Este concierto, tan esperado, estaba programado para las 17h30. Debido al tráfico, llegué al Centro de Arte Contemporáneo a las 18h00; todo estaba muy bien organizado. Tras pasar los controles, ingresé y Curare ya estaba terminando su presentación. Solo pude escuchar las dos últimas canciones. Es muy poco para valorar, pero tengo la ventaja de comparar lo que escuché con la presentación que presencié en el Quitofest hace algunos años atrás; mi primera impresión fue la de una banda con mejor capacidad de ejecución técnica y madurez en su propuesta musical. Aunque para ese momento no había mucho público, las personas presentes se mostraban entusiasmadas.
Luego llegó el turno de Veda. Para ese momento, el público había aumentado. En esta actuación, la banda mostró su evolución en un planteamiento musical mucho más complejo. Las vocalizaciones se hallan en la línea de un post-hardcore clásico (Fugazi o Quicksand), mientras que la estructura musical a momentos se asemeja a lo realizado por God Is An Astronaut o los tardíos Isis, pero en otros momentos tiene una clara inclinación hacia el sonido del screamo europeo (Raein y Sed Non Satiata). Me pareció que la recepción del público fue buena pero muy lejos de ser totalmente entusiasta, lo cual no es extraño en virtud de que el estilo musical de los Veda no tiene gran arraigo en la escena nacional, aunque de a poco se va abriendo paso. El punto bajo fue el sonido que no ayudó mucho a la banda, pues no permitía distinguir todo lo que se ejecutaba en guitarras y coros.
Después vinieron los preparativos y la salida de Memphis May Fire. Los asistentes más jóvenes esperaban con ansias este momento. Pude escuchar de personas que habían viajado de otras provincias con la expresa intención de escuchar a esta agrupación. Yo, la verdad, no debo mentir, tenía un acercamiento superficial con la música de esta banda. En su ejecución, el grupo demostró una gran calidad. Su sonido en vivo nunca se alejó de lo que se escucha en sus discos de estudio, esto es un gran mérito en una época donde las bandas tienden a sacar álbumes sobreproducidos. Sus voces principales y de apoyo en ningún momento se quebrantaron o se proyectaron disonantes. En cuanto al estilo, el grupo se halla en la línea de Asking Alexandría o Black Veil Brides, una tendencia musical muy importante en el metal contemporáneo.
La acogida del público fue no solo cálida o entusiasta, sino apoteósica. La gran mayoría conocía las letras de todas las canciones y no dejaron de corearlas durante toda la presentación, una reacción que me contagió. Existían otros que se hallaban algo desconcertados pues no esperaban que Memphis May Fire tuviera semejante “hinchada”. Debo decir que lo más agradable fueron los elementos de música electrónica que se entremezclan en toda su propuesta musical, claro está, a título personal.
La gente seguía llegando. Hubo que esperar un poco para ver a los argentinos Carajo. Este sería uno de los puntos más altos de la noche, una valoración muy generalizada. Los Carajo tocaron un repertorio que incluía temas de todos sus discos, incluyendo a “Chico Granada”, “El Error”, “Joder”, “Sácate la Mierda”, “Tracción a Sangre”. La ejecución fue impecable y en varios temas fue mejor la versión en vivo que la de estudio, pues el sonido de las guitarras era mucho más pesado y los riffs jugaban un papel relevante. La banda sabe combinar bien diversos géneros. Es evidente la herencia del groove y rap-metal de los años noventa (Pantera, Biohazard, Stuck Mojo y Life Of Agony) con elementos del metal alternativo (se sentía la influencia de Deftones) y la dinámica veloz y melódica del neo-punk (en la línea de Billy Talent).
La interacción con el público por parte de Marcelo Corvalán (siempre es diferente cuando alguien te habla en tú mismo idioma) era mucho más fluida y esto permitió que el Centro de Arte Contemporáneo se encienda con saltos, coros y pogo a lo largo de toda la actuación. La destreza de Hernán Langer en la guitarra es algo a destacar. El sonido de Carajo es muy dependiente de la identidad de sus riffs y, siendo un factor esencial, lo manejaron de manera impecable. El cierre de la presentación consistió en un mix instrumental de diversos temas de Pantera, que incluyó “5 Minutes Alone”, “New Level”, “Domination”, “Cowboys From Hell”, “Walk”, entre otros. Sin duda, un final con broche de oro, digno de una banda con mucha calidad.
Por último, tras una espera en la que se preparaban los detalles técnicos, subieron a las tablas los Killswitch Engage, a quienes se esperaba con grandes expectativas, en particular por la presencia del vocalista original del grupo. La banda dio inicio a su tocada con una potente versión de “Fixation On The Darkness”, seguida de “This Is Absolution”. Más adelante, combinaron temas de su último disco «Disarm the Descent»con otros clásicos como “Rose Of Sharyn”, “Life To Lifeless”, “Numbered Days”, “A Bid Farewell”, “In Due Time”, “The End of Heartache”, “Always”, “My Curse”, “The Arms Of Sorrow”, “This Fire”, “Vide Infra, “Prelude”.
Como era de esperar, Killswitch Engage demostró su efectividad y técnica musical. Su sonido en vivo no pidió favor a la versión de estudio. Tal fue el caso de la canción “Always”. También hay que mencionar el despliegue de Justin Foley en la batería, que siempre confirma ser uno de los mejores percusionistas del metalcore contemporáneo. Además resaltó la extraordinaria actuación de Jesse Leach, cuya capacidad para moverse de los gritos guturales a los cantos melódicos no mostró problema alguno. Por otra parte, está la espontaneidad y sentido de humor que siempre ha caracterizado a Killswitch Engage en sus conciertos. En especial el performance de Adam Dutkiewicz, que fue un punto más a favor de la excelente puesta en escena. Llamó también la atención la presencia de Mike D´Antonio con una camiseta de la legendaria banda de groove Only Living Witness, y de Joel Stroetzel con una remera de Boargazm (banda sudafricana que visitó Quito hace no mucho tiempo).
No creo que quede mucho más por decir, solo señalar la excelente organización de Alarma y esperar a que sigan organizando grandes conciertos.