Revolución y cine: las huellas de Jean-Luc Godard 

por Gabriel García
El 13 de septiembre falleció el cineasta francosuizo Jean-Luc Godard a sus 91 años. Su muerte, que deja una profunda ausencia en el mundo del cine, nos invita a recordar la trascendencia e influencia de la obra del director en el séptimo arte. 

¿Quién fue Jean-Luc Godard? 

Jean-Luc Godard fue director, guionista, productor y crítico de cine. Su incursión en el arte audiovisual comenzó en 1955 con el cortometraje Une Femme Coquette. La obra dio indicios de la pasión y la dedicación de Godard por reinventar una industria que se hallaba inmiscuida en un círculo vicioso de lo tradicional.

Godard tuvo una carrera bastante prolija, fungió de director en 131 piezas cinematográficas, desde documentales y anuncios publicitarios hasta películas y episodios de series de televisión.

La Nueva Ola Francesa 

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Harto de la narrativa y las convenciones del cine tradicional, Godard expandió los límites impuestos por la industria cinematográfica. Con la colaboración de grandes exponentes del cine francés, como el guionista François Truffaut o el cinematógrafo Raoul Coutard, comenzó una revolución en cuanto a las reglas y formas de hacer cine: La Nueva Ola Francesa.

Para el profesor de literatura y cine de la USFQ, Álvaro Alemán, la importancia de este movimiento vanguardista radicó en la “ruptura con la tradición esteticista del llamado ‘cine arte’ europeo, una insatisfacción con un cine adocenado [mediocre] y de espaldas a formas dinámicas de narrativa visual”.

Los precursores de la Nueva Ola Francesa también buscaban la transformación fotográfica y de montaje. Para ellos, cada corte debía llevar consigo un cambio en la angulación de la cámara y una modificación en los distintos tamaños de la imagen. Con estas nuevas técnicas de rodaje, el cine francés exploró nuevas historias y personajes.

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En su obra insignia, Sin Aliento (1960), Jean-Luc Godard improvisó el guion y empleó un recurso poco visto en el cine de esa época: la ruptura de la cuarta pared. Así, sentó las bases de un movimiento cinematográfico que se basaba en la audacia de las imágenes y en la mezcla de distintos estilos narrativos. “Todo el tiempo exploraba [los elementos técnicos y discursivos del cine] y trataba de irse en contra de las normas y convenciones del momento”, asegura Javier Arano, profesor de narrativas audiovisuales de la USFQ.

Liberación del cine 

A pesar de los cuestionamientos, Godard siempre promovió un cine crítico y con evidentes tendencias políticas. De hecho, participó en las protestas estudiantiles francesas de 1968 para grabar las sublevaciones y situar como protagonistas a los manifestantes. Sus tendencias marxistas nunca se escondieron, mostraba un claro rechazo a las condiciones laborales y juzgaba, con su sagacidad característica, la sociedad del espectáculo.

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Él mismo lo dijo: “Lo que quiero sobre todo es destruir la idea de la cultura. La cultura es una coartada del imperialismo. Hay un Ministerio de Guerra. Hay un Ministerio de Cultura”.

Sin duda alguna, la cinematografía tradicional y el statu quo de la época encontraron resistencia en una persona que anhelaba la liberación individual y que encontraba en el cine la vía adecuada para contar las distintas facetas del ser humano. Según Alemán, “sus contribuciones al cine del siglo XX consisten en un espacio de negociación: cineasta revolucionario, activista comprometido con la transformación social, crítico sagaz y fundamental para una teoría del cine contemporáneo”.

Las causas del deceso 

Medios de comunicación franceses, como la Agencia Francesa de Prensa (AFP), confirmaron que su fallecimiento se trató de un suicidio asistido. La familia de Godard contó a ese medio que se decidió dar fin a su vida por una serie de enfermedades que sufría. Uno de los familiares también añadió que Godard se encontraba simplemente exhausto.

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