Mucho se habla de que la lectura es como un músculo: mientras más la ejercitas, mejor y más fácil trabaja. Pero, como nos pasa a la mayoría de mortales, a veces dejamos de lado el ejercicio y los músculos se atrofian. Sobre todo, después de las fiestas de fin de año y la para laboral o académica. Por suerte, existen lecturas refrescantes, novedosas, cuya lectura hará más fácil retomar este hábito y mejor aún si provienen de escritorxs ecuatorianxs (todas mujeres, en este caso). A continuación, una lista de cinco libros ecuatorianos del 2022, recomendados por cinco literatxs que navegan constantemente en el medio local.
1. Fiebre de Carnaval, de Yuliana Ortiz Ruano
Recomendado por Fausto Rivera Yánez
Fecha de publicación: 2022
Fiebre de carnaval, la primera novela de Yuliana Ortiz Ruano, arranca con un epígrafe de Cocuyo, la última novela que Severo Sarduy publicó antes de morir debido a las complicaciones del sida (luego le siguió Pájaros de la playa, aparecida póstumamente), y no puedo pensar en un inicio más sugerente para una obra que —como la del autor cubano— está cargada de una estremecedora ternura, musicalidad, rabia, sexualidad. Esta marca, que es literaria y política, devela una acumulación poética, una hermandad entre dos autores que, como decía Sarduy, no concebirían escribir sin la totalidad del cuerpo. Devela la continuidad de una escritura afiebrada que se encuentra en autores como Victoria Santa Cruz, Luis Rafael Sánchez o Rita Indiana.
«Sucede que a veces, ante lo que hay que decir, las palabras se ablandan y cuelgan, flácidas y salivosas, como lenguas de ahorcado», dice Sarduy en el epígrafe. «Yo entiendo lo que pasa a mi alrededor, pero aún no tengo todas las palabras en mi lengua, por eso hablo en voz alta: para que suceda el milagro de que esas palabras no anidadas aún en mi lengua viperina asomen como hongos en la piel de las personas que viven cerca de Petroecuador», dice Yuliana en esta novela que tiene como protagonista a Ainhoa, una niña esmeraldeña a quien «El Diablo» la abandona «solo cuando nado o estoy arriba de los árboles».
El Diablo es la pobreza, el machismo, el racismo, el mundo constreñido de los adultos, la condescendencia, la impunidad. Pero algo se impone, un deseo terco, y Ainhoa encuentra en el lenguaje «ahorcado», en el lenguaje sin norma, una digresión contra un mundo que se sabe cada vez más literal y peligroso. Y también encuentra eso en la naturaleza, en los árboles de guayaba y chirimoya, en el mar del Pacífico, en las mujeres que le rodean, en el crepitar de su vagina, en el humor, en la fiesta, en la vulnerabilidad, en su «cuerpo putito que se calienta y recalienta», en su prematuro corazón herido. Fiebre de Carnaval nos pone en un estado de «una melancolía con fondo de tambor».
*Fausto Rivera Yánez (Latacunga, 1989).
Editor, periodista cultural y economista. Confundador y director de Severo Editorial, sello especializado en literatura contemporánea y artes visuales.
2. Trajiste contigo el viento, de Natalia García Freire
Recomendado por Abril Altamirano
Fecha de publicación: 2022
En los recovecos olvidados del bosque, un pueblo arde. Hombres y mujeres entregados a la fe, enceguecidos y esclavizados por la fe, se lanzan en manada enfurecida hacia la destrucción de la pureza. Mildred, una niña en orfandad abandonada a su suerte, es luz en medio de la oscuridad que cubre Cocúan, hogar de temerosos y sometidos. Un mundo dominado por seres violentos, una comunidad de mentirosos y encubridores que se precipita irrefrenable hacia la decadencia. El único escape al infierno impuesto es el viaje hacia la locura, la liberación a través del despojo de todo —incluso, del lenguaje—, la reconciliación con la culpa y el regocijo en la condena. Trajiste contigo el viento, la segunda novela de la narradora cuencana Natalia García Freire, es un relato de aniquilación y renacimiento.
En una prosa que sumerge y nos arrastra en un caudal delirante, García Freire narra la desgracia de Cocuán en la voz de nueve personajes que presencian la venganza de Diosmadre enfurecida. El bosque se transforma en un agujero negro para tragarse el mal y devolver su reinado a la inocencia. Los primeros en caer en el encanto huyen a refugiarse en el corazón de la selva, se desnudan y se unen al coro animal —el bramido de las vacas, las cabras y los cerdos— que hace de ruido blanco, de música de fondo durante toda la narración. Los perros aullan en la lejanía recordándonos que, así como en los pueblos fantasma de Juan Rulfo, en Cocúan ha vencido la muerte. Pero la muerte, nos dice una vez más el exuberante imaginario andino de García Freire, es campo fértil para el surgimiento de nueva vida. La autora construye en Trajiste contigo el viento un universo que ya es parte de los escenarios míticos de nuestra Latinoamérica fantástica.
*Abril Altamirano (Quito, Ecuador, 1994)
Editora, escritora y periodista cultural. Coeditora del libro Despertar de la Hydra (2017) y de la revista digital de poesía Cráneo de Pangea. Editora general de la revista Elipsis.ec (2020-2022). Ha colaborado para las revistas Mundo Diners (Ec), Casapalabras (Ec), Visor (Es) y Espora (Mx).
Sus cuentos forman parte de las antologías Señorita Satán, Nuevas narradoras ecuatorianas (2017) y No entren al 1408 (2021). Ganadora de la beca Mary Wollstonecraft Shelley de la Horror Writers Association (Estados Unidos, 2020), finalista del Primer Certamen de Cuento Centro PEN/Ecuador 2020, ganadora de la convocatoria Colección Región 2022 de Editorial La Caída, en la categoría cuento, con el libro El impulso femenino de saltar por las ventanas, de próxima publicación; y ganadora de la beca Creación Literaria de Cursiva – Penguin Random House 2022. Actualmente es mediadora cultural de la Casa Carrión de Bellavista y correctora de textos independiente.
3. Herbolario íntimo, de Aleyda Quevedo R.
Recomendado por Juan Carlos «Tuga» Astudillo
Fecha de publicación: 2022
Herbolario íntimo se construye con 3 partes: Hierbas oscuras; Herbolario de intuición y Botánica del Cuerpo, y las tres se sostienen en la poética con que se inaugura esta experiencia lírica en donde y en el primer texto encontramos una suerte de advertencia, como si la escritora se dijera a sí misma, a su otredad lectora que devenimos más adelante todes, que escribir poesía es un riesgo constante entre la exploración devastadora del lenguaje, la consagración de las resonancias y la incertidumbre que se sostiene al habitar un mismo aliento: la tentación del silencio como forma final de expresión.
La depuración del lenguaje, la economía sobre el mismo que nos conduce, sobre todo en la segunda parte del poemario, a una serie de imágenes limpias que se levantan como haikus o aforismos prendidos en la botánica ancestral andina y un juego con la sintaxis para abrir resonancias y significantes a partir del quiebre rítmico con el uso del verbo comandando lo impersonal entre sujetos escondidos, anulados, divididos.
Decir mucho con muy poco es apelar a la sorpresa, a lo inesperado, a la intuición que, como decía Amado Alonso, consiste en una visión penetrante, absoluta de la compleja y multiforme composición de la realidad y, sin embargo, después de una serie extensa de pequeñas y profundas gotas (y sabemos que la gota contiene el mar, como querían los Sufíes) en la tercera parte del poemario cambia la frecuencia organizando nuevas figuras rítmicas que, aunque no renuncian a la economía y el poder de condensar en una sola palabra una línea versal, nos invita/ obliga a repensar lo que venía siendo reposicionándonos desde nuestra esfera de lectores sacudidos por el cambio brusco, valiente, y sostenido del largo aliento.
La confrontación entre la razón cartesiana y lo que felizmente la excede, la flor y el cuerpo de su aroma o el aroma que es su Camino es, me parece, la ruta en la poética de este libro que se busca habitando los excesos del silencio y la contemplación y los del deseo y la escritura a través de un viaje expiatorio hacia dentro, una toma de distancia del referente personal que le permite a la voz poética encontrar una forma universal para abordar la contemplación desde la libertad del dejar de ser para Ser en lo mínimo que lo contiene.
*Juan Carlos Astudillo Sarmiento
Ha publicado 14 libros entre poesía, fotografía, periodismo e investigación. Su obra poética se ha incluido en antologías en Argentina, El Salvador, Venezuela, México y España, y su fotografía en revistas especializadas en Argentina, Costa Rica, EE.UU. y España.
Ganó la Mención de Honor en el Premio Jorge Carrera Andrade (2000), en el 7mo Concurso Internacional de Fotografía Temas Antropológicos (2019) y en el II Concurso Nacional de Crónica (2022). Ganó la Convocatoria internacional “La tibia garra testimonial”, de la Universidad Nacional de Salta, en el género Crónica y fotografía (2020), y la Convocatoria Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay, en el género Artes visuales/fotografía (2020).
4. Dos tragos de sinestesia de Issa Aguilar Jara
Recomendado por María Auxiliadora Balladares
Fecha de publicación: 2022
En el panorama de la poesía ecuatoriana contemporánea, la ironía suele ser una línea que se explora muy poco. Pienso en dos voces que en ese sentido han construido una obra sostenida y potente: Juan Romero Vinueza de Quito e Issa Aguilar Jara de Cuenca. En 2022, Issa ganó el Premio César Dávila Andrade, con Dos tragos de sinestesia. Este es un libro sobre la muerte, sobre el miedo, sobre la pandemia y las formas en que nos volvemos más humanos o menos, sobre las relaciones fundamentales: “mi amigo nos ha contado que tiene cáncer / y tiene, además, dos hijos amados, / tiene cáncer / y una cámara que le devuelve / la luz que entrega con un ojo cerrado”.
En este libro, Issa también escribe desde la rabia que producen los femicidios y los discursos impávidos que suelen solapar esos crímenes y, sobre todo, la estructura patriarcal que los vuelve viables. La indignación es, entonces, el catalizador de una lengua incisiva, de una lengua sin miedo, de una lengua que es la que usamos en la calle para decir que si tocan a una tocan a todas. La fuerza de ese discurso que reivindica la vida es la contraparte de la voz melancólica (al final de cuentas) de la ironista ante el daño, el padecimiento y el estado de las cosas.
Nada se escapa al ojo de la poeta: no perdona el lugar común a nadie, ni a ella misma. Dos tragos de sinestesia se vuelca sobre lo íntimo, sobre la memoria, sobre la propia identidad. Desacraliza al padre, pero para mirar mejor su humanidad, y con ese mismo vuelo se mira a sí misma: “soy un cuerpo con frío que se frota las manos en el sopor de la vida que invento, lloro para dentro con un hieratismo asombroso al que pronto esculpiré con un picahielos. Quedaba claro que alguien debía crecer y amar, lo segundo me redime”. Creo que Issa logra un libro poderoso y honesto porque ella misma es poderosa y honesta. Léanla.
*María Auxiliadora Balladares
(Guayaquil, Ecuador, 1980) Es escritora, profesora e investigadora en la Universidad San Francisco de Quito. Su interés gira alrededor de la obra de poetas latinoamericanos del siglo XX y del XXI. Ha publicado el libro de cuentos Las vergüenzas (Antropófago, Quito, 2013), el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos (Centro de Publicaciones de la PUCE, Quito, 2015) acerca de la obra de Blanca Varela y los poemarios Animal (La caída, Cuenca, 2017), Guayaquil (Prefectura de Pichincha, Quito, 2019), caballo y arveja (Severo Editorial, Quito, 2021) y Acantile duerme piloto (Funes editora, Guayaquil, 2022). Es parte del comité editorial de la revista en línea Sycorax (http://proyectosycorax.com).
5. Salvajes (del día después), de Sandra Araya
Recomendado por: Andrea Naranjo
Fecha de publicación: 2022
Ideas distópicas se encarnan en escenarios y personajes atravesados por lo siniestro y lo sombrío. Los diez relatos que recoge la antología Salvajes (del día después), de la escritora ecuatoriana Sandra Araya y, publicado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión en la colección Exós Ferra, presentan tramas anómalas que colindan con las pesadillas; en donde las fronteras de la ficción y la realidad se anulan, debido al constante sentimiento de angustia que transmiten no solo los personajes, sino el compendio de cuentos en general. El hilo conductor podría ser este sentir y muchos otros que, mezclados con el miedo, generan imágenes y paisajes que gritan y retumban en la cabeza del lector. Jamás olvidaré la calzada destruida que emula una dentadura sin dientes, pero que no deja de mostrar una sonrisa feroz.
La narración es precisa. La autora juega con las formas del lenguaje al añadir comentarios, aliteraciones, paréntesis y, de hecho, usa la puntuación de manera prolija para anclar situaciones fantásticas y terroríficas en episodios fugaces, pero a su vez concretos y exactos, que sugieren escisiones, rupturas y transgresiones de todo tipo: sociales, culturales, intrafamiliares, políticas, entre otras. Sandra maneja la ironía y el sinismo de Maupassant. En sí, el primer relato “Cabeza” dialoga de forma directa con “Bola de sebo” debido al trasfondo social. Asimismo, el lector podrá encontrar un sinnúmero de conversaciones no solo con otros textos, sino también con otras disciplinas. Tranquilamente el cuento “Un hombre cualquiera” podría ser una secuencia de una película del director David Lynch, cuya protagonista está atravesada por la prosa kafkiana y que además se mueve en el plano de lo absurdo. La tragedia forma parte de los relatos, “La loca de las flores en el pelo” es, hasta cierto punto, el cuadro de Millet, Ofelia. De ahí que, el lector deambula, como la periodista de “Mamut” y se encuentra con figuras amorfas, sombrías, monstruos que desafían el orden preestablecido y que se burlan abiertamente.
Hay que prestarle atención a los epígrafes que inauguran cada uno de los relatos. Algunos son fragmentos de canciones, muy buenas de hecho, que abren el telón de cada episodio funesto y catastrófico. Es como si cada uno de ellos tuviera su propio soundtrack. Recomiendo con fervor este libro que ya plantea nuevas formas del esperpento literario.
*Andrea Naranjo
(Quito, Ecuador, 1989) Es directora de USFQ PRESS, casa editorial de la Universidad San Francisco de Quito . Cursó sus estudios superiores entre Barcelona y Lyon. Cuenta con tres maestrías, entre ella, el Master en Edición en la Universitat Pompeu Fabra y Barcelona School of Management. Ha participado en varios proyectos editoriales con Duomo Ediciones y Anagrama.