Por: Andrea Cornejo
Con 15 grados centígrados, el campo del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA) iba recibiendo a la gente. Faltando una hora para que comience el concierto, hacíamos fila para comprar un café y contrarrestar el frío inesperado de la noche del 6 de abril. Mientras seguía llegando la gente, Jack Dishel y su proyecto Only Son abrieron el espectáculo. Con la poca atención de todos, que estaban más preocupados por comprar algo de comida y encontrar un buen lugar donde se viera todo el escenario, Only Son y su guitarra acompañaban la noche con su música. Aunque desapercibida, iba creando el ambiente tranquilo que se mantuvo durante toda la noche.
Al salir Only Son del escenario, la ansiedad del público se empezó a sentir. Cada uno tomó su lugar, sin empujar ni golpear, en el amplio campo que había para los que habíamos pagado la entrada más barata. Con solo treinta minutos de retraso Regina Spektor salió al escenario y tomó su micrófono. Sin decir una palabra, empezó a cantar Ain’t no cover. Ella sola con su voz a capella y su dedo golpeando el micrófono, silenció a la multitud durante los dos minutos que duró la canción. Después de un “Gracias” en español, saludó al publico, agradeció nuestra presencia y bromeó un poco sobre haber comido demasiado dulce de leche. Enseguida, sentada en su piano negro de cola, empezó a cantar acompañada por su banda; batería, teclado y cello.
Spektor fue un espectáculo en sí misma. Mostrando al público un solo perfil de su cara, sus manos se desplazaban sobre el piano con facilidad mientras que demostraba que su voz puede moverse ágil y libremente por los registros más amplios, emular trompetas, baterías y disparos de fuego y reproducir esos recursos rítmicos que tanto la caracterizan. Todo con una sonrisa grande en sus rojos labios mostrando cuanto se divertía. Presentó sus canciones nuevas del álbum “What We Saw From The Cheap Seats” (su sexto álbum de estudio), pero no dejó de tocar canciones de otros álbumes como The Calculation, On the Radio, Ode to Divorce y Blue Lips. Todo esto con una naturalidad sorprendente y un humilde “Gracias” con su dulce voz entre cada canción.
Después de comentar un poco sobre el frío que sentía, invitó a Jack Dishel al escenario para cantar Call Them Brothers, una canción que escribieron juntos y que está en el nuevo álbum the Only Son, “Searchlight”. Volvió a quedarse sola para hipnotizar al público con su cover de The Prayer de Bulat Okudzhava, una de sus canciones favoritas en ruso, acompañada de su piano. Continuó el concierto con diez canciones más, entre ellas algunas de sus canciones más melódicas y dulces como How y The Call, también las más rítmicas como Eet, Folding Chair, Don’t Leave Me (Ne Me Quitte Pas) y Oh Marcello. Dejó el escenario igual de tranquila como entró.
Al regresar, después de los aplausos, siguió cantando como si nunca hubiese salido del escenario, salvo que esta vez con un buen abrigo para cubrirse. Spektor demostró su humildad y sencillez cuando, tras equivocarse cantando Hotel Song, nos regaló una gran carcajada antes de repetirla. El último tema de la noche fue Samson, cantada solamente con su piano, dejándonos a todos con ganas de seguir escuchándola por mucho más tiempo a pesar del frío o la hora.
Por mi parte, salí del concierto admirándola más que antes, contagiada por toda la energía y felicidad que transmitió durante el show. Impresionada por la facilidad que tiene para interpretar sus canciones, que no son nada sencillas, cantando y tocando tan naturalmente que parecía absolutamente espontáneo. Mi único pensamiento al salir fue: “Quisiera poder conversar con ella”.