Todo parte de un sonido, de un timbre inicial. Ese sonido llama a otros y se crean capas sonoras. Más adelante, se piensa en un personaje que pueda habitar los paisajes musicales que se han creado. Se les otorga una voz, un aspecto, un olor, una actitud. Son construcciones casi cinematográficas. Así se plantea el proceso de creación de una canción y, a mayor escala, de un disco de Lisandro Aristimuño. A este cantautor lo que le apasiona es la producción , ver “el todo” de un disco más que ser el actor principal (1).
Se considera un “independiente por desconfianza”. Lisandro Aristimuño prefiere estar a cargo de cada detalle de su producción artística, se involucra en el diseño y el concepto de cada trabajo discográfico. Su estilo se define por la convicción de dar más importancia a la música que a las estrategias comerciales que se fabrican en torno a ella.»Primero está la música para mí, respetarla como materia prima” (2).
Llegó a Buenos Aires en el 2001. Se trasladaba desde La Patagonia, Viedma, donde nació en 1978. Fue a la ciudad para estar cerca de la mujer que ama. Ella estaba estudiando ahí y él la extrañaba tanto que decidió mudarse. Cuando Lisandro llegó a la capital argentina, sentía miedo ante la magnitud de la ciudad, la masificación que en ella se puede generar. “ Tenía un rechazo muy grande hacia las capitales…Me da miedo ver el paredón de cosas iguales. Me da miedo ver un edificio y saber que en cada ventana vive una familia, hay una historia” . Esa sensación le impulsó a plantearse un comienzo lento, sin apuros. A la vez que producía su primer disco, estudiaba para ser maestro de música de jardín de infantes. “Nunca tuve la idea de hacer un gran negocio… Nunca haría un supermercado, me gusta el almacén”, dice.
Ha hecho cinco discos durante su carrera. Los dos últimos fueron producidos por su propio sello discográfico independiente,“Viento Azul”, que tiene como estandarte la autogestión (3). La música de Lisandro Aristimuño “mezcla folklore con electrónica, rock con voces aborígenes, austeridad con sonidos globales”. En su trabajo se siente el arraigo a sonidos tradicionales. No atribuye este hecho a una necesidad de mantenerse cercano a la música típica sino a la inspiración que las escenografías patogónicas generan en él. El viento, los horizontes, la visión clara, son imágenes que evocan sonidos y sirven de modelo para su creación.
Para este argentino, el contacto con el público es esencial, es lo más importante. «Salir a tocar es la vida, me vuelvo loco. Es el encuentro, la relación, lo que la música produce ante el otro, lo que el otro te da…Después se creó el comercio de discos y videos”. Asegura que nunca se le ha impuesto al público consumir su arte. Quien lo escucha ha llegado a él a través de un descubrimiento y no de un bombardeo comercial.“ Yo creo en un mensaje musical. La música es más grande que los músicos», afirma. “A mí no me interesa vender mi apariencia, no tengo ningún personaje. La gente escucha mi música, por la música» (4).
Canciones recomendadas de Lisandro Aristimuño: Me hice cargo de tu luz, How long?, Es todo lo que tengo y es todo lo que hay.