La Mujer del Viento y el Zopilote Guardián: Un encuentro con Huaira y Rubén Albarrán

por Martín González
Radio COCOA, Vivas Nos Queremos Ecuador, Ni una Menos
Del 19 al 25 de Noviembre del 2018 publicaremos textos escritos por, o acerca de mujeres en el mundo del arte, quienes celebran el poder, la importancia y la belleza de la energía femenina con su vida y sus obras, a propósito de la marcha contra la violencia a la mujer del colectivo «Vivas Nos Queremos». Los cuerpos femeninos no se tocan, no se violan, no se matan.
Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Huaira durante su concierto junto a Rubén Albarrán en La Ideal, Quito, el pasado 9 de Noviembre de 2018. Fotos de Martín González para Radio COCOA.

En el 2012 apareció en Internet una voz femenina enigmática que surcaba sobre una base de tambores tribales, punteada por acordes de guitarra eléctricos y envolventes. «Apenas aprendí a caminar me dejaron solita en la cascada», decía entre sus propios ecos y esa base instrumental misteriosa. La canción, masterizada y arreglada, reventaría el Internet y el mundo de la música electrónica al poco tiempo. Se trataba de Colibria, uno de los singles de «Prender el Alma», el disco debut de Nicola Cruz, que lo catapultó hacia la fama mundial.

Seis años más tarde, la mujer a quien pertenece esa voz está parada en medio del espacio vacío de La Ideal, en Quito. Tiene la mirada inquieta, clavándola ocasionalmente en el escenario donde sus músicos prueban sus instrumentos, y luego en el torrente de mensajes que debe responder en su teléfono. Hay gente yendo y viniendo a su alrededor, cargando cajas, moviendo equipos, conversando. Es como si fuese el centro de un ciclón de energía.

En un rincón un poco más apartado, junto a la pared, está un hombre pequeño y delgado con su pelo entrecano recogido en dos moños sobre la cabeza. El poncho azul que lo cobija, y la sonrisa afable con la que escucha a quienes se acercan a hablarle hacen curioso pensar que esa figura menuda y pacífica es el cantante de Café Tacvba, una de las voces más importantes del rock latinoamericano hace casi tres décadas.

Esa noche van a tocar juntos. La expectativa es grande y no es casual.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Daniela Baquero empezó su carrera musical solista hace muy poco tiempo y ya cuenta con una gira europea exitosa a su haber. Sin embargo, el canto atravesó su vida años atrás. Como parte de las «Mujeres de Luna» -un círculo de cantoras mestizas que «honra y sostiene la memoria de los pueblos ancestrales»-, Daniela se convirtió en una mensajera y una curandera, una mujer que lleva ritmos de sanación con el viento: Huaira. Hoy por hoy, está cosechando los frutos de ese descubrimiento.

Podría decirse que el mundo la conoció inicialmente como la voz de las canciones de Nicola. El reconocimiento que el productor ecuatoriano obtuvo por su magistral primer álbum ayudó a posicionar el nombre de la cantora en circuitos internacionales como su aliada. Sin duda, también ayudó a que ella nutriera su creatividad y a que entendiera mejor cómo funcionaba ese mercado ávido de música similar.

Con esa experiencia adquirida, Huaira dio un paso por la puerta de entrada de un universo anchísimo y empezó a interpretar temas por su cuenta. Algunos compuestos por ella, otros regalados por otras amigas y amigos cantores. Para ella, su voz es un canal que transmite información a los corazones de quien la necesita para sanar y florecer. El camino de la música la cruzó un día con Rubén Albarrán, después de un concierto que Café Tacvba diera en Quito hace cuatro años. Rubén, que es en sí mismo una especie de «místico impuro«, aceptó una invitación para ir a cantar con ella y las Mujeres de Luna, y desde entonces se tejió entre ellos una cálida amistad.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Lo siguiente en su rumbo fue encontrar un ensamble de músicos que pudieran contener y potenciar el viento que brotaban desde de sus adentros. Juan Diego Illescas y los hermanos Pablo y Julio Vicencio se encargaron de llenar ese rol. Junto a ellos, Huaira conformó un ensamble poderoso que renovaba sus cantos de sanación con ritmos electrónicos. El producto de su unión y su trabajo fue “Ñuka Shunku” (Yo soy el corazón), su EP debut lanzado en la segunda mitad de este año, un trabajo hecho con el cariño y la prolijidad que requeriría una artesanía, pero con la potencia suficiente para hacer reventar un club o un festival.

El corazón los llevó de viaje por «El Viejo Continente» el verano pasado, pisando con éxito escenarios en Alemania, Austria, España y más países. La música quiso que en medio del periplo, Huaira se volviese a topar con su “compadre”, Rubén. Así, junto a su banda, telonearon a Café Tacvba en Colonia, Alemania, donde casi le roban el show a los mexicanos. De su encuentro quedaron más ganas de compartir, de cantar desde el shungo. Por eso, la venida de Rubén al Ecuador en medio del Festival Interactos fue el pretexto perfecto para que concretaran su impulso y volviesen a unirse en el escenario.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Ahora están a pocas horas de tocar. El poco tiempo que Rubén va a estar en Ecuador ha provocado que el ritmo de las actividades de ambos se intensificara al mil por ciento. Su rostro denota cansancio pero serenidad y eso se siente usual. El de Huaira está más alerta, con la energía bullendo al filo de su piel. Ambos se sientan en el camerino a comer algo al apuro mientras abajo la gente trabaja como hormiga para dejar todo a punto para su show.

Frente a mí están dos seres que se me hacen gigantescos. Uno es el Zopilote Guardián, una voz que ha arrullado a la gente a lo largo y ancho del continente desde hace 30 años. Otra, la Mujer del Viento, una voz que empieza a alzar el vuelo con ímpetu y no ha necesitado mucho tiempo para empezar a comerse el mundo. Yo soy solo un intruso pequeñito que se ha colado en su almuerzo improvisado y tardío, pero que agradece la calidez y la atención que le son brindadas para responder a sus preguntas.

Respiro hondo, trato de recordarlas tal y como las redacté temprano, y empiezo:

***

RC: ¿Cómo perciben la evolución de la música alternativa en Latinoamérica en los últimos años?

Rubén: Yo creo que las mezclas siempre han existido. (Son) una de las formas en que la música evoluciona y crea nuevas líneas. Siguen habiendo muchos músicos, muchos creadores que tienen una visión de eso, de combinar, de crear nuevas relaciones.
No hay nada nuevo bajo el sol, pero sí hay nuevas relaciones, es decir nuevas combinaciones.

Huaira: En este tiempo en el que todo es fácil de comunicar, de transmitir, de compartir, siento que lo que ahora sucede mucho es eso: poder colaborar. Eso es algo que está surgiendo muchísimo ahora. No que antes no pasara, pero ahora es mucho más fácil que yo de donde esté te mande algo con mi sudor y que por allá tú mezcles tu cosa con tu sazón. Siento que es eso, poder relacionarnos, poder compartir así lo que cada uno hace.

RC: ¿Qué rol creen que juegan en estas mezclas los ritmos indígenas o ancestrales? 

R: Para nosotros (Café Tacvba), fue como un descubrimiento de un cofre de tesoros la discoteca de nuestros padres. En México sucedió que en los años 50, cuando nuestros padres eran jóvenes, llegaron muchos músicos del interior del país a la Ciudad de México porque ahí estaban las radiodifusoras. Entonces, iban a tocar a la radio y se quedaban a grabar discos y a tocar. Todos esos músicos de música tradicional de las diferentes regiones de México dejaron sus grabaciones ahí, y eso era lo que tenían en las discotecas nuestros papás.
Había música tradicional, había música indígena, pero también estaba el rock que empezaba en esa época. Había bossa-nova, había jazz. Entonces, todo eso fueron diferentes ingredientes con los que dijimos: «¡Guau! ¿Qué vamos a hacer con todo eso?» De repente dijimos: «¿Por qué no hacemos música de marimba con punk? Y, ¿por qué no…?» ¿no?. Empezamos a imaginar y eso fue muy importante para nosotros.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

H: Para nosotras como mujeres mestizas, ojiazules, carita blanca, pelo rubio, a ratos ha sido… de alguna manera… No quiero decir difícil porque no siento que ha sido difícil, igual lo hemos hecho. Pero, sí hay un cuestionamiento, ¿no? Y siento que ha sido, al menos en mi persona, buscar, buscar de dónde viene esta gana de querer relacionarme con esto que me despierta esta música, ¿no? Una búsqueda de lo que uno es, a pesar de…
Aquí el Julito (Julio Vicencio, uno de sus músicos, está comiendo con la banda detrás de ella mientras escucha atento y asiente con una sonrisa) dice: «Yo soy indio, pero rubio». A mí me gusta decir que somos incas, rubios de ojos azules, ¡porque sí somos! ¿sabes? Y hemos perdido eso. Yo siento que esta música nos vuelve a conectar. Por eso ahí está este beat que nos pone a todos a bailar, porque de ahí venimos, ¡toditos! Seremos rubios, blancos, negros o amarillos, pero tenemos una memoria, ¿no? Siento de ahí viene al menos mi gana: de poder rescatar, de poder volver hacia atrás a ver de dónde, de re-afirmar.

RC:  ¿Y cómo ven los dos el rol de las mujeres en este juego?

H: Yo siento que el rol de las mujeres en la evolución de la música es un poco como en la evolución de todo, ¿no? De los hombres y las mujeres. Hay un hermoso momento de reafirmarnos. Yo trabajo con muchas mujeres y puedo ver a través de todas nosotras cuánto tenemos aún que sanar. ¡Muchísimo! Igual los varones, pero yo puedo hablar de mí.
Es muy importante revalorarnos, reafirmar en esta evolución el estar sanas, el estar acompañadas, el estar saludables, el estar queridas, el pedir amor desde el bienestar, desde lo bonito, no desde el dolor. Entonces siento que el rol de la mujer en esto es como eso: afianzarnos entre todas y así qué bonito si es musicalmente para poder curarnos, poder sanarnos y sí, unirnos.

R: Pues sí, concuerdo con Huaira. No es una cuestión de géneros. Es una cuestión que nos incumbe a todos, a la energía femenina y a la energía masculina que son componentes… pues de la creación. Entonces, creo que allí estamos todos. A veces pienso que estamos como demasiado pensando en los creadores, como en el nombre, en el título, en cuánto importa el nombre del autor, del compositor. Pero, yo creo que en realidad la creación va más allá de la persona.
Conozco amigos que por ejemplo son compositores y hacen canciones, pero sus canciones están muy influidas por la visión de sus compañeras. Entonces, sí creo que es una cuestión que va más allá de la persona, del individuo y obviamente del género.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

RC: ¿Qué percepción tienen ustedes de lo político dentro de la música en nuestra región, de su música? 

R: En Café Tacvba no es que tengamos una posición política como grupo, porque cada uno tiene posturas diferentes. En lo personal sí me parece como responsable estar atento a lo que sucede en nuestro entorno, porque siempre son asuntos que nos incumben. Eso es lo que pienso y de esa forma intento corresponder al momento que estoy viviendo, más como ciudadano que como músico, como persona que forma parte de un entorno, de una sociedad. A eso respondo desde mi trabajo que, bueno pues está en ser músico.

H: A mí la política no me interesa, me da pereza. Pero entiendo que igual la palabra puede ser usada de muchas maneras, ¿sabes? Yo sí siento que lo que hacemos de alguna manera sí es protesta, desde el amor. Es un poder hablar de las cosas, de cómo vemos las cosas, de como preferimos que sean las cosas, cómo sentimos que sería una mejor manera de estar. Por ejemplo, siento que igual es un espacio para dar voz a los que no.
Hoy tenemos unas hermanas que van a acompañarnos aquí con mensajes pro-aborto. Y qué bueno poder tener esta plataforma donde, si estás de acuerdo con lo que se te propone, decir que sí, ¿no? Porque de repente va a llegar a más gente. Entonces siento que también la música está vinculada a la política así, es un espacio donde se puede comunicar. Yo siempre digo que tener un micrófono es de mucha responsabilidad porque hay mucha gente que va a escuchar lo que vas a decir.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

RC: ¿Cómo creen que nos ven en lugares tan distintos a América Latina como Estados Unidos o Europa? 

H¡Guapos!

(risas entre todos).

R: En nuestro caso nos ha sucedido que muchas veces no somos tan comprendidos. Tal vez seamos demasiado locales en nuestras referencias. En un entorno más allá de lo latino por lo general no nos entienden mucho, pero bueno igual provocamos algo de curiosidad.

RC: Pero es curioso que pienses eso, siendo Café Tacvba una banda tan «local», que ha trascendido un montón de barreras.

R: Más o menos. Con contadas excepciones de gente que realmente está interesada en otras músicas, que no sean las propias, las personas no están muy interesadas a menos de que sean ciertos géneros que ya están más programados para recibir. Para nosotros como Café Tacvba no hay mucha apertura al ser una banda muy local, con referencias muy específicas, que a los europeos o los norteamericanos no les dan demasiado interés. En Estados Unidos nos va a ver un público latino.

RC: ¿Y piensas que se deba hacer algo para cambiar eso?

R: No, porque ese es el caso de Café Tacvba. Pienso en el caso de Huaira, o en el caso de «Hoppo!» (la otra banda en la que toca Rubén), que no hemos tenido oportunidades de ir a Europa. Pienso que sí hay posibilidades de que se tenga interés.

H: Para nosotros que tuvimos la posibilidad de este verano tocar en Europa, siento que la acogida fue enorme. Un amigo me decía: «¡su música trae sol! ¡Tocan y está el sol! Acá somos como fríos y esto nos da sol y eso es bueno, ¡es rico, saludable, bailamos!» ¡Es eso!
Es un intercambio de información, de cultura. Yo como lo percibí es que están súper abiertos a lo que está pasando en Latinoamérica. Están súper abiertos a escuchar, a explorar a entender. Están muy curiosos. Me sentí súper respetada y acogida. Entonces siento que es una ventaja para nosotros si es que tenemos la oportunidad de llegar a esos lugares. Nuestra música es bien recibida.

RC: ¿Y qué crees que se deba hacer para que eso siga creciendo?

H: Ser reales. Siento que la gente dice: «¡Ay! ¿Qué música debería poner para que le guste a mis clientes?» Y yo siento que, la que te guste a ti, y van a llegar los clientes. Lo que debe uno hacer es ser real con uno mismo y hacer lo que a uno le gusta sin engañarse en el proceso. Es la búsqueda hacia dentro de uno para poder eso compartir hacia afuera y que no hayan tapujos ni cosas en la mitad y que no pueda ser transmitido. «Enllucharse sin miedo al qué dirán», como dice mi taita.

***

Los dejo comer en paz finalmente. Huaira debe volver a correr al escenario a probar su voz para la noche. Antes de irse disparada le dice a Rubén con firmeza y cariño maternales: «Rubén, no has comido nada. Por favor, come amor».

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Llega la noche y el DJ argentino Barrio Lindo se encarga de calentar la sala para ellos en medio del frío de Quito. La gente llega paulatinamente mientras él viaja entre los montes y el trópico con los ritmos que mezcla. Toca media hora, después una, casi dos. Todas y todos aceptan su compañía y poco a poco se animan a mover el cuerpo mientras aguardan pacientemente por Huaira y Rubén. Se hace el silencio, Barrio Lindo se va en medio de los aplausos y de repente parece que emergen de la tierra y de las sombras un montón de personas para el momento esperado. El Zopilote y la Mujer del Viento ya están expectantes en las sombras detrás del escenario.

Apenas la cantora pone sus pies descalzos en las tablas, el aire y los cuerpos se cargan de energía, dejándose llevar por el conjuro su voz y los silbatos que la acompañan. Huaira brilla, dueña de sí misma, dueña de la escena y dueña de su canto. Sus músicos están ahí para hacerla resplandecer aun más, como obreros silenciosos que no dejan de sorprender con su virtuosismo a quien se detenga a verlos tocar. Pablo domina el set de percusión, Julio hace cantar a todos los instrumentos de viento andinos, al charango y a la cítara. Juan Diego lo ata todo en el fondo con las secuencias y los punteos precisos de su guitarra eléctrica.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

Rubén es invitado a subir al escenario a la mitad del set. Su voz, inconfundible y poderosa, se acopla con precisión a la de Huaira. Juntos son un remolino que cobija a toda la sala, que la abraza y la estremece por igual. Cantan casi todo el repertorio de Huaira, canciones viejas y nuevas, canciones suyas y canciones que le habían llegado de otras partes, adaptaciones de la música de Rubén. Él hace un llamado a defender al Yasuní. Ella permite que sus comadres se suban a defender el derecho a abortar libremente. Es una ceremonia. La comunión convertida en fiesta.

Terminan y todo el mundo queda más liviano que cuando entró a la sala. La ceremonia ha concluido y el mensaje ha sido entregado. Todos acabamos de presenciar un momento importante: el momento en que una nueva voz femenina demostraba que tiene todo para resonar con fuerza dentro y fuera de nosotros. La acompañó en el vuelo una voz masculina que ha cargado con los sueños y las emociones de muchos, desde hace muchos años.

Esa noche el viento cobró vida nueva, y lo hizo convertido en mujer. El Zopilote alzó el vuelo con ella.

Huaira, Huaira Ukay, Rubén Albarrán, Café Tacvba, Ñuka Shunku, Nicola Cruz

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