Conversamos con las tres cabezas de una nueva y poderosa criatura musical. A continuación, una visión panorámica del power trío que en esta temporada va dejando la camiseta por los escenarios de la capital.
Frailejones nació con el afortunado encuentro de tres contundentes historias musicales, con la puntual intención de hacer música y encontrar una propuesta diferente a lo que venían haciendo por separado tres monstruos de la escena local.
Roger Ycaza (Mamá Vudú, Mundos), Alex Alvear (Promesas Temporales, Mango Blue, Wañukta Tonic) y Andrés Caicedo (Guardarraya, Mundos) son los motores de un proyecto que se cocina desde el 2017, y expone ahora su propuesta en la capital. Con su primer single liberado, un repertorio en vivo y un universo visual, los tres músicos emprenden un nuevo trayecto donde la libertad, la experimentación sonora y la admiración mutua van marcando sus rutas de crecimiento.
A continuación, un vistazo a la historia y propuesta de Frailejones.
Un encuentro afortunado
Al inicio se perfilaba como un proyecto solista. Roger Ycaza tenía un grupo de canciones y un repertorio de ideas que pensaba desembocarían en una propuesta personal, en canción de autor. Pero, al encontrarse con otra fuerza creativa, sus temas demandaron una vida distinta. «Cuando me acerqué al Andrés y le enseñé lo que tenía a la mano, dije: capaz de esas canciones que habían, unas tres o cuatro funcionaban con percusión, batería, pero nos dimos cuenta que no. Las canciones pedían más», dice Roger.
Se unió a ellos en el bajo Fiorella Gallardo, de Mundos. Con esa alineación vivieron una primera etapa de exploración y construcción. Sin embargo, esa colaboración no pudo ser permanente. Con el viaje de Fiorella a Argentina, Roger y Andrés regresaron al formato de dúo. «Ya nos habíamos resignado, y de repente aparece semejante cereza del pastel», dice Andrés, refiriéndose a su encuentro con el gran Alex Alvear.
«¿Qué tienen contra el bajo?», les dijo el bajista, compositor y cantante quiteño después de una presentación del dúo en septiembre del año pasado. Les propuso sumarse al proyecto y ver qué frutos daba ese encuentro musical. «Básicamente no me llamaron sino que me les impuse», dice Alex entre risas. «El Alex es un músico al que todos le tenemos mucho cariño y admiración. Yo siempre digo que si no hubiera pasado de esa manera, yo no me hubiera atrevido a decirle que tocara con nosotros… Fue lindo que haya sido así para que podamos encontrarnos los tres…», comenta Roger.
La música está viva
Lo que Roger pensó como un proyecto «pequeño, íntimo, de una guitarra y una voz en una sala de casa», se ha convertido en una amplia oportunidad de expresión y exploración. La libertad ha sido clave en este proceso, en el que parten siempre de estructuras musicales sólidas, y el resto es proponer y experimentar. «Es importante tener el producto súper bien pensado, un fundamento clarito, pero siempre hay que darle un espacio a la libertad… No vamos a tocar estas diez canciones por toda la vida, pero sí es importante que ellas crezcan, que gracias a este juego vayan madurando, encontrando su espacio», dice Alex.
Esa apertura para recrear las composiciones ha sido constante en el estudio, en los ensayos y en vivo. Para Andrés, eso ha dado frescura a las dinámicas de esta banda. «Muchas veces siento que llegas al en vivo con los temas ya bastante bien logrados, y no te planteas nada, eso es. En cambio, para nosotros incluso en vivo todavía pasan cosas, y cada vez nos ensamblamos mejor. No es común que pase mucho eso ahora, a nuestras alturas».
«Estamos volviendo al rock», dice Roger al hablar sobre los procesos de transformación de las canciones y los resultados de este trabajo en equipo. «Con la fuerza del bajo del Alex, sumada a lo que el Andrés hace, que también tiene un montón fuerza, siento que los temas han crecido mucho en vivo. Acabamos de tocar el viernes anterior, y fue un concierto de rock. Y eso que hay unas canciones muy melancólicas, con reflexiones sobre el paso del tiempo, sobre el fin de la infancia y cosas por el estilo, pero la música es súper potente».
Menos es más
Asumen el power trío no solo como un formato, sino como un concepto cargado de significados. Lo ven como una oportunidad de probarse musicalmente y buscar los mejores resultados con recursos limitados. «El formato de trío es un reto porque tienes menos elementos, no te puedes esconder. Básicamente los tres estamos lluchos ahí, no hay nada más que hacer que tocar lo mejor posible las canciones para que funcionen con tan pocos elementos», dice Alex.
Frailejones construye todas sus aristas con ese mismo espíritu: resolver cada aspecto con los recursos disponibles. Con esa filosofía de trabajo, desde su arranque, han podido ofrecer una propuesta pulida y completa. Los sonidos salieron al mundo en diálogo con un universo visual pensado y ejecutado por Roger Ycaza, que ofrece una inmersión en paisajes imaginarios. Su primer single, «Cambio de Piel», fue liberado con una portada que parece parte de un un cuadro mucho más grande, y que se mantiene fiel a las pinceladas en tonos mostazas y cafés, que acompañan por ahora la identidad global de la banda.
Manteniendo coherencia con esa atmósfera visual, produjeron su primer videoclip. En colaboración con David Holguín, creador de la productora SURDA.TV y reconocido realizador audiovisual, gestionaron el video para el primer sencillo. David, que había estado trabajando cerca de Roger para «Estación Polar», su documental sobre la mítica Mamá Vudú, se sumó al equipo Frailejones como productor audiovisual asociado. Esta alianza estuvo activada principalmente por la empatía y su grata experiencia de trabajo previo junto al músico. Así, Holguín ha estado registrando desde varios frentes la actividad de la banda.
Revisa nuestro reportaje sobre «Estación Polar», el documental que produjo David Holguín sobre Mamá Vudú.
Roger y David escribieron en conjunto el guión para el video. Con un equipo de cuatro personas, luz natural, una casa y una cámara prestadas, crearon el universo visual para «Cambio de Piel», en un solo día de rodaje.
Un nuevo comienzo
Para los Frailejones este proyecto está cargado de la ilusión de los nuevos inicios y los reencuentros. «Es empezar otra vez», dice Roger, y habla de la experiencia de volver a emprender las rutinas de conciertos, de gestionar los espacios y los recursos para tocar. Alex y Andrés destacan la oportunidad que ofrece este proyecto para encontrarse con nuevos matices de sus instrumentos.
Está también la emoción de compartir con el público a partir de una propuesta a la que reconocen sólida, potente. «Quiero tocar full, en todos los bares de Quito, si se pudiera, retomar ese contacto directo con el público porque creo que tengo un equipazo, una bandaza. Me quiero dar con todo el mundo de nuevo. Esa es la sensación», afirma Andrés.
Lo que sigue para Frailejones es ir liberando los temas que tienen listos. Llegarán algunas canciones como abrebocas del disco completo. Por ahora, y mientras recibimos la música del power trío, también está la posibilidad de verlos en lo que queda de su residencia artística en el Ananké de Quito. Se estarán presentando ahí el 2, el 16 y el 30 de julio a las 20h00.