Señales del Fin Del Mundo: De la ingenuidad estereoscópica y sus efectos en el cerebro humano

por Radio COCOA

Cuentan los rumores que Hollywood descubrió la forma de ahorrarse la repetición poco original de tramas, personajes y actores. La fórmula parecería haber llegado de las manos de Robert Rodríguez (Spy Kids – Game Over) en complicidad de James Cameron (Avatar). Juntos nos hicieron creer en menos de cinco años, que los humanos no éramos capaces de imaginar una tercera dimensión en la pantalla.

Y quién no querría repetir la fórmula luego de que Avatar obtuviera en taquilla por ahí unos 2.7 millones de dólares. Queda entendido que la personalidad eufórica de los niños pida más novedades en el mercado cinematográfico y que sea toda una aventura el ir a ver películas con efectos especiales, desde el mismo hecho de ponerse unos grandes anteojos que los hagan sentir más originales (más o menos como los hipsters).

Pero, ¿los adultos…? Imposible entender cómo cientos de personas pueden hacer fila para ver las escenas calientes entre Rose y Jack en “Titanic 3D”, como esperando que de esos encuentros náuticos multidimensionales salieran pedazos de carne extra que no logramos apreciar en la versión original.

La novelería es ciega -y burda-. Como evidencia podemos ver que ni el precio, ni la pérdida de colores, ni la incomodidad de las gafas han evitado que la gente deje de pedir más películas en este formato. Se dice que incluso existe todo un ritual detrás de los dolores de cabeza y las náuseas que muchas personas sienten al salir de las salas de cine.

De ser así, una especie de catarsis podría producirse al distorsionar la imagen y descomprender la trama de la película, en un intento desesperado de nuestro organismo por adaptarse a lo trendy del 3D. Lo que nadie les contó es que no es necesario someterse a ese tipo de ejercicios. Para eso están otras ceremonias que reproducen a través del uso de otros objetos y sustancias, efectos mucho más interesantes para la mente.

Pero hay quienes han llegado a convencerse de que no pueden no ver “Hugo”, “Furia de Titanes” o qué tal “Lorax en Busca de la Trúfula Perdida”, si no es en esta tecnología. Qué horror no vale no ver, si dicen que dizque está bien alhaja así moderno. Entonces, llega la etapa del convencimiento personal, luego la de la culpa: cuando no hay mucha comodidad al vivir la experiencia tridimensional, sí, sí es el cerebro el que no puede calibrar las imágenes superpuestas, habrá entonces que ir donde el oculista a ver qué mismo pasa con estos ojitos chapados a la antigua…

Texto: Gabriela Robles
@garoba

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