¿Qué significaba ser alternativo en los 90?

por Marcos Echeverría Ortiz

* La siguiente serie de publicaciones no corresponde a la construcción de estereotipos, sino al registro de espacios, momentos y personajes de la escena independiente pasada y actual.

¿Qué significa ser alternativo? Esta etiqueta cambia con el paso de tiempo, especialmente con la aparición de nuevas tendencias culturales, artísticas y sociales. Pero en términos generales, el “alternativo” es un personaje diferente y que mantiene una postura de contra cultura guiada por espíritu subversivo que desafía el status-quo, que no necesariamente es político.

Hoy la etiqueta de moda sobre lo alternativo corresponde al hipsterismo: subcultura que disfruta de la música indie-under, de las artes y que tiene una fuerte postura de rechazo a lo berreado. Pero, hace veinte años atrás, la etiqueta de lo alternativo era totalmente distinta.

Juan Fernando

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Juan Fernando Andrade, baterista de Los Pescados.

“Nos sentíamos distintos. No nos integraban en las cosas ´populares` que pasaban a nuestro alrededor. Evidentemente, tampoco queríamos estar incluidos ahí”. Durante la primera mitad de los noventa, Portoviejo era una ciudad aburrida donde lo único que podías hacer era dar vueltas por la calle principal. Musicalmente, esta localidad estaba inundada en los rezagos musicales del pop ochentero: Luis Miguel o Timbiriche sonaban en los discomóviles de las fiestas adolescentes.

“Desde siempre escuché rock. Cantaba AC/DC o Antrax sin saber mucho la letra, pero entendía que había un sentimiento de rebeldía y esto fue lo que nos motivó a revelarnos contra la monotonía. Con el rock escapábamos de Portoviejo sin salir de Portoviejo”, dice Juan Fernando Andrade. Así, este adolescente que vestía con camisas a cuadros y jean rotos, nunca sintió la obligación de seguir a la masa. Esto fue lo que le permitió, años después, formar una de las bandas más sólidas del rock ecuatoriano: Los Pescados.

*Al inicio del video se muestra un extracto de Noise, la primera banda creada por Juan Fernando y Nelson Corral, el otro Pescado).

La música

El acceso al rock y a la música alternativa se convirtió en una “piratería bien intencionada”, auspiciada por el boom petrolero. Juan Fernando cuenta que tras este hecho histórico, las familias comenzaron a viajar mucho hacia los Estados Unidos. “Recuerdo que la gente, literal, llegaba con maletas repletas de cassettes que después se daban la vuelta de casa en casa, de carro en carro y de fiesta en fiesta”.

El otro acceso a la música se lo deben a un canal de televisión local. “Cuando se acababa la transmisión nacional, a eso de la media noche, Ecuavisa se enganchaba a la señal de MTV. En primer curso nos trasnochábamos hasta las cuatro, cinco de la mañana pegados a la tele grabando los videos en VHS”. A la mañana siguiente, todos se reunían en el recreo para intercambiarlos. “Hasta hoy me asombra ese sacrificio”, dice.

La música registrada en este formato análogo era el grunge, la tendencia de aquella época. “Recuerdo haber visto y escuchado sobre todo a Nirvana. Neversmind e In Utero son dos discos que los escuché muchísimo. También a Pearl Jam, Smashing Pumpkings, Radiohead y hasta Oasis. Claro que esta banda era como la otra cara de grunge, pero el Morning Glory – primer álbum de Oasis – se tomó el mundo y a mí me gustaba mucho».

El plan

Todos los adolescentes de Portoviejo se conocían e iban a las mismas fiestas. “Odiábamos cuando las bandas hacían covers de Luis Miguel y cosas por el estilo. Lo único que nos gustaba es que las chicas estaban ahí. A veces nos íbamos porque nos hartábamos de la música y caíamos a la casa de alguien para escuchar nuestros discos. Esta era una muestra de identidad”, dice Andrade.

Aunque no había una marginación severa hacia lo alternativo, ellos se aislaban para explorar su personalidad, “sobre todo para reforzar y definir nuestra identidad”.

La facha

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Cabello alborotado y camisas a cuadros, la pinta grunge noventera. Foto: Nirvana.

Las imágenes de MTV sin duda fueron un referente para asumir una identidad a través de la ropa. De esta manera se alejaron de concepciones estéticas que transitaban entre camisas bien planchadas, cardigans y pantalones formales. “Nosotros pensábamos que vivíamos en Seatle. Hacía un calor de mierda pero usábamos esas camisas de lana a cuadros, camisetas y jeans rotos. Creo que esto representaba una lucha por espacio, para que nos dejen existir como queríamos, sin críticas sociales ”.

Los toques y Portoviejo Rock City

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Fotograma de la película «Mejor No Hablar de Ciertas Cosas».

Nunca hubo un venue específico para la música alternativa. 

Las bandas de rock no llegaban a Portoviejo. Los únicos conciertos eran de pop con Tranzas, Tercer Mundo o Los Intrépidos. Estos eran los eventos masivos a los que la gente tenía acceso.

Dentro de esta búsqueda y lucha por un espacio, un amigo de Juan Fernando encontró un bar en el centro de Portoviejo. “Era una sala de villa, una cantina de pueblo con gente tomando cerveza. Me acuerdo que había una trastienda y ahí armamos un escenario con cajas de biela. Los clientes usuales no esperaban que se presente una banda de rock. Pasaban las horas y nadie pagaba. Me acuerdo que fue un show larguísimo donde no más de cinco amigos nos fueron a ver”.

Si los espacios para la difusión del rock eran escasos y el manaba promedio no estaba relacionado con esta música ¿cómo nació el mito de Portoviejo Rock City?

Según La Rola, una de las bandas de rock más activas de esta ciudad, el músico y escritor satírico Pancho Jaime fue quien la bautizó. A mediados de los ochenta él se encontró con un concierto multitudinario de rock en una plaza llamada Las Vegas.

Para Andrade, Portoviejo Rock City es un “rumor chévere”  que está en la boca y la mente de las personas. “No es que vas a la ciudad y todos están tocando rock, pero la gente que lo ha hecho se ha mantenido, con o sin plata, con o sin público. Ese letrero lo hicieron los panas de La Rola para la portada de un disco. Es una cosa mucho más folclórica que significante”.

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Postura

Es innegable que los noventa fue una de las décadas más inestables y conflictivas de nuestro país. Pero el adolescente alternativo de Portoviejo que hacía música no estaba interesado en política. “Esa inestabilidad se transformó en lo más normal del mundo. Más bien la gente se quejaba por vivir en Portoviejo, y decían que todos los días y fines de semana eran iguales. Era como Sprinfield. Todavía escucho que las bandas tienen mucho rollo con eso: quiero ir , escapar, huir…los noventa fueron agitados pero nosotros teníamos problemas más grades, como encontrar un lugar donde ensayar, conseguir discos o posters”.

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1 comentario

minecraft 25 febrero, 2017 - 7:33 AM

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