Foto: David LaChapelle
Por: Ignacio Merino
Antes de empezar la pelea, la Srta. Naturalidad se presentó como un aliado de la naturaleza, de algo que no ha pasado por filtros o por estéticas estereotipadas. Una vez que apareció Mr. Retoque la percepción de la naturalidad y la realidad cambió para ella, dando pie a esta gran batalla de manipulación y transformación.
He de aclarar que mi postura frente a esto es insignificante, pues la verdadera postura estará decidida por el lector y sus gustos, antecedentes, idiosincrasias y naturaleza. Todas las opiniones están sujetas al sujeto y sus ataduras o libertades.
Una vez que entré al mundo de la fotografía, entendí que el proceso de ésta no es más que tratar de captar el mundo que está frente a mis ojos. Para esto, empecé utilizando una caja vieja de zapatos con un huequito en su tiro que podía abrir y cerrar como dándole vida al ojo que captaría la imagen. Dentro de esta caja colocaba un material fotosensible y buscaba un lugar que consideraba apropiado y diría algo a las personas que verían mi producto final. Lo que logré obtener con esto fue congelar aquel dinamismo de lo que llamamos vida. La técnica me llamó la atención, pero el resultado obtenido no.
Agradecí mucho este proceso ya que me hizo entender que una fotografía es más que obtener una imagen, es tener en un papel o en una pantalla un momento lleno de sensaciones y emociones. Trascendió de un plano absolutamente físico a un elemento con vida. Es ahí donde nacieron muchas de las dudas sobre este proceso.
Las fotografías que obtengo son simplemente esa carne cruda que debe prepararse para poderla digerir a gusto. Mi postura frente a lo que es real o irreal no debe valorarse por la apariencia, sino por lo que esta comunica. Encontré en la fotografía el medio perfecto para recrear mis sueños y todo lo que imagino. ¿Quién podría atreverse a cuestionar que lo que sueño o imagino es real o no?
Foto: Natalie Dybisz
La edición y la manipulación en las fotografías nos presentan una realidad tan real como todo lo que vemos, olemos, imaginamos o soñamos. Eliminar arrugas, bajar unas libras de peso a un sujeto, pintar un cielo de rojo o volar es tan real como imaginar. Ahora, ¿por qué se presentan prejuicios ante todo esto? Porque no estamos listos a enfrentar lo que no nos gusta o no nos convence. Acaso existe una regla de que si algo no es realista no es real…
El proceso de la fotografía inicia con la observación de un elemento en un espacio determinado que va a sufrir la primera transformación desde el dinamismo hacia la estaticidad con un clic. Esta transformación se da gracias a un elemento llamado “cámara fotográfica” y su película fotosensible o su sensor. Lo que se obtiene es una especie de archivo que está listo para seguir con la transformación hasta llegar a su finalidad. Si todo esto es un producto de transformación, la manipulación digital no es más que otra herramienta válida para continuar con un proceso comercial, creativo o artístico.
Es parte de mi proceso fotográfico la manipulación digital, con este he atravesado muchas barreras físico-reales y personales. Conocer el trabajo de David LaChapelle, Eric Johansson, Natalie Dybisz a.k.a. Miss Aniela, Marco Díaz a.k.a. Marco Bizarro me hizo conocer un mundo completamente nuevo que sin la edición hubiese sido imposible. A la final, si existen las herramientas deben existir grandes productos de ella.
Foto: Marco Bizarro
La edición o manipulación en la fotografía tiene varios usos que deben ser aclarados. Uno de ellos es la edición para la corrección y embellecimiento de lo que está ya dado. Otro es el proceso creativo donde entran en juego factores como el fotomontaje, filtros, etc. De este último nacen varias categorías donde se encuentran la fotografía publicitaria, la fotografía artística, fotografía de belleza, el “matte painting”, entre otros. Todas estas son expresiones visuales y tienen un fin comunicativo o artístico.
Cuando voy a tomar una fotografía, empiezo manipulando el concepto en mi cabeza para poder darle un sentido al producto final. Preparo todo lo necesario para la producción, y empiezo a trabajar. Preparo la iluminación más adecuada (ya sea natural o artificial) y empiezo a trabajar con el sujeto o producto. Luego establezco una composición y cuando estoy contento apago la cámara y la dejo descansar. Después de esto es cuando sucede la verdadera magia: abro el Photoshop.
El Photoshop es el lienzo donde empiezo a darle sentido a mis ideas. Edito las fotografías sin límites, sin pensar en contextos sociales adecuados o en estéticas estereotipadas para obtener mi producto final. Utilizo muchas texturas, pinceles y filtros para lograr lo que quiero. Al final de este proceso tengo una imagen muy extraña que no tiene nada que ver con lo que se puede ver en la “realidad”.
El retoque en las fotografías está restringido en varios concursos a nivel mundial, pues es obligatorio presentar la fotografía final y la fotografía en crudo para comprobar si existió alguna clase de retoque o manipulación más allá del correctivo. Creo en las políticas de los concursos y en los términos que se manejan para ciertos temas, pero creo que el trabajo fotográfico de una persona debe estar claro con sus fines. Por ejemplo mi trabajo claramente es edición y manipulación, y a través de esto expreso lo que tengo en mi cabeza. Las barreras se rompen con la edición, asimismo sucede con esquemas mentales y la “curuchupería” (sabrán disculpar mi manía de inventar palabras).
La realidad es un tema muy abierto que nos deja las alas abiertas para volar. Algo no tiene que ser necesariamente realista para ser real. Si está en mi imaginación ya es algo real y puede ser trabajado. La transformación y alteración es tan natural que está en nosotros, al crecer, al creer, ect. ¿Por qué no puede estar en la fotografía y ser considerado como algo real? Para mi no hay nada más hermoso que abrirle los ojos y la mente a alguien para que pueda creer en algo que antes no creía. Si quiero alterar la realidad, ¿eso no lo convierte en mi nueva realidad?
La fotografía es algo maravilloso, con ella he encontrado mi felicidad. Si no tendría la capacidad de cambiar la realidad y distorsionarla, creo que sería uno de aquellos hombres grises del libro “Momo”. Vivimos para cambiar las cosas y plantear nuevas realidades, caso contrario estamos aquí consumiendo tiempo y recursos que no nos deberían ser otorgados.
