Soundtrack: Mejor No Hablar (De Ciertas Cosas)

por Radio COCOA

Portoviejo Rock City

Este año, dos películas ecuatorianas llegaron cargadas con rock. Mejor No Hablar (De Ciertas Cosas), de Javier Andrade, es una de ellas. Aunque su soundtrack es «ecléctico», como dice Javier, con algo de música nacional, punk rock y pop de los ochenta, refleja el espíritu de su historia y ha sentado nuevas bases para el cine de autor en nuestro país.

En esta entrevista, Javier Andrade habla sobre el proceso de selección de la música, la banda de Los Peores que aparece en la película y un par de anécdotas más…

Sebastián Game participó en el soundtrack de la película, ¿por qué decidiste hacerlo con él?

Sebitas es un amigo muy querido y ya habíamos trabajado antes. Si bien la película no tiene una música incidental tradicional, yo sí quería que la banda que aparece en la película, tenga una personalidad y sea real. Yo no quería que nosotros grabemos algo y hacer playback en el set. Me parecía que siempre iba a funcionar mal. Por ejemplo, una película que a mi me gusta muchísimo es Sid & Nancy, de Alex Cox. Es una peli casi perfecta, pero cada vez que tocan, hacen un playback y todo se cae, porque se siente súper falso.

Por eso lo que decidimos con Sebas fue crear una banda alrededor del personaje del actor (Víctor Arauz). Y es chistoso, porque Víctor es completamente opuesto a «Luis». Para empezar no bebe, no fuma, es un man que le gusta el reggaeton, la salsa… es un tipo muy tropical, muy caribeño. «Luis» es más bien como un punkero del Caribe. Entonces, como parte del proceso de Víctor, pensamos que iba ser buena idea si él empezaba a tocar con una banda como parte de su transformación al personaje. Casteamos a dos músicos, Sergio Rodríguez y Luis Peralta (Guaba), músicos jóvenes de Portoviejo, y Víctor empezó a ensayar con ellos, siempre supervisado por Sebas. Y en la peli, todas las guitarras que se escuchan son tocadas en vivo, pero no las está tocando Víctor, sino Sebas, fuera de cámara con un cable que le pasábamos por detrás… Ese fue un poco el proceso con él.

Mejor no hablar de ciertas cosas

Una vez que tenían lista la selección de la música del soundtrack, ¿cuál fue la atmósfera que quisieron darle al film?

Todo empezó cuando decidimos que la película se iba a filmar en Portoviejo. Todo debía ser algo que, de alguna manera, sonó en Portoviejo. Entonces eso me ayudó a seleccionar la música. A diferencia de Quito, allá no puedes vivir en una burbuja, es imposible porque la ciudad es muy chica y eso a mi me encanta. Yo quería reproducir eso en la peli… como se filtran otros sonidos, otras músicas que no necesariamente tienen que ver con los personajes, pero hablan de dónde vienen. Por ejemplo, «Esta Guitarra Vieja» de Carlota Jaramillo, que es una canción tradicional, es algo que estaría en un taxi o una tienda, que a lo mejor en ciudades grandes, si tú no quieres no lo oyes, pero en Portoviejo es inevitable. Lo mismo pasa con «Pesares» de Julio Jaramillo. Yo quería tener los sonidos de las cantinas, de la calle, de la licorería a las cinco de la mañana… Resultó una banda sonora un poco ecléctica.

Y en general, las canciones para mí son como un elemento de sicología, de dar acceso al personaje. Esta es una película que está filmada de una manera particular. Yo quería que esos momentos se den de una manera más interesante, más orgánica, más natural… lo que pensamos fue: «¿qué tal si las canciones hablan por ellos…?»

Luis en el estudio

Tú también eres músico. ¿Qué crees que aportaste al soundtrack con esa experiencia?

Para mí la música no debe ser un parche para generar una emoción falsa, que no lograste generar con lenguaje cinematográfico. Yo siento que es así como se usa en la mayoría de las películas que veo… Yo siento que la música debe ser un instrumento de sicología. Hay una cosa muy bonita en la actuación que dice Elia Kazan: «la actuación no es otra cosa que la expresión de sicología a través de comportamiento». Yo creo que la música debe ser una extensión de eso, debe decirme qué pasa en la historia, qué le pasa al narrador o qué le pasa a los personajes. Así fue como se fueron escogiendo los temas; canciones muy suaves e intimistas para ciertos momentos, y otras más rimbombantes o locales… para otros. La idea era que las canciones te hablen de intimidad de los personajes y su entorno, para que puedas hacer un mapa emocional de la película. Es una historia muy íntima pero con un carácter épico.

Además a mi me gusta mucho la música, yo me comunico con música. Para mí era también un placer jugar a lo que yo hago siempre. ¿Cómo le cuento a la gente lo que yo quiero que sienta de una manera no verbal?

Mejor No Hablar de Ciertas Cosas

El tema de Sumo, «Mejor No Hablar De Ciertas Cosas», lo trataron de conseguir para la película pero no se dio. ¿Cuál es la anécdota atrás de eso?

La película, en inglés, se llama «Porcelain Horse» y trabajé todo su universo con ese nombre durante dos años. Cuando fue hora de pensar el título en español, «Mejor No Hablar de Ciertas Cosas» era la ironía perfecta, porque era lo opuesto a la idea de la película y era además una cosa que resonaba con cierta «forma de ser» ecuatoriana: no enfrentar los problemas, mirar para otro lado o no admitir una evolución en la sociedad, sino pelearla al no reconocer su existencia.

Por otro lado, yo soy fan de Sumo, tal vez, para mi es la banda más importante de música en español, la primera que me gustó de verdad. Y en la música hay un proceso de identificación, uno como que se alinea en una facción («Yo soy emo… metalero… rockero»). A mi nunca me gustó tanto Charly García, Soda Stereo ni Caifanes que era lo que se escuchaba cuando yo estaba en la secundaria. Entonces yo me adherí a un montón de cosas en inglés como The Clash, Nirvana, Alice In Chains. Cuando escuché Sumo, no sé por qué, fue una adhesión inmediata. Por eso cuando yo decidí tener ese título fue como que me dije, «hay que usar la canción».

Pero fue particularmente triste porque en algún momento la teníamos, la había autorizado SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) y luego dijeron que no, porque tenían que consultar a todos los autores. Cometieron una cagada, un error… Nos dijeron a nosotros que sí, antes de tiempo. Y lo que sucedió fue que varios miembros de Sumo habían dicho que sí, menos Diego Arnedo y Ricardo Mollo, que ahora son Los Divididos. Ellos no autorizaron el uso de la canción, ni para mi ni para nadie. Ellos son muy particulares con el uso de su música, al punto de que el hermano de Luca Prodan (vocalista de Sumo) hizo una película sobre la banda y no pudo utilizar los temas. O sea, básicamente le apostamos a la gente más jodida del mundo.

Para mi al final del día no fue una tragedia. De hecho, la película es excelente sin la canción, pero me hubiera encantado tenerla por mi relación personal con la música de Sumo y la figura de Luca Prodan que es tan inspiradora, que se fabricó una vida tan diferente a la que el destino le había impuesto. Eso es algo que yo admiro mucho y que de alguna manera es el tema de mi película…

Básicamente en Sumo, todos son buena onda, pero Arnedo y Mollo se van a la verga…

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