Después del «Infierno«, dos giras europeas y otros cientos de conciertos durante casi seis años, los integrantes de la Rocola Bacalao entendieron que era el momento para grabar un nuevo disco. Por un momento, la ausencia de Iván «Shadito» Mendieta y Paolo Moncagatta, fundadores de la banda, dejó a la banda sin dos de las cabezas creativas, pero motivó a otros dos músicos de la sección de vientos, a ocupar un rol de compositores: Galo Pozo (trompeta) y Hugo Ordóñez (saxofón, guitarra, acordeón).
Así, Gases Nobles & Metales Pesados empezó a armarse desde Diciembre 2011: 21 maquetas transformadas en 13 canciones producidas para el disco más ecléctico de la Rocola, hasta el momento. Un álbum que se aleja de la tradición de la «más chimba» y se la juega por temas más melancólicos y personales. Un reflejo de la libertad artística que vive la banda.
¿Cómo fue para ti, Iván, encontrarte con ese proceso de la banda, en el que otros también componían?
Iván: No me chocó negativa ni positivamente. Me pareció bacán que los muchachos se hayan abierto camino y que los temas sean buenos. Especialmente me pareció bacán cómo el Hugo se lanzó, hasta para cantar, porque era súper tímido…
Hugo: En general no me gusta estar muy adelante o con mucha luz. Si el Shadow me pone a conversar mucho en un show, a mi me puede dar un ataque epiléptico.
Iván: Me acuerdo de un concierto, en el que también vino el Paolo, y tocamos un par de canciones. Mientras conversábamos atrás en el camerino y escuchábamos a la banda cómo tocaba, en lugar de decirnos: ‘qué verga, estamos fuera de la banda’, nos dimos un abrazo y dijimos: ‘cacha esa huevada, los muchachos están tocando…». Entonces es emocionante porque son etapas en la carrera de una banda.
De ahí vino la competitividad, lo cual es siempre sano. Ya no era sólo yo compitiendo contra los temas del Paolo o el Miguel (Sevilla). Sino que de repente estábamos compitiendo con el Hugo y el Galo que también habían propuesto temas y, esta vez, para colmo propuso el sencillo («Cita en el averno«)
Este disco se siente súper libre. ¿Ustedes se plantearon trabajar con otro productor, como lo hicieron en «Infierno» o decididamente se lo encargaron a Miguel Sevilla?
Galo: La verdad es que nuestro plan inicial sí era trabajar con un productor. No porque el Miguel no sea capaz, sino porque siempre esa mirada de afuera, es vital. Cuando uno está tan inmiscuido en un proyecto, es como que dejas de ver cosas, se te pasan o te acostumbras a cómo algo suena. Pero para el productor, lamentablemente, no conseguimos la plata.
Iván: No nos dieron plata… (con tono llorón, pero satirizando otro episodio de la banda)
(Risas)
Galo: Se nos cayeron unos auspicios
Iván: Nos peleamos con nuestros papis…
Galo: Entonces dijimos: ‘bacán, no lo podemos hacer con un productor, pero si con el Miguel. Aunque sí lo vamos a mezclar y masterizar afuera». Al final de cuentas el Miguel hizo un gran trabajo y lo tomó muy objetivamente.
Iván: Yo pienso que en este punto, la banda no necesita producción artística, sino gente que te haga sonar muy bien. Eso es básicamente lo que hicimos: Miguel estuvo a la cabeza organizándonos, pero de ahí el sonido se lo logró gracias a la mezcla de Sacha Triujeque y la masterización de Tom Baker.
¿Y el tema artístico cómo lo sienten? Una vez que tienen más cabeza fría para sentarse a escuchar el disco…
Hugo: Hay como dos relaciones con el disco: una cuando lo escuchas y otra cuando lo tocas en vivo. No sabíamos cuál iba a ser la percepción del público; sí te preguntas si va a pasar algo diferente o si la gente se va a alejar de la banda… y yo sí he notado en estos últimos concierto,s que la gente empieza a llevar el show de otra forma, a cacharlos en su onda y en la que está la banda ahora. Es chévere ver eso.
Iván: Es la primera vez que (después de «Pajaritos») hay temas melancólicos. Y a mi me encanta y es arriesgado.
Galo: Era separarse de ese sonido que era muy característico de la Rocola. El «Infierno» es un disco donde los vientos están en tu cara todo el tiempo. Acá pasa todo lo contrario: ños vientos en este disco, o no aparecen o son sólo los acompañamientos… Nuestro sonidista nos decía: ‘qué bien que cinco años después, puedo poner este disco y darme cuenta cómo han cambiado. Nada peor que después de ese tiempo la banda siga sonando exactamente igual…’ Desde esa óptica a mi me encanta. –
Y sí es un disco muy diferente, como más autoral, con letras más extensas y no tanto los versos más fáciles de memorizar, que venían escribiendo antes…
Iván: Yo creo que el riesgo más grande fue la parte emocional plasmada en la música. Yo hablaba con una amiga y le contaba que íbamos a sacar un disco y me decía: – Qué bacán, la Rocola, farra, farra… – Sabes que no- le dije. Hay una faceta como melancólica, nostálgica… Y me dijo: – No, no, no… la Rocola es la Rocola… es farra…». Ahí yo me dije: – Vamos a ver cómo nos va con esta huevada…»
Hay algo que me gusta tomar de Pixies, el «Loud Quiet Loud». Y de alguna forma, con este disco, casi casi que lo logramos. El disco respira, otros momentos explota, se infla y se desinfla. Ese es para mí uno de los éxitos emocionales de este disco, por lo que sí puedo escucharlo mucho más que los anteriores. Puedo ponerle, ponerle y ponerle…»
Galo: ¡¿Aún…?!
