La instrumentación castiga, la predisposición a marcados blast beats es la norma. Estas son las entregas pesadas que dejó junio.
1. Darkher / Álbum: The Buried Storm
6 años han tenido que pasar para volver a escuchar las melancólicas notas de Jayn Maiven. Con Maiven al frente, Darkher nos regala en esta segunda producción mucho más de esa nostalgia oscura, llena de magia, artificios y una pesada atmósfera. La entrega combina elementos acústicos y referencias de folk y doom.
Para los fans de las bandas de doom de los 90s, en las cuales tuvieron su auge las vocalistas femeninas (principalmente sopranos), Darkher es una vela que mantiene encendida las mismas temáticas, los contrastes e inclusive la misma paleta de tonos y colores. Lo ambiental juega una parte importantísima, los espacios de aire, silencios y arreglos dicen muchísimo de lo trascendental que es para un proyecto de este tipo lo que está por detrás de la música de primer plano. Ese panteísmo implícito ahonda en una atmósfera tenebrosa de una inusitada belleza.
Cabe destacar igualmente algunas de las disparidades en los movimientos de The Buried Storm. Siendo la vocalista la principal armonía, las dinámicas pesadas solo llegan en algunos temas, muchos otros son solo apacibles patrones con más aflicción y pena; las distorsiones no son ubicuas, estas solo llegan cuando el hechizo está consumado.
2. White Ward / Álbum: False Light
Sin importar en absoluto las supuestas normas de lo musical, White Ward vuelve con un disco que destruye facetas tan rápido como estas son expresadas.
Continuamos con esta experiencia de jazz metálico, muy al estilo de su afamada producción anterior Love Exchange Failure, lleno de ambientaciones únicas. Los ucranianos no descansan hasta crear aspectos intrincados, pero lo suficientemente digeribles. White Ward crean una inmersión al latón del saxofón y la trompeta inmediata, el viento-madera es el compás de lo inusual, hasta recaer en los pesados riffs y el retumbar de la batería.
La instrumentación castiga, la predisposición a marcados blast beat es la norma hasta que sin pensarlo, caemos en un solo de saxofón, muy a lo Pink Floyd pero abandonando el motivo del rock experimental (escuchar Leviathan).
False Light es algo grande, no necesariamente algo para lo que no se está preparado o único, pero sin duda es algo que merece ser destacado. Por cuadrar todo tipo de ambiciones musicales, lejos de prejuicios y etiquetas, es un paso al vacío, sesenta y seis minutos desprevenidos de metal innovador.
3. Decapitated / Álbum: Cancer Culture
Uno de los actos en los cuales personalmente tengo mis momentos altos y bajos, Decapitated, sacó hace poco su última placa, Cancer Culture. Creo que tiene temas increíbles, especialmente por esa capacidad de mantener riffs pegajosos y disfrutables. Así también, el disco tiene algunas menores desconexiones; sin embargo, los buenos momentos son altos y por eso tienen que ser apreciados.
Los polacos son ya toda una referencia en el death metal con más de 20 años en las tablas y antes de halar el gatillo, me quedo con la agresividad que no la sentía desde mi favorito de ellos, Organic Hallucinosis. También, en el departamento de la creatividad, me quedo más con lo musical que con lo lírico, siendo el punto más destacado lo devastadoras que suenan las guitarras con el conocido seguimiento de la batería, algo que los caracterizó siempre pero que en Cancer Culture es excelso.
La violencia con la que se ataca en cada tema es lo que absolutamente motiva a permanecer en el disco. Y aunque quisiera más momentos destacables, creo que es ridículamente un avance este retorno a un sonido que los hizo cabeza de un transformador movimiento de la música pesada a principios de los 2000s y que espero sobremanera continúe 20 años después.