Carlos Sánchez Montoya es uno de los pioneros del rock en Ecuador, como músico y como radiodifusor. Amante de la naturaleza, melómano embalado, emprendedor inquieto y norio consagrado. Su historia está cruzada por el rock como una herramienta para Romper Falsos Mitos.
«Nunca en mi casa se escuchó música triste. Siempre escuchamos música feliz. Ese es como un gen que no sé si para bien, o para mal…pero en mi vida fue fantástico».
Así es como Carlos Sánchez Montoya describe el inicio de su camino en la música. Desde niño se vio inundado por la música de Duke Ellington, Glenn Miller, Elvis Presley y otros referentes gracias a sus padres. Esto marcó el nacimiento de una relación inquebrantable con la música «feliz», como él la considera, y la convirtió en su estilo de vida.
En su adolescencia, a inicios de los 80, se topó con el boom del heavy metal y el rock pesado, y no tardó en prendarse de ellos para convertirlos en parte fundamental de su camino. Desde entonces, el rock le fluye por las venas y le brota por todas partes. El rock lo acompañó mientras crecía y hoy por hoy es parte de lo que alimenta su espíritu y su trabajo. El rock lo llevó a poner una radio que sonaba en los recreos de su colegio, y luego a convertirse en el fundador de una de las primeras bandas de rock pesado del país y en uno de los primeros radio-difusores en poner a sonar el género en el dial del Ecuador.
Spellman Transmisiones
Carlos dice nunca haber comido cuento respecto a la música que escuchaba mientras crecía. Él se crió en un hogar de abuelos músicos que amaban el jazz y padres que conocieron e inculcaron en él esas tonadas como los orígenes del rock and roll que luego serviría como carretera de su vida desde la adolescencia. Al llegar a los años del colegio, cuando se sumergió de cabeza en el mundo del heavy metal, comenzó a picarle la inquietud de ver que la gente no comprendía bien la música que daba sentido a su existencia, y que por eso no habían bandas de rock pesado en español sonando con fuerza en nuestro país.
El resultado fue la aparición de Spellman Transmiciones y Mutación: Rock Ecologista, dos proyectos que lo definieron para el resto de sus días. «Spellman Transmisiones» fue una radio que Carlos estableció durante sus recreos en la secundaria, después de convencer a las autoridades de su colegio religioso de poner en los altavoces las canciones de Creedence Clearwater Revival, los Rolling Stones o Ten Years After, para ir aclimatando los oídos de sus compañeros al mundo del rock. Todo esto lo hacía con los discos de su papá. Fue la primera vez que se topó con una consola, y sin darse cuenta, puso al aire uno de los primeros espacios de difusión de ese género en nuestro país, en medio de un nicho conservador y chapado a la antigua.
Mutación, por otra parte, fue algo así como su respuesta a la banda de los alumnos mayores del colegio, que tocaban las baladas famosas de los 70. Carlos, embalado en grande, decidió juntarse con un par de sus amigos para tocar cosas más pegadas a las canciones de Iron Maiden que le fascinaban, y con ellas comenzar a pegarle a los oídos de todos con sus propias ideas.
No obstante, cuenta que decidió salir de la banda al poco tiempo, cuando sus compañeros, los hermanos Pinos, cedieron a una inclinación por tocar pop, cosa que nunca cuajó con él. Carlos dejó atrás el proyecto y su nombre junto con la pubertad. Más crecido, decidió abrirle trocha al rock por otro lado.
Romper Falsos Mitos
Cuando salió del colegio y abandonó su primera banda se topó con el mundo del rock frente a frente, y se dio cuenta de que era diferente del mundo con el que él había crecido. En realidad, su música estaba llena de cosas oscuras que él desconocía. «Yo me críe sano, noriamente sano. ¡Rock Verde!: naturaleza, selva, bosques, etnias, comida sana», dice enérgico.
Ahora se ríe de sí mismo por las veces que no atinó a entender la jerga que usaban otros músicos para hablar de las drogas que se pegaban, o de las cosas que hacían. No obstante, dice que gracias a su padre supo siempre que la música estaba cruzada a la mitad por «la vida bohemia». Más allá de que fuera rock, pasillos, jazz o merengue, él supo en un punto que ese era un componente del camino que había escogido, y uno con el que prefirió no meterse.
Este encuentro brusco también se cruzó con sus primeros pasos firmes en la radio. Cuenta que cerca de graduarse del colegio, solía frecuentar las cabinas de «Radio Pichincha», propiedad de uno de sus amigos. Allá llevaba sus discos para insistir a su pana que los pusiera al aire durante la emisión de un programa llamado «Archivos». Fue tanta su persistencia, que un día le propusieron quedarse haciendo el programa él mismo. Carlos se lanzó sin pensarlo dos veces y así apareció Rock por FM, su segundo programa radial, y el primero que hacía en la radio de verdad.
Éste fue uno de los primeros espacios de radio en Ecuador dedicados al rock. Carlos quería darle un espacio al «metal con testosterona». Para él, los programas de la época apagaban totalmente la esencia del género, y por ello, ponerse tras el micrófono fue la oportunidad perfecta para hacerse cargo de «el sueño de su vida». Se nota en el brillo de sus pupilas cuando cuenta cómo empezó a poner la música que le gustaba para todo el mundo.
Carlos dice que fue el primero en desterrar las propuestas musicales sesenteras y setenteras de la programación y en poner cosas del calibre de Motörhead y Iron Maiden. Poco a poco fue aprendiendo a manejar los equipos y con ello se ganó un lugar cada domingo a las 6 de la tarde para reventarle los tímpanos a los quiteños y despertar a la juventud al rock internacional. Luego evolucionó naturalmente y se convirtió también en una caja de resonancia importantísima para las propuestas nacionales. Comenzó a invitar a los rockeros de su ciudad sin distinción ni reproche por su procedencia o su rama; caía a sus ensayos con una grabadora para luego difundir sus canciones por la radio; ponía los LPs completos de bandas como Cry, Damaged Skull, Luna Llena y Mozarella.
El programa luego cambió de nombre. De Rock en FM, se convirtió en Romper Falsos Mitos, en honor a una parte del estribillo de «Breakthoven«, tema de Barón Rojo que Carlos escuchó en un disco que le regaló su padre. La canción decía que «hay que romper falsos mitos», como lema de guerra de una generación de jóvenes que querían hacer del rock la música clásica de su época. Esta era su bandera.
RFM, como se comenzó a conocer entre la gente, se hizo fuerte a lo largo de los años y pasó por varias emisoras, a pesar de la poca fe que los dueños de las mismas demostraban, según Carlos. Pese a todo, él siempre supo defender su lugar con la alegría y el empeño que imprimía a la realización del programa. Con el tiempo, se convirtió en un espacio importantísimo del rock nacional con el que Carlos juntó a los músicos de la ciudad bajo una sola frecuencia y resonó hacia otros lugares de la sierra central. Desde que puso los discos de su papá en el altavoz de su colegio en el recreo, terminó consolidándose como una voz que ayudó a resonar a toda una generación de guambras rebeldes.
A la par surgió Animal, la segunda banda de Carlos y la que podría considerarse como la más importante en su carrera. Carlos cuenta el origen del nombre con la voz impregnada de energía: «A mí toda la vida en el colegio me decían animal por defender la naturaleza. Una vez un profesor me dijo ‘animal’, y yo le dije, ‘sí, soy un animal’, porque me gustó sentirme así». Dice que para él ese nunca fue un insulto, sino un mérito. «Un animal no se droga, no toma, no fuma, ama la tierra, tiene convivencia comunitaria», defiende enfático. Con ello se adueñó del apodo peyorativo y lo tomó para hacerse fuerte. Así nació Animal: Rock Verde.
El nombre de la banda también fue dado por su «hermano del rock», Mauricio Machado, el pana con el que compartió la pasión por la música en su juventud, andando en bicicleta y vacilando sus escarapelas hechas a mano y sus mochilas rayadas con liquid paper. Según Carlos, fue él quien le dijo que la banda tenía que llamarse «Animal». Así se juntaron con Darwin Moreno (hermano del actual presidente del Ecuador) y Paúl Rodríguez para traer a la banda a la vida.
Animal duró 10 años, grabó un disco y cambió de integrantes varias veces. Se disolvió a finales de los 90, pero su legado sigue viviendo en Carlos y en el amor que cultivó por ella. Dice que tiene 12 temas inéditos guardados que planea sacar en un disco de tributo en un futuro próximo.
Radio Zombi FM-TV
Carlos cuenta que en un momento dado durante su carrera creciente de radio-difusor predijo la muerte del dial en AM. Esa premonición lo ayudó de alguna manera a mantener su espacio bien asegurado en la radio. Gracias a la solidez que adquirió con su programa, pasó a través de algunas de las radios más importantes del país, como Radio Visión o la Hot 106.
Contra viento y marea, logró que nunca lo callaran. Cuando en la radio le negaban el espacio para el rock o le movían el horario de su transmisión, él se adaptaba. Durante una época pasó de poner heavy-metal a hacer sonar a bandas de ska o de punk, lo cual lo convirtió también en un programador pionero de esos géneros en nuestro país. Con la premisa de siempre darle prioridad a la música feliz, se adaptó a los obstáculos del medio y logró programar bandas como Los Inhumanos o Men at Work para seguir contagiando a la gente con su vibra electrificante. Hoy por hoy, se atribuye el haber educado a los oídos de toda una generación de rockeros en una parte de nuestro país.
En la actualidad, Carlos es un hombre multifacético. Continúa su camino en la radio con «Radio Zombi FM-TV», bautizada así después de un desamor que lo dejó sintiéndose «muerto en vida». Funciona on-line y está en proyecto de convertirse en canal de televisión porque dice estar consciente de que el FM también morirá pronto. Él busca adelantarse a la tecnología en sus propios términos para seguir esparciendo sus ideas. Su intención no ha cambiado. Desde siempre ha sido contagiar a la gente con el virus del género y hacer que se cuestione sobre su mundo. Por eso dice que el lema de la radio es «Tenemos tu Cerebro».
En cuánto a su vida de músico, con la disolución de Animal, Carlos se cansó de cambiar tantas veces la formación y de pelearse con la gente que no entendía su concepto de la palabra. Ya en una etapa más madura de su vida, se puso a buscarle nombre a un nuevo proyecto. Tenía que empezar con «A» para honrar a Animal y a su hermano Mauricio que falleció en el incendio de la discoteca Factory. También tenía que resumir en esencia todas las cosas por las que ya había luchado con sus canciones anteriores: la naturaleza y la vida. Así nació Amazon: Rock Vital, y con ella, Carlos «sigue en la lucha».
Carlos dice que dedica toda su obra a sus padres y a su hija Camila. Ellos han sido sus principales partícipes durante su adopción del rock como su vehículo. El rock es estilo de vida, la energía que lo alimenta y que lo mueve, y dice que con él va a morir, «siempre fiel a sus principios». Mientras tenga como, siempre lo van a ver buscando contagiar a la gente y comerse sus cerebros y enseñarle a utilizar la música para Romper Falsos Mitos.