Conoce a Blaü Moon, una joven banda quiteña que incursiona en el mundo del R&B.
Por lógica, trabajar creativamente en la noche no parece una buena idea. Cuando lo hacemos, la energía no es la misma. Las obligaciones del resto del día ya han consumido nuestras fuerzas. La chispa creativa está ausente y las ganas de dormir se vuelven imperiosas. Trabajar en la mañana luce, pues, como la mejor opción.
No es el caso de Mylenna Rodríguez. Es es las noches cuando su creatividad se desborda. Ahí puede dar rienda suelta a su arte y cantar como quiere.
Quizá pensó en ello, en el brillo refulgente de la luna —cuya presencia en el cielo suele limitarse a la noche—, y en su amor por el color azul, cuando le puso nombre a su proyecto musical, Blaü Moon.
Una vida en la música
Mylenna ha estado en la música desde que puede recordar. Desde aquellos días ya muy lejanos de la niñez, en los que su madre y su abuela cantaban, de ida y vuelta, en los viajes en carro, canciones de Roberto Carlos y otros artistas. También, aquellas horas que pasó en el grupo Jácchigua. Desde el momento en que se descubrió cantando mentalmente en clases y cuando le tocaba preparar sus cosas para ir al colegio. Es decir, desde siempre.
Con el tiempo pensó en la posibilidad una vida dedicada a la música, aunque no seriamente en un principio. Las cosas cambiarían el día que decidió cantarle a su mamá. La reacción de esta fue, además de un elogio, un espaldarazo decisivo. “Me dijo: ‘Bueno, si quieres seguir música, sigue música, porque creo que ahora estás lista para eso’. Eso fue cuando tenía unos 12 años. Ahí supe lo que quería hacer. De hecho, lo supe antes, pero fue en ese momento cuando tuve la confianza para hacerlo”, recuerda Mylenna.
Después empezaron los años de aprendizaje y de las primeras experiencias en bandas. “A los 16 años, más o menos, comencé a trabajar en bandas de rock que tocaban covers de rock clásico y bandas como Ultra Decibel, que ya tenían su propia música. Les conocí a los Catzos y con ellos me manejaba”, afirma.
El nacimiento de Blaü Moon
Después de ingresar en la universidad para estudiar música, lo más compatible con su vocación, Mylenna conoció a Joan Lomas, que andaba por la mitad de la carrera. Baterista y —sobre todo— guitarrista innato, Joan se convirtió muy pronto en su complemento ideal en el plano musical.
Joan también había descubierto la música muy temprano. Primero, con la batería, que tocó desde la infancia. Luego, con la guitarra que le cedió su padre —sin duda, uno de los grandes regalos que ha recibido en su vida—. De ahí adelante se dedicó a la práctica por cuenta propia, hasta que ingresó a la universidad. «Uno solo va aprendiendo, imitando y luego creando. En la universidad ya estudié guitarra, pero nunca dejé de lado la batería», puntualiza.
Con Mylenna formaron un dueto muy compenetrado y se dedicaron a los covers. Algo que no tardó en cambiar.
Tan bien la pasaban tocando, y tanto había madurado la música dentro de la cabeza de Mylenna, que el salto hacia la creación propia fue inevitable. “Mylenna me dijo que tenía letras y que ya sólo faltaban armonías, y empezamos a componer. Ella hacía las armonías, las letras, y arreglábamos los temas. Empezamos como dúo y agregamos más gente para hacer una banda, porque al inicio nos presentábamos sólo ella y yo, con loops. Luego ya agregamos otros instrumentos”, señala Joan.
Más es mejor
A la banda se sumaron David Millán, como baterista y arreglista, Adrian Cevallos y Salomé Salinas, como coristas, Joel Pérez, como saxofonista, y Andrés Egüez, como bajista.
Fue así como quedó constituida Blaü Moon, una banda con sello propio desde el inicio. Un grupo variopinto que a veces transita por la frontera del gospel y que combina las letras en inglés con las letras en español, por la combinación de sonoridades y los experimentos. Con la influencia mayoritaria del R&B y, más recientemente, del pop y del trap, Blaü Moon se convirtió en un proyecto muy trabajado, al que sus integrantes estaban dispuestos a ponerle todas ganas que hicieran falta. La unión hace la fuerza.
Ello, por supuesto, no ha evitado que, con el frenético ritmo de vida actual, el espacio para los ensayos sea muy corto. Apenas una hora es el tiempo del que disponen los miembros de la banda para sentarse a ensayar los temas que han compuesto. Pero esta dificultad ha sacado lo mejor de ellos. Y las pruebas están a la vista.
Un futuro lleno de sueños
En noviembre del año pasado, el Museo del Rock organizó un concurso de bandas. Los chicos de Blaü Moon ya habían tocado en el lugar y la oportunidad les pareció perfecta. Era el momento ideal para subir otro escalón. Aplicaron para participar y, después de que escucharan música y quedaran impresionados por ella, los jueces los invitaron a participar.
Mylenna recuerda la presentación como inolvidable, pese al trabajo que demandó —modificar los arreglos de los temas y sacar un cover—. “Tengo lagunas mentales de la presentación, porque sonaba hermoso, porque fue lindísimo”, dice. Para Joan, el proceso previo a la presentación fue emocionante, por la forma en que la banda se juntó para practicar y para aportar algunos matices a las canciones. “Nos juntábamos para jamear. Había solos, los solos siempre son improvisados”, recuerda.
Después del concurso, el panorama luce alentador para el grupo. Su primer sencillo para Spotify, “Call”, ya está disponible. Y, por encima de todo, está presente el sueño de seguir creciendo, de seguir haciendo lo que les gusta por mucho tiempo y, más que todo, de crecer. “A la banda quisiera verla en festivales grandes de nuestro estilo. Quisiéramos ir a otros países”, dice Mylenna. Seguro que pondrán todo de sí mismos para lograrlo.