Revisamos la película británica The Father, en la que Anthony Hopkins vuelve a realizar una gran actuación, digna del Oscar que le dieron hace una semana.
The Father es la primera película del escritor y director francés Florian Zeller. La adaptación de la obra teatral obtuvo seis nominaciones al Oscar, otorgándole su segundo premio de la academia a Anthony Hopkins y el premio a mejor guión adaptado al director.
Si tuviste la oportunidad de ver The Silence of the Lambs y conocer al escalofriante y enigmático “Hannibal Lecter”, seguramente te resulte algo extraño observar a Hopkins dentro del papel de un anciano con una enfermedad degenerativa. Pero no te preocupes, no hay forma de que Hopkins te decepcione.
Esta película inglesa empieza como un drama común. Nos introduce a una extraña vida familiar que resulta engañosa. La historia gira en torno al personaje de Anthony (Anthony Hopkins), un ingeniero jubilado que empieza a perder la memoria a causa de la demencia senil. Por otro lado, tenemos a su hija Anne (Olivia Colman), quien cuida de él y está perdiendo la paciencia, por lo cual propone contratar a una nueva cuidadora.
Seguramente te preguntarás: ¿qué hace tan interesante a esta película?
Hay que admitir que el inicio del filme es muy confuso y te costará mucho diferenciar qué es real y qué no. Pero, cuando el control de la realidad de Anthony se va desvaneciendo, te meterás en un juego mental, que intentarás descifrar junto con el protagonista.
Zeller nos da un acercamiento a la enfermedad, pero a través del enfermo. Contando la historia desde sus ojos. De esta forma, vivirás la película como si tú fueses el protagonista.
El montaje del director incluye varios detalles narrativos dentro de la cabeza de Anthony. Así observamos como los lugares y personajes cambian constantemente. Pronto nos encontramos dentro de un laberinto mental, privados de la realidad.
El truco que utiliza The Father es único. Podemos ver como salta el tiempo en unos días a través de momentos y recuerdos, sin dejar de narrar en tiempo presente. Efectivamente, pasan días, y hasta meses, que se capturan en momentos particulares. Incluso, la cinta no maneja una cronología, porque Anthony también recuerda situaciones que ni siquiera ha vivido aún.
La cinta es impecable y no solamente por la trama. Si observamos por completo las técnicas cinematográficas utilizadas, podemos ver cómo todo se conecta para crear lo que, en mi opinión, es una obra maestra.
Empecemos por el ambiente sonoro alarmante y los ecos pronunciados de conversaciones que fueron compuestos por el italiano Ludovico Einaudi, y que convirtieron el espacio en un reflejo de la percepción errónea de Anthony.
Los hechos se desarrollan en pocos lugares y cerrados. En el filme, se opta por conservar la idea original de la obra de teatro, en donde sutilmente, a través del mismo escenario, cambian varios detalles y objetos.
Los momentos pasajeros son conmovedores y fuertes. Si hablamos de personajes, hablemos de la insuperable actuación de Hopkins, sobre quien tenemos que destacar que a sus 83 años realiza el trabajo más cautivador a lo largo de su carrera.
Observamos al personaje principal con tanta frustración, paranoia y falta de confianza hacia sus cercanos, que nos genera doble sentimiento, uno emotivo y de desconfianza.
El personaje de Anthony captura el conflicto de una forma dolorosa. Sus ojos muestran una espesa autocompasión y su tono de voz puede llegar a ser un poco escalofriante en cuanto a sus cambios de actitud. Sin embargo, algo que me gustaría resaltar es que Anthony juega un doble papel. Más allá de la interpretación, ¡vemos un poco del verdadero Anthony Hopkins en escena! Pues el filme utiliza la verdadera esencia del actor en toma.
Si son fans de Hopkins y lo han visto en sus redes, seguramente han observado que es muy extrovertido y le encanta bailar. Y eso lo podemos ver en una de las escenas de la cinta.
@anthonyhopkins #Drake I’m late to the party… but better late than never. @oficialstallone @arnoldschnitzel #toosieslidechallenge
Spoiler Alert…
Cuando Anne le presenta a su padre a Laura, su nueva cuidadora, él bromea con ella y después de intercambiar varias palabras, le ofrece un baile de tap, asegurando que él fue un bailarín. Con ello intenta demostrar sus habilidades.
Pero, volviendo al papel que interpreta el famoso actor, detrás de cada acción hay un toque irónico y desgarrador. Al inicio de la película, lo primero que notaremos en Anthony es cuánto ama a su reloj de muñeca y cómo lo ayuda a ser consciente de su rutina. Pero es algo que está perdiendo, se le está escapando.
Más allá de tristeza, el personaje de Anthony también nos da una esencia terrorífica y perturbadora. Sobre todo en las escenas con Anne, a quien lastima sin estar totalmente consciente, porque actúa de manera descarada y quisquillosa. Por su parte, Colman muestra un papel extenuante, “tranquilo” y muy centrado.
En cuanto a las escenas, varias de ellas se repiten conforme avanza el filme. Muchas veces te preguntarás cuál será el desenlace. Sin embargo, sabes que terminará en tragedia, por la enfermedad que sufre Anthony. Algo que es muy predecible, pero no me por ello menos interesante.
La actuación final de Hopkins cierra la película con broche de oro. Vemos un retrato de desesperación y soledad, y vivimos varias emociones al mismo tiempo, emociones que seguramente a la mayoría nos sacarán lágrimas.
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Desde luego, Hopkins es un actor que sorprende con la mayoría de sus papeles. En su reciente trabajo en Los dos papas, también obtuvo una nominación al Oscar y un año después ha vuelto a asombrar con su papel en The Father. El tiempo no pasa en la trayectoria de Hopkins. No solamente vemos viva la imagen de Hannibal Lecter, también vemos una reinvención dentro de la piel de un papa y un anciano con demencia senil. Por esa razón, Hopkins se ha mantenido como un candidato permanente al Oscar y ahora lo ha vuelto a conseguir.
En el último año, el cine se ha desconectado un poco del mundo, no solamente por la pandemia, sino también por el crecimiento de las series que han logrado enganchar al público en las plataformas digitales. No obstante, obras como The Father nos recuerdan que el cine está más vivo que nunca.