Abbacook: La banda de la buena onda

El nombre de esta banda es una deformación del nombre del profeta «Habacuc», uno de los personajes más cool de la biblia, quien hablaba siempre de la facultad que tenemos para «plasmar nuestra propia visión». A Pancho Feraud, guitarrista guayaco y co-fundador del grupo, le resonó el nombre un día en la cabeza, y lo puso a pensar en que, como creador debería tener una responsabilidad frente a su arte y a lo que quería decir con él.

Con esta idea contundente rondándole, se conoció con Jorge Campoverde, músico oriundo de Machala, durante alguna grabación en Fediscos allá por el 2010. La química musical entre ambos surgió al instante y provocó que Jorge se mudara definitivamente a las orillas del Manso para comenzar a componer y maquetear cosas con Pancho. Durante dos años se fue consolidando una relación de amistad y creación que finalmente los llevó a asumir juntos esa responsabilidad de plasmar su visión. Así crearon Abbacook en 2012.

Imágenes tomadas de la Página Oficial de Abbacook y cortesía de Pancho Feraud.

Su interés por contagiar con pensamientos positivos a la gente parecería haber atraído buen karma desde el inicio. Prueba de ello es que los músicos que completaron la cuadrilla de Abbacook en sus orígenes llegaran a la banda casi sin ser buscados. Descubrieron a Marco Armijos, su baterista, porque siempre iba a Fediscos con Raúl Molina (baterista en Jazz the Roots, Wañukta Tonic, etc.), cargándole los platillos por ser su alumno, según cuentan entre risas. Algo en su onda conectó con la suya y comenzaron a tocar juntos con total naturalidad. Vivieron poco tiempo como un ensamble de dos guitarras y percusión, porque el bajo llegó asimismo, sin que tuvieran que salir a buscarlo.

Marco les comentó un día que tenía un amigo llamado David Rivera, que podría calzar con las necesidades de la banda. Cuando lo trajo al ensayo, pareció que el universo se había confabulado en su favor, pues Pancho cuenta que ya había visto a David años atrás en un tributo a Aretha Franklin y que en el momento supo que él era el bajista que necesitaba para su banda. Pancho y Jorge dicen que ha sido bacán ver la consolidación de su banda como algo que no se ha dado por «coincidencia», sino como el resultado de sus ganas de tocar y de la buena suerte que atrajeron, con su buena vibra.

La escuadra completa. Pancho (arriba), Jorge (derecha), Marco (abajo), David (Izquierda).

Su principal motivo para hacer música es cocinar buena onda en los oídos de quien los escuche. Invitan constantemente a la fiesta y al positivismo con su ritmo cargado funk y sus letras optimistas. No se trata solo de poner a bailar a la gente, sino de alegrarle un poco la carga de la rutina y permitirle soltar las malas vibras sacudiendo el esqueleto.

Pancho y Jorge tenían este principio en claro, y desde el inicio se propusieron hacer música apuntando en esta dirección. Sus canciones son bailables y vacilonas, pero al mismo tiempo están cargadas de mensajes profundos e introspectivos para el oído atento. Así buscan definir su sonido hoy en día, después de una breve evolución que comenzó con Aire Nuevo, su primer disco, concebido hace cuatro años. Es un poco más lento, contemplativo, fuerte por momentos, chantado en lo que escuchaban en ese momento, como dice Jorge. No le falta nada de potencia, pero frente a su trabajo actual, podría verse como el producto de una etapa con menos groove.

No obstante, pavimentó el camino y los posicionó como una formación con un sonido bien trabajado y con líneas claras sobre lo que tocaba. Propone un viaje interesante a través de sus 10 temas, en los que se respira mucho del funk que los caracteriza hoy en día, mezclado con notas más indie y nostálgicas.

Después de que lanzaran este álbum en 2013, Pancho y Jorge emprendieron un viaje juntos a Buenos Aires para explorar la escena y regar la semilla de su música. Fue entonces que se vieron en la necesidad de reinventar su sonido y volverlo más fiestero.Jorge recuerda con claridad el momento en que esto pasó, cuando debieron dar un recital sólo con sus dos guitarras acústicas, pensando en cómo sonar bacanes con los pocos recursos que tenían. Desde entonces respiran y emanan aires de reinvención, buscando sonar cada vez más poderosos, frescos y alegres en su afán de propagar buena energía.

Así fue como produjeron L/R, su segundo álbum, que si bien tiene menos temas que el predecesor, suena más consistente. Influenciados con mucha fuerza por artistas como Charles Bradley o James Brown, sacaron tres canciones totalmente nuevas, renovaron totalmente a tres canciones antiguas y dejaron un pequeño adelanto de lo que están cocinando para su disco número tres. ¿Por qué L/R? Así se dividen los canales de sonido de una consola, dice Pancho. Quizás, en un nivel de interpretación más profundo, esa dualidad representa el vuelo que están teniendo actualmente entre su música antigua y sus sonidos nuevos.

Con ese espíritu, en mayo de 2016 completaron una gira de medios muy amplia en México, en la cual salieron en radios, revistas y programas de televisión, y aprovecharon para tocar todo lo que pudieron, dejando una huella firme. Se fueron para después de llevar a cabo algo que se pareció mucho a un «estudio de mercado» en sus redes sociales, donde se dieron cuenta de que México respondía bien a su música y se veía como un terreno potencialmente fértil para hacerla crecer. Con el mismo empuje también consiguieron abrirle el show en Guayaquil a Erlend Øye y luego grabar con él un cover de The Smiths en medio del ambiente casual y cálido de la cabina de Fediscos.

Actualmente, en 2016 promocionan su single «Frío y Calor» como una probadita del power que traen para su tercer álbum. Prometen harto funk sabroso. Jorge dice que al escucharlo se puede notar claramente el bagaje de cada músico y la forma en que este se sincroniza con el de los demás. Como si sonaran a lo que siempre han querido. El futuro pinta prometedor para que Abbacook se abra camino cada vez con más fuerza en una escena musical guayaca muy fresca y muy joven.

Pancho habla de las nuevas plataformas y de las redes sociales, y dice que es increíble el hecho de que «la música es global. Una banda de Guayaquil puede sonar como una banda de Japón o de cualquier otro lado» [risas].

Se sienten seguros y capaces de seguir creando música con buena onda que contagie las células de su público a un nivel profundo. Podría decirse que buscan hacer de la vida una fiesta y para ello, atacan con el poder del groove desde dentro, metiéndose en el esqueleto para ponerlo a bailar, y en la cabeza para ponerla a maquinar buenas ideas.

Hay una idea de la que están seguros, que los mueve para seguir creando y que se expresa en todo lo que hacen como banda: Mientras haya chance, seguirán tocando para hacernos sentir la vida cada vez con más ñeque y buena onda.

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