Tres discos de música pesada: julio

por Pablo Puente
El country más oscuro que puedes escuhar, black metal árido y sonidos que entran al espíritu como una aguja de morfina. La lista pesada del mes contiene eso y más.

1.  Lik/Álbum: Carnage

Para los melancólicos, y como primera propuesta de este mes, les traigo una banda que toma lo mejor de la época del death metal sueco de antaño.

Remontándonos a la cúspide de la música pesada de los años 90, Suecia se convirtió en uno de los países que transformó completamente la manera de exportar bandas una tras otra, y crear al mismo tiempo tendencia. Lik mantiene esta escuela y con una añoranza de los primeros discos de Dismember y pesados riffs al mejor estilo de Entombed, nos trae una propuesta directa, sólida y con algunos toques modernos conjuntamente.

Escucho igualmente mucho de la fuerza y crudeza de Black Breath en su repertorio, y como es una banda relativamente nueva, canaliza mucho de esa aspereza que caracteriza a muchas de las bandas que recibieron y crecieron con toda la influencia de la escuela sueca temprana.

Al comenzar estas líneas, nombraba que el anhelo de sonido clásico estaba presente en esta placa. Sin duda, si se quiere poner a todo volumen y cabecear por todo lado como si estuviéramos 25 años atrás, este disco trae todas esas historias entre notas musicales, y proporciona la presencia y marca de lo mejor de la época dorada de Estocolmo

2.  Panopticon / Álbum: The Scars of Man on the Once Nameless Wilderness

Hace ya mucho tiempo que esperaba la oportunidad de poder escribir acerca del proyecto solista Panopticon. Con tan solo 10 años de existencia, y con un promedio de una producción completa cada dos años, estaba seguro que pronto podría compartir algunas líneas sobre A. Lundr, (compositor y ejecutor de todos los instrumentos de la banda). Sin embargo, se tomó un poco más de tiempo, y luego de casi 3 años sale a la luz The Scars of Mano on the Once Nameless Wilderness. El álbum valió totalmente la espera, y no solo fue un disco, sino un doble disco con casi 2 horas de duración, dividido en dos partes absolutamente fraccionadas la una de la otra.

Catalogado como riesgoso, es un proyecto mucho más íntimo y comprometido con las temáticas que son recurrentes en el proyecto: naturaleza, espiritualidad, paganismo y filosofía. Ahora, la cuestión es que para los nuevos escuchas de la banda, toma mucho de esa inspiración y del panteísmo incipiente que sobresalía en muchas bandas nórdicas de black metal. Transforma esas referencias a la realidad de la desolada y salvaje Norteamérica fuera de las grandes ciudades, solo el hombre y la naturaleza; y en este proceso, juega entre el árido black metal y un folk al mejor estilo de Bob Dylan. Esto, por supuesto, es lo que deja plasmado en cada una de las dos ya nombradas y marcadas partes del disco, que son como el día y la noche.

Efectivamente, este es el country más oscuro que se puede escuchar hoy por hoy, todo con hálito a licor casero y parajes congelados. Es un disco recomendado para escucharlo en conjunto mientras se está viajando a la montaña o se calienta sentado ante una fogata en el frío del páramo. Les dejo dos canciones, cada una de una parte de ese todo, que son tan disímiles y tan parecidas al mismo tiempo.

3.  Yob / Álbum: Our Raw Hearth

Yob es una banda estadounidense de doom que ha estado ya bastante tiempo en los escenarios y, coincidiendo con su última y gran producción Our Raw Hearth, era el momento para escribir sobre ellos.

Como suele pasar, los discos que salen de lo profundo de una tragedia resultan normalmente brillantes. Hospitalizado por múltiples dolencias, el vocalista Mike Scheidt casi no vive para producir esta melancólica e hipnótica placa, la cual se forma de esa experiencia cercana con la muerte.

Estamos frente a un disco pacífico y relajante, con alguna influencia de otros sonidos como Neurosis, y ciertos toques del stoner de Sleep. Muchas veces las canciones más largas (como es común en el doom), suelen no ser mis favoritas. Sin embargo, esta vez, son las que mantienen en alto esa atmósfera de pesadez y lividez al mismo tiempo, como flotando en un líquido aceitoso.

Como siempre, la paciencia es clave en ritmos como el propuesto ya que la quemadura no es profunda pero si constante. Mientras la psicodelia va penetrando como aguja de morfina, es necesario soltarse y abrazar el proceso de introspección, ya contemplado uno mismo y aceptando el final, la resolución de este viaje llega gloriosamente.

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