La música de este proyecto es rara, honestamente extraña. Cuando la escuchas, sientes ese rasgado, esa fuerza innata que tiene el rock. A medida que vas metiéndote en más temas, comienzas a descubrir nuevas cosas…por ahí logras captar un sonido antiguo y ceremonioso, aquel que solo un órgano es capaz de reproducir. La melodía sigue y tratas de identificar la música. Estás fascinando pero te sientes inseguro y dudas en dar el veredicto que encasille a esta propuesta dentro de un género.
La emoción sigue cuando logras captar la esencia de las letras. Comprendes que no son literales y sientes más curiosidad al escuchar términos como amuleto, alas, aire, imperceptibles, existencia, sueños, irradiar…palabras místicas que te transportan a un mundo ocultista y desconocido. En este punto, estás perdido pero satisfecho tras experimentar una pequeña pizca del misterio que encierra La Máquina Camaleön.
Esta banda es una “herramienta fantástica” operada por un ser que posee varias caras, facetas y personalidades que se sintetizan en “El Camaleön”: un tipo joven, flaco, rubio y de lentes gruesos que vive en una pequeña casa en Cumbayá. Su nombre es Felipe Lizarzaburu y es el gestor de este proyecto.
Seis años atrás, Felipe tocaba junto a Mauro Samaniego, Fernando Procel y Pedro Ortiz (Da Pawn), en una banda de indie-rock llamada Totem. Tras algunos años de actividad en la escena local, Felipe emprendió un viaje hacia Argentina. El vivir solo y en un país desconocido fue catártico para su personalidad. “Me replantee un montón de cosas. Estaba solo y fue una época de cambio para mí. Me cuestioné a dónde quiero ir, qué quiero hacer…”, dice.
A partir de este momento, su proyecto personal comenzó a maquinarse. A medida que iba grabando algunos demos, los libros sobre filosofía, ocultismo y religión fueron piezas importantes para definir la identidad del proyecto. El misticismo fue un concepto al que Felipe siempre estuvo apegado. “Se puso de moda el fin del mundo y Argentina es un país denso donde puedes encontrar un montón de información. En ese tiempo me llevaba más por las percepciones y como pasaba tanto tiempo solo, leía sobre religiones e investigaba mucho para tratar de sacar algún concepto”. De este ejercicio partieron ideas relacionadas a la magia, algo que explota mucho a nivel sonoro y lírico en Roja. “Me di cuenta que la magia está más cerca de lo que uno cree. No tienes que ser supersticioso para creer en ella, la magia está en la realidad”.
Felipe regresó al país con una buena cantidad de temas. Consideró que amigos músicos y otros contactos dentro de la escena local podrían ser importantes para desarrollar su proyecto. Así intregró “La banda Roja”, su agrupación inicial: Martín Samaniego (batería), Rodrigo Capelo (guitarra) y Fernando Procel (bajo), con quienes comenzó a definir una identidad sonora. “Tocamos y a la gente le gustó. Me di cuenta que los temas eran buenos y después de un tiempo decidí producir y concentrarme en este primer disco”, cuenta.
Uno de los espacios claves de esta banda fue “La Camaleónica Casa”, un lugar que Felipe arrendó en Guápulo. Acondicionó un cuarto de ensayo para poder lograr un sonido de calidad. “Ya teníamos la noción de que no necesitábamos un estudio. De la forma más básica, grabamos primero»El Inmenso» y «Retorno». El sonido era súper casero y no me interesaba lograr la perfección de un estudio”. Tras este primer experimento bien logrado, decidieron seguir con el resto de los temas. Completaron el disco en una semana y media, durante agosto del 2013. Chelo Suárez mezcló el material y Felipe Andino fue productor.
La música de Roja es totalmente espontánea y no por haber sido compuesta al azar. Al escuchar un tema es difícil saber a qué te enfrentarás a medida que la canción corre. Sonidos fuertes, distorsionados y psicodélicos forman la identidad musical de este trabajo.
“En este tiempo existen bandas que reviven sonidos viejos. Por ejemplo Tame Impala es una onda que me encanta, tienen estética vieja pero proponen algo más. Esto de tomar sonidos que te gustaron para crear algo nuevo, me parece una bestia”, dice El Camaleön.
Un instrumento muy presente y trascendental para la identidad de Roja es un órgano Farfisa de los años setenta que Felipe encontró en Argentina. “Lo que yo hago es tratar a los teclados como guitarras”. Esta es la razón por la que La Máquina posee esa peculiaridad sonora muy apegada a The Doors. “En un punto de la historia las bandas dejaron de usar órganos y yo quise utilizar uno para caracterizarme por tener este sonido. Ray Manzarek (tecladista The Doors) es una influencia para mí”, cuenta.
«Entre Sueños» y «El Inmenso» son canciones que poseen un intro ruidoso y distorsionado. Al final, el órgano siempre despunta en un caos acompañado por la fuerza de la batería y la solidez del bajo. “Es rock pop porque no soy tan pesado, pero es rock, definitivamente. Roja tiene que ver con esa fuerza”.
“Las canciones son muy reflexivas. Para mí, cada uno puede convertir a una canción en un amuleto que te envíe a un montón de lugares”.
Las letras de Roja son originales, mezclan filosofía, fantasía y la propia experiencia del autor. Aunque muchas de ellas nacen de una búsqueda personal, el mensaje no es literal. Esto permite que mantengan una fuerza y misterio, lo cual propicia una máxima atención al escuchar cada canción.
En este álbum están incluidos nueve temas: Facetas, La Música, Hoy, Entresueños, Conectado, El Amuleto, Hombre Oxidado, El Inmenso y Los Zanqueros.
«Facetas», el tema que da inicio a este álbum, dice: “Espantando uno pájaros, pasaré mi existencia entera. Solo espero que mi cosecha, cubra la tierra entera…”. Esta hace referencia a lo que significaba La Máquina para Felipe. “Antes de crearla era algo que no podía tocar, ni tampoco cosechar porque no podía producir. Era algo inalcanzable pero que siempre estuvo ahí”, comenta.
La descarga mística y surrealista más fuerte se encuentra en dos temas: «Entre Sueños» y «Conectado». La primera dice: “Que la carne no te pese, que el tiempo no te estrese. Sin las uñas no te mueves, rasga el tiempo… Te despiertas para soñar y te duermes para despertar”. La canción habla sobre su sueño principal, sobre a dónde quiere ir Felipe con este proyecto. La segunda nació en el 2011 y es una canción que habla sobre el fin del mundo. Felipe se pregunta: “¿Cuál sería la peor catástrofe? Lo peor que puede pasar es que se acaben las máquinas. Me gusta mucho porque es la canción más lúdica, habla de un personaje post apocalíptico”.
El tema «Amuleto» mantiene un concepto oculista e invoca a un personaje creado por Felipe. “Hablo de un amuleto con el que puedes ver en la oscuridad y con el que también llamas al Camaleön”.
¿De dónde nació ese personaje lúdico? Aquel frontman sobre el escenario que juega y cuenta historias mientras se posa con sus manos bien abiertas sobre su órgano…Antes de ser este personaje, él era tímido. Para despojarse de ese rasgo de su personalidad, creó al Camaleön inspirado en Salvador Dalí y Jim Morrison.
“El Camaleön va desde lo más básico y material, cumple con el estereotipo de rockstar (Jim Morrison), pero también es profundo. El camaleön rojo es surrealista. Es como ese Dalí que daba las entrevistas y que en los medios causaba sensación. La gente quiere un circo y no cosas serias. A base de este juego trato de mentir”.
Manifiesto Camaleön #1
Porque somos verdes y cuando queremos rojos, porque sabemos la verdad cuando vemos a los ojos.
Porque a la mentiras blancas las pintamos de colores, porque la vida a veces espanta, nos reímos hasta en las peores.
Sí, El Camaleön miente, pero sus mentiras son blancas y las utiliza lúdicamente para promocionarse. “No voy a estar pensando qué puedo decir o qué no. Voy a decir lo que sea necesario. Este disfraz y este circo solo sirven para atraer la atención a lo más importante: la música. Ahí sí soy sincero”, dice.
La portada es la imagen principal, la identidad visual de un proyecto. Es la asociación directa al producto de una banda. Felipe tenía claro esto y sabía que la imagen de Roja debía sintetizar todos los conceptos de su proceso creativo.
Sus letras místicas e historias fantásticas, el cambio de personalidad, la fuerza del rock y el juego a través de su disfraz camaleónico debían estar presentes. ¿Cómo lograrlo? En un principio, la idea era confeccionar una máscara ostentosa que asocie los conceptos de mística, deidad, el rockstar y su disfraz. Hoy, la imagen es otra y el camaleön aparece con el torso desnudo mientras sostiene un huevo rojo y con su rostro oculto tras una máscara del niño Dios. “Jesús también es rockstar, un man que puede hacer todo, caminar sobre el agua, que es un genio, perfecto e hijo de Dios. De igual forma ocurre con todas las figuras importantes como Morrison y Dalí. Ellos se ponen a la par porque tienen la misma fuerza de un dios y la gente quiere creer en ellos”.
¿El huevo rojo? Esto es lo más importante de la portada y según cuenta Felipe, este objeto sintetiza lo verdaderamente trascendental de su trabajo: la música.
¿Por qué escoger al Divino Niño? “Él dice yo reinaré. ¡Es súper ego! Y creo que lo necesitas para pararte sobre un escenario. Es un ego sano que si lo usas para potenciarte, está bien. La portada además es una burla a cómo un niño de 6 años se da cuenta de que es hijo de Dios y que tiene poderes sobre naturales. Pero creo que Roja también es eso porque solo estoy cumpliendo un capricho personal. A la final tienes que hacer lo que crees y después, ya cada uno sabrá”.