reorganizarlos, eliminarlos, volver a hacerlos hasta que las canciones les satisficieron.
El disco fue grabado en el estudio de la propia banda, La casa del misterio. Luego lo llevaron a varios estudios, en Londres y en otras grandes ciudades, pero no conseguían que la mezcla brindara el sonido crudo que buscaban.
—Nos lo convertían en plastilina. Llegaba a sonar como una vaselina —se lamenta Martínez—. Hasta que al final conseguimos a un tipo que lo hizo, hubo que forzarlo —comenta—. Le decíamos: «¡hazlo sin complejos, ábrele, dale caña!, si ya suena de puta madre. Solo hay que darle, no le pongas ese barniz».
Este disco y la gira que le sigue se dan en formato cuarteto. Martínez comenta que es así porque de vez en cuando hay que variar la paleta sonora. Para Rebelión incorporaron a Mike Beláustegui.
—Encontramos a un loco —dice—, un tío con cierta genialidad, un loco joven, con unas ideas disparatadas, y nos pareció el elemento adecuado para este momento de Ilegales. Además, él toca tanto la guitarra como los teclados. Eso es una gran ayuda en directo. Pero en estudio yo me encargo de las guitarras, de todas.
En varias ocasiones, se ha escuchado decir a Martínez que las canciones no se componen, se crean ni nada por el estilo. Él asegura que caza sus canciones. Sostiene que los temas vienen solos, y hay que ser muy disciplinado y captarlos en ese momento.
—Cuando una canción viene y dice “quiero existir” —se entusiasma Martínez—, hay que dejar lo que estés haciendo, así estés durmiendo, estés en una reunión, o estés con la mujer que momentáneamente parece de tus sueños (luego, puede ser la de los sueños de todos los demás). Tienes que ponerte con la canción. Hay que hacerlo así, dejar la comida si estás comiendo. Hay que ser muy diligente en esto. Yo lo soy —concluye satisfecho—, y por eso consigo tantas canciones buenas, porque voy a por ellas, no dejo que las cace otro.
II Punx
Los Ilegales y Jorge Martínez tienen más de cuatro décadas en escena, y han pasado por varias escenas, rock, punk, ska, etc. Sin embargo, en el Ecuador son referentes infaltables para lxs punks. Martínez, con su terno y su pelada, quizás no se parezca al estereotipo del punk, pero habla, habla y habla y da cuenta de una profunda convicción en el punk.
—Yo creo que el punk es muy anterior a lo que creemos —reflexiona—. Lo digo muchas veces. El punk está ya en los primeros escritores grecolatinos. Si queréis dar una revisión, está en Marcial, también en Juvenal, en Catulo o el mismo Virgilio. Bueno, a Virgilio acabaron expulsándolo de Roma y tuvo que ir a vivir al exilio, a pesar de ser una estrella de la literatura. Ellos dicen cosas realmente muy duras. Luego, en el Siglo de Oro español —se admira a sí mismo—, Quevedo no se cortaba para ser punk. Era mucho más punk que gran parte de las bandas que hay ahora con guitarras distorsionadas.
Para Jorge Ilegal, el punk es una manera de hacer frente a la realidad. El punk está aquí para quedarse. Está aquí para quedarse porque el mundo en el que vivimos, la forma apática, injusta y absurda en que gira el mundo, hace del punk una mácula, un contrapunto, imprescindible. La naturaleza humana no varía y, mientras sigamos con los mismos defectos que hemos tenido siempre, entonces habrá punk.
—¿Quién sabe si Nerón con su lira (era un gran punk )? —se pregunta—. Dicen que Nerón era bueno componiendo, y como actor y cosas de esas. A lo mejor Nerón con su lira era un gran punk. Solo que nadie le quería porque él quería incendiar Roma.
III Quito
Hay al menos tres conciertos de la banda en Quito que son parte de la historia del rock en esta ciudad. En especial los primeros dos. El primero en 1987, junto a Hombres G, donde se les había prohibido tocar “Eres una puta”. El segundo en 2001, en un caótico concierto en la plaza de toros, donde Verde 70 —afortunadamente— no llegó a presentarse.
Por algún motivo, los Ilegales vienen y vuelven a venir a un país que los artistas internacionales usualmente se saltan en sus giras.
—¿Por qué regresan a Quito?
—Cuando toqué en Quito la última vez, fue un concierto muy emotivo porque era la despedida. En ese momento yo estaba convencido de que jamás volvería a tocar en Quito. Pensaba venir de turismo, pero luego deseché la idea porque iba a añorar el dar un concierto. Pues no se lo digáis a nadie, pero hay murmuraciones que dicen que soy sudamericano, o ecuatoriano, nacido en Quito. Probablemente esa sea la razón (se ríe).
—¿Es cierto que en el concierto del 87 le escupiste a David Summers de los Hombres G?
—No, no es cierto.
—¿Es cierto que te tomaste una botella de whiskey de un solo trago en el escenario?
—Eso sí es cierto.
—En 2001 seguiste tocando aunque la policía tiró gas lacrimógeno y te quedaste sin banda y con muy poco público. ¿Qué recuerdas?
—Lo de Verde 70, eso fue culpa vuestra. Lo del gas lacrimógeno ocurre frecuentemente. La policía, lejos de cumplir la función para la que está diseñada, lo que hacen es eso: tirar gas lacrimógeno. Yo se los he dicho en directo y me han entendido, pero solo por la urgencia de la situación, que si no puedo respirar, difícilmente voy a poder cantar, y si no puedo cantar, de aquí no sale vivo nadie, porque aquí se arma una avalancha tremenda. Creo que eso fue en el Ágora, no lo recuerdo muy bien. Pues bueno, restringieron el uso de esos gases y pudimos completar el concierto
—¿La despedida?
—La despedida fue emotiva por las razones que te dije antes. Yo creía que era la última vez, y las últimas veces siempre son emotivas. Bueno, en fin. Seguro que la última vez va a ser esta, o cualquiera, cuando crea que sí. Otro día. ¡Ese será el día!
A una señora en el avión, que preguntaba “¿qué día es hoy, qué día es hoy?”, le dije: “señora, es muy pesada ya. Ya le he dicho el día”. Y ella seguía: “¿qué día es hoy, qué día es hoy?”. Yo le respondí enfadado: “hoy es el último día, coño. El último, joder.”
—¿Qué bandas de Ecuador te gustan?
—Oí Sal y Mileto, y oí alguna más. Oí Selva hace años. Iban por buen camino, pero todavía estaban en el camino. No sé cómo irán ahora. Yo tengo un problema, una disfunción, es ya una enfermedad profesional. Yo estoy oyendo un disco y me quedo con la letra, con todos los arreglos, cómo va el bajo, cómo va el solo de guitarra, si la batería va realmente a tiempo, cómo va la producción. Me quedo con eso. Luego tengo problemas porque no sé cómo encontrar ese disco otra vez. Tengo que disfrutarlo en el momento.
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Martínez deja volar su pensamiento, la idea de las últimas veces parece seducirlo y llevarlo lejos de Quito, y las anécdotas sobre sus presentaciones en la franciscana ciudad. No, ahora piensa en algo más. Parece conmovido, y la entrevista tiene que terminar. Él, sin embargo, da un suspiro, trae su mente de regreso para finalizar:
—Así es el rock. Es algo del momento. Una alternativa a un mundo que pretende acumularlo todo en forma de fotografías instantáneas y recuerdos.
A menudo el cantante permite que sus fans se tomen fotos con él, pero no le interesan las fotografías. Vive la vida al compás, rápido y directo como el rockanroll, duro como el punk, efímero como la poesía.
—Yo no fotografío la vida, porque nadie vuelve. No hay posibilidad de regreso.