Crónica: Todo lo que fue El Carpazo

por Radio COCOA

Por: Martha Susana Vivero*

Mientras descolgaba las luces de la carpa de Radio COCOA, me sorprendía lo rápido que habían pasado las horas. Se había acabado todo. Llegué a cuestionarme si realmente había sucedido el festival. Estaba destruida el alma y el cuerpo (después de presentaciones tan brillantes, no había cómo sentirse de otra manera). Como amante de la música me lo tomé todo muy personal. Sentía que este evento era algo mío. Por eso, el entusiasmo y la preparación no fueron menores al ímpetu.

Foto: Juan Pablo Viteri

Foto: Juan Pablo Viteri

Cuando se abrieron las puertas de El Carpazo, el público ingresó y con ellos, nervios y expectativas. Todo tenía que salir bien. Todo salió bien. Si hay algo que debo destacar fue la magnífica logística de todo el evento. No esperaba que todo funcione a la perfección. Todos los artistas cumplieron con sus tiempos, lo cuál permitió que el que quisera, pueda ver a las 14 bandas. El cartél nos inundó de grandes artistas. Presentaciones internacionales: El Mató a un Policia Motorizado, Los Tetas, Pdrito Criollo Soundsystem y Brazilian Girls. En cambio, las nacionales fueron más y mostraron todo su potencial en el escenario: Daniel Merchán, Tripulación de Osos, Mundos, Alkaloides, La Maquina Camaleön, Estero Humanzee, Biorn Borg, Babylon Fall Sound System y Los Corrientes. Ninguna banda pasó desapercibida, todas ocuparon un espacio y un tiempo especial en los expectantes.

Foto: Juan Pablo Viteri

Foto: Juan Pablo Viteri

Al llegar al potrero de Lumbisí, donde se ancló la arquitectura circense del festival, me dieron una pulsera verde que decía “Artista/Músico”. Me sentía la más bacán. Bendita pulsera que me dio acceso a esos backstage que hicieron de El Carpazo una experiencia increíble. Fue esa misma pulsera la que horas más tarde, me hizo testigo de aquel momento de la noche en el que Sofía Abedrabbo de Biorn Borg bajó del escenario, diciendo ¡Auxilio, auxilio! abriendo sus brazos y esperando que alguien la rescate de las cuatro gradas que la llevaban al suelo. En casi 50 minutos de concierto, había entregado todo y sus piernas ya no la podían sostener.

La guitarra folk popera de Daniel Merchán comenzó a sonar cuando el sonido de fondo eran sólo unos cientos de adolescentes conversando mientras tomaban sol. Eran las 2:00 pm y la gente que estaba dispersa explorando todo el campus del evento, se acercó al escenario de Radio COCOA mientras el cantante les decía “¡Más cerca!”. En la canción “María Juana” la gente movía sus cabezas y reía por las letras divertidas de Merchán, preparándose así para la tremenda celebración musical que se venía.

El escenario de Radio COCOA, el más pequeño, tenía un line-up que fácilmente pudo haber sido el principal. Me sorprendió la cantidad de gente que se mantuvo en este escenario para ver a Mundos, a La Máquina Camaleön y a los Alkaloides. De estos tres, debo resaltar el carisma y magnetismo de Felipe Lizarzaburu, líder de La Máquina Camaleön. El Camaleön, como muchos lo llaman, logró conectarse en todo sentido con el público, mientras adolescentes fanáticos se peleaban por estar en primera fila, lo más cerca posible del frontman de la banda. Tocaba su teclado a centímetros del público y los abrazaba en ocasiones (sí, los abrazaba). Rodrigo Capello, a un lado, ponía a sonar a la guitarra cerca de un pequeño ventilador. Su camisa volaba y toda la puesta en escena era épica. Los fans formaban parte de la banda y la banda formaba parte de los fans. Eran uno solo. El segundo escenario le quedó corto a esta banda, de quien seguramente escucharemos grandes cosas en los próximos meses.

La gente estaba emocionada al terminar el show de La Maquina Camaleön. Algunos corrieron al escenario principal para ver el final del show de Tanque y otros aprovecharon para darse un paseo en la gran rueda moscovita multicolor. Todos vivían un ambiente festivo, en medio de la música y el descanso, con un aire muy similar al de festivales como Coachella.

Foto: Juan Pablo Viteri

Foto: Juan Pablo Viteri

Tanque fue la primera banda del escenario principal en llenar casi por completo la gran carpa. Esta banda de punk marcó toda una generación, la de los 90. Fue increíble ver como el escenario reventó cuando empezaron a tocar. Había de todo: gente que estuvo presente en los inicios de la banda (1996) y gente que nació unos años despues pero que aún así se sentían identificados con su música. En este show, ocurrió el esperado (y más grande) mosh del evento.

 

A la gente no le importaba nada más que disfrutar ese momento de ver a esta legendaria banda ecuatoriana tocar esas melodías vibrantes. Saltar, empujar, bailar. Todo valía. La energía rebotaba entre la banda y el público. Cuando el show terminó, me acerqué a Juan Fernando Muñoz (bajista). Con voz entrecortada y las emociones que superaban su cuerpo, me decía: “increíble, increíble, no tengo palabras para describir.. nosotros pagaríamos por hacer esto”.

Foto: Juan Pablo Viteri

Foto: Juan Pablo Viteri

El sol se iba y las las luces aparecían con aire de circo. Todo era fiesta y una avalancha de colores acompañaba a las bandas. Era momento de recibir a los argentinos de El Mató a un Policía Motorizado. Minutos antes, tuve la oportunidad de conocerlos en persona y hacerles un par de preguntas. ¡Qué tipos tan simpáticos! La manager gritaba sus nombres mientras ellos jugaban a la pelota: Gusti (guitarra) en el arco, Santi (guitarra y voz) se preparaba para patear y Manu (guitarra) le hacía barra. Cuando logramos que se sienten para la entrevista, nos presentaron su disco y nos contaron lo felices que estaban de estar por primera vez en Ecuador.

Foto: Juan Pablo Viteri

Foto: Juan Pablo Viteri

Una vez en el show, tuvieron gran convocatoria. Por mi lado, me encantó ver que la gente sabía la mayoría de las canciones de su último disco La Dinastía Scorpio. El público se contagió de la energía de la banda. Todos coreamos y bailamos en “Mujeres Bellas y Fuertes” y “Chica de Oro”. Me preocupaba que les cogiera la altura pero no tuvieron problema alguno. La gente estaba feliz. Sus seguidores no podían creerlo.

 

A las 7:30 de la noche inció el highlight del festival. Biorn Borg fue una de las bandas más esperadas y me atrevería a decir que la banda con más público. Empezaron a tocar con una energía extremadamente alta. Las luces acompañaban al gran performance del grupo y los fans no paraban de saltar y corear todas las canciones como si fuera la última vez -y lo era. Fue un regreso y una despedida épico para la banda. La energía bajó y la atmósfera se volvió un tanto tranquila cuando empezó a sonar “Síndrome de Uppsala”.

 

“Estoy en un estado alterado de conciencia –me dijo Toño Cepeda (bajista de la banda)- no sé que vaya a pasar con la banda, solo sé que la música siempre va a estar con nosotros… lo importante es lo que tuvimos hoy con la gente”. Abrazó a Bastián, extasiado él, extasiados todos.

 

Poca gente se fue. A pesar de haber bailando y cantando el día entero, el momento de Los Tetas había llegado y había que prepararse. Esta banda chilena nos hizo bailar al ritmo seguido de su funk. “Papi… Dónde está el funk?” fue una de las canciones más esperadas. Los solos de las guitarras de David Eidelstein “Rulo” fueron punto clave para encender los ánimos y marcar el mood del público. Los juegos visuales acompañaron a la banda y enriquecieron su performance. Las letras al sexo cantadas al ritmo de hip-hop quedaron zumbando en los oídos de los asistentes. Los Tetas: el cierre perfecto para esta fiesta de la música.

Fueron 11 horas vibrantes de celebración en las que comprobamos, una vez más, que la gente esta sedienta de música, de arte y de cultura. Tiempo en el que comprobamos que sí se puede hacer eventos musicales de calidad en Ecuador. Cada vez nos acercamos más a los festivales internacionales que vemos con nostalgia. Seguro esta tercera edición de El Carpazo marcará una pauta para los siguientes festivales en los que el lenguaje de la música se convierte, para siempre, en universal.

 

*Martha Susana Vivero
Estudiante de Periodismo, colaboradora de Radio COCOA. Preguntona, contradictoria y la menor de tres. Músico viviente a tiempo incompleto. @MarthaSuVivero 

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