La música no descansa en la pandemia. Y mucho menos en lo que respecta a los sonidos pesados. Te presentamos tres obras contundentes que, además de la potencia, se atreven a ser profundamente filosóficas.
1. Sevdaliza / Álbum: Shabrang
Existen momentos en los que sencillamente no estas conectado con el mundo de la manera que acostumbras y la música es una luz que guía los pensamientos. Mi luz en estos días ha sido Sevda Alizadeh, artista de raíces iraníes y radicada en Holanda. Es alguien que tiene una libertad creativa y profundidad musical envidiable.
Tomando prestados, masivamente, elementos de los antecesores del trip-hop, en esta fusión entre hip hop y electrónica, Sevdaliza es inquietantemente única. Y lo es en una escena músical en la que ha crecido el número de vocalistas femeninas, y que puede que incluso esté sobre-producida.
Con canciones distintas entre sí, llenas de aislamiento, se percibe una de especie de eco de las etapas más góticas de Bjork abrazadas con Portishead. Durante una hora, los temas, uno a uno, se elevan en una prodigiosa fusión acompañada de aires de música etérea. Algo personal se rompe en cada tema, todo el disco quiebra en conjunto e individualmente.
Destaca sobremanera lo afilado y transparente de la voz. Y sin mantener grandes rangos, los arreglos logran un efecto oscuro y atractivo, aterciopelado. Se siente la habitación en la que ella está y ella llena esa habitación con su mundo.
2. DVNE / Álbum: Etemen Ænka
Con una inmensa masa de instrumentación progresiva, una devastadora producción y canciones alucinantes, en un universo de ciencia ficción y psicodelia, los ingleses DVNE han conseguido una fabulosa comunión entre doom y stoner metal en su segundo disco.
Su anterior producción, Asheran, fue el aviso de que había un horizonte que merecía más reconocimiento y paciencia. Y que las ideas que funcionaban podían ser elevadas. En mi opinión, Etemen Ænka es un paso adelante. En esta identidad mejorada, siento mucho de actos como Cult of Luna. Y también, mucho del sludge de los ya separados The Mire, especialmente en esas transiciones entre ligereza y emotividad contrastadas con brutalidad y fieros y arrolladores guturales. Me gusta así mismo, y en especial, el armonioso balance que llega desde los teclados, que marcan la estética de drama en la obra.
Lo que en algún momento podría cuadrar como exageradamente ambicioso, o, tal vez, excesivamente pesado, perfora capas y fibras que otrora permanecían inmóviles y que, de una manera muy elegante, son desarrolladas y ejecutadas magníficamente. Si hay algo que alegra, es cuando los momentos se cumplen. Cuando se realizan hasta en la música, y DVNE cumple en esta placa.
3. Los Males del Mundo / Álbum: Descent Towards Death
Un acto completamente nuevo en mi biblioteca llega desde Argentina. Desde lo más oscuro del teatro de metal oscuro de ese país, Los males del mundo fue un enganche inmediato para destacar.
El proyecto está compuesto originalmente por Cristian Yans, en la guitarra, con unos riffs al mejor estilo de la segunda ola del BM, totalmente arrolladores, y Dany Tee, en las líricas y batería, y con una vocalización que es absolutamente brutal. En lo lírico, estamos ante lo contemplativo, lo existencial, la indefensión del ser humano en el mundo, y lo provocativo del vacío en su relación con el entorno. Respecto a lo personal, y por el crudo momento en que nos encontramos como especie, aprecio que lo filosófico del disco tope fibras tan íntimas y se permita ser tan introspectivo. De cierta manera misántropo, cruel, pero real.
En resumen, el gran acierto en Descent Towards Death es la apropiada combinación entre elementos estéticos y recursos clásicos de la escena pero impulsados a la contemporaneidad, con solidez y consistencia.