Me paro para que te cagues de risa

por Martín González
Cuando un comediante decide utilizar solamente un micrófono como herramienta de la risa, el humor se convierte en ciencia, catarsis, examen de conciencia, estudio sociológico, un universo en sí mismo.

Si solo se necesita un micrófono, debe ser frescazo lanzarse a la huevada, ¿no? ¿Qué tanta ciencia debe haber detrás de contarle cosas chistosas a la gente? Total, de eso nomás se trata. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si en verdad te cagas de miedo? ¿Si te toca pensar en lo que dices para que la gente se ría sin detenerse a pensarlo? ¿Si en verdad estar parado intentando hacer dar gracia es más cagado de lo que parece? Yo no sé. Mejor que respondan los que cachan.

Han de ser unos bacanes estos manes, así como para lanzarse a hacer algo que aquí en el Ecuador todavía es borroso, que recién empieza a aclararse en nuestras cabezas. Ellos, que ya se metieron al ruedo que nos digan: ¿cómo es eso del Stand-Up Comedy y qué forma tiene en nuestro país?

Ave Jaramillo, Monserrath Astudillo, Andrés Crespo, Stand-Up Comedy Ecuador, Radio Cocoa

El Ave Jaramillo haciendo Stand-Up para 1500 personas en los intermedios de un show de baile en la CCE / Foto: Jerónimo Meneses.

Stand-Up: ¿No será lo mismo que un monólogo?

 

Primero lo primero. ¿Qué definición tiene el Stand-Up Comedy? El Ave Jaramillo, que se dedica a la movida hace 10 años, dice que es eso mismo: «es un show cómico en el que el comediante se presenta tal cual». También dice que, capaz, la mayor diferencia que tiene con el monólogo teatral es el tipo de máscara que uno se pone para hacerlo. Un estandapero no necesariamente cuenta su autobiografía, y a veces hasta entra en personaje para soltar su descarga. Lo que pasa es que el personaje del estandapero «tiene que pasar desapercibido».

Pocas son las referencias de esta vaina en nuestro medio. Cuando el Ave empezó a aventurarse en la movida, cachaba el trabajo del Ilia Endara, que se presentaba de terno y corbata en los bares y cafés de la Mariscal. Dice que otro referente era el Michelena, teatrero de la calle, rey del parque «El Ejido». «Si uno le quita la máscara podría ser el estandapero perfecto».

Ave Jaramillo, Monserrath Astudillo, Andrés Crespo, Stand-Up Comedy Ecuador, Radio Cocoa

Así agarró camino, pegado a un estilo de «Stand-Up puro». Él y el micrófono nomás. Pero ese es solo su caso.

En el fondo, el Stand-Up ha sido algo a lo que algunos actores y presentadores de TV de nuestra llacta se han acogido para explorar otro lenguaje, porque les pareció interesante, o por hacerse un billete en medio de la chireza.

Monserrath Astudillo dio el salto desde el teatro, inspirada en el trabajo de Jaime Andrés López (no es el man de la Pelota de Letras, pero se llama igualito). Ella ya hacía teatro hace rato, de lo dramático al clown, y estaba familiarizada con los monólogos. Cuando se enganchó al Stand-Up le costó encontrar su camino: «Comencé a querer copiar un formato gringo y no me funcionó. Entonces comencé a buscar el propio estilo mezclando muchas cosas del Stand-Up con la actuación».

Para ella esta vaina es como un terreno para explorar nuevas posibilidades. «Como el género es tan libre», hace lo que le da la gana. Se pone pelucas, canta, baila y gesticula. No obstante, aunque estilizada, sigue siendo Monserrath Astudillo cuando lo hace.

Ave Jaramillo, Monserrath Astudillo, Andrés Crespo, Stand-Up Comedy Ecuador, Radio Cocoa

Foto promocional del último show de Monserrath: «Luna de Miel».

Andrés Crespo baila otro son. Nunca hizo teatro. Dice que la idea le atraía hace rato, por su afición con la oralidad, «con la nota del verbo y del verso y la filosofía criolla. Uno siempre cuenta cuentos cuando está con la gente». Pero el camino empezó hace un año nada más, después de que se vino a vivir a Quito y estaba «medio desesperado con problemas existenciales».

En alguna chupa le dijeron que le daban chance de probar en el -ya extinto- «Piccolo Teatro» de Tumbaco y él, embalado llamó a su pana Daniel Llanos a la 1 AM para reclutarlo en la parte de guión: «Mira maricón, ya habíamos hablado de esto, lo vamos a hacer».

«El Humor es una Ciencia»

 

Ya pues, sorteada la pregunta del significado, queda cachar ¿cómo se hace? Y si no es tan fácil como parece, ¿qué tanto hay detrás?

Hay hartas vainas. El humor es una ciencia, «la risa en el ser humano es algo mecánico», dice el Ave. El man tomó cursos enteros en la universidad para acercarse a entender la risa y su funcionamiento, con libros y tratados de Freud, todo el paquete. De todo lo que aprendió puede sintetizar algo así: nos causa chiste lo que desafía a la lógica. La risa viene de no adaptarte a la realidad, «cuando te ríes, te ríes de algo que no debería ser».

Y eso tiene una estructura clara, o al menos debería. Crespo lo vacila por el lado de «la economía». Más claro: «Si tu cuentas algo rápido y sacas el punch-line de una, funciona bien. Es saber conversar: de una ¡PLIN!». Cuando comenzó a traducir ese vuelo en el lenguaje del Stand-Up, se apoyó en Daniel, que veía mucho de eso, según cuenta. Seinfield fue uno de sus referentes, el que les alumbró un poco el camino acerca de cómo estructurar un chiste.

De ahí partieron para armar el guión del primer show. Buscando «la economía», se sentaban a tomarse unas chelas y a conversar con el mircrófono de la computadora prendido. Luego Andrés escribía lo que habían hablado y se lo mandaba a Daniel para que él lo puliera. Así de orgánico fue todo, como sentarse a chupar y vacilar el dato, pero ordenando lo que escupían.

Cuando Monserrath se desencontró con el micrófono en su primer intento estandapero, decidió regresar a sus orígenes teatrales para dar vida a su show. Se acordaba por un lado de cómo Luis Miguel Campos (autor de «La Marujita se ha muerto con Leucemia»), montaba sus obras pensando en la geometría para cuadrar el movimiento de los actores y el uso del espacio. O habla también del profesor que tuvo en Argentina que escribía comedia desde la astrología, un «genio». «Para hacer una improvisación planteaba algo planetario».

Todo es una técnica y para ella la preocupación está en cada show. «Creo que hoy encontré el ritmo. Con este ritmo deberían ser todas las funciones», dice al acabar una presentación de «Luna de Miel», su último show.

Para Monse, el Stand-Up es una coreografía, casi literalmente. Todo su bagaje se traduce meticulosamente en una fórmula para explotar en el escenario, y claro, para hacer explotar al público.

Ahí está el meollo. «Más que un asunto de forma, se trata del objetivo. Hacer reír es el norte», complementa el Ave.

«El chiste tiene que ser inteligente»

 

Si nos reímos de lo que no tiene lógica, podríamos pensar que todo a nuestro alrededor es chistoso. Los ecuatorianos somos capos para contradecirnos y hacer cosas absurdas. Si no, que levante la mano quien nunca anduvo con chanclas en la playa, bendijo el carro en el Quinche o se atrevió a pasar el chuchaqui con más biela. Bacán todo eso, pero tiene que tener condumio: «tienes que tener algo que decir genuinamente», dice Crespo.

Ave Jaramillo, Monserrath Astudillo, Andrés Crespo, Stand-Up Comedy Ecuador, Radio Cocoa

Afiche de uno de los shows de Crespo. «Cuentos desde el Estero».

«A veces puede ser pesada esa filosofía», agrega él con su dejo de guayaco surfista vacilando la hamaca. «Va a haber crítica negativa y eso está bien. No siempre le vas a gustar a todo el mundo», dice Monserrath enérgica. «Cuando no se ríen de tus chistes te la bancas como varón y aprendes para la siguiente» agrega el Ave. No importa, todo sea por hacer reír con sustancia, desde lo que tiene significado, lejos de los lugares comunes.

«Rompamos el estereotipo, o cojamos el estereotipo pero démosle la vuelta». El Ave se lanza desde ahí. Confiesa que le gusta tocar la tecla de la política, jugar con la susceptibilidad de la gente, y que al hacer eso a veces no sabe si es cronista o humorista. «‘Washington Pesántez sortea una cena romántica’. No es ni chiste, pero yo digo y ya la gente se ríe».

Ave Jaramillo, Monserrath Astudillo, Andrés Crespo, Stand-Up Comedy Ecuador, Radio Cocoa, La Avena Cómica

El Ave Jaramillo en La Avena Cómica.

Crespo lo elogia por la sofisticación en su descarga. Para él, se trata de caminar en el filo, y tratar de estar cada vez más en el filo. Ahí donde no se sabe si las cosas hieren susceptibilidades o no lo hacen. También reconoce que vale la pena meterse con la política, más aún ahora que todo es más «circense».

Monse se mete en esa búsqueda desde el gozo que le produce ser mujer. Eso es lo que vacila a diario y lo que quiere exponer al mundo. «Yo no soy feminista», dice «no me cargo esa bandera». Pero así sin quererlo, le da duro al curuchupismo de nuestra sociedad. Habla constantemente de sexo, de las relaciones de pareja, del lado oscuro de la maternidad. Sin empacho alguno, sin pelos en la lengua, como le gusta. «La gente me pregunta, Monserrath Astudillo, ¿por qué siempre hablas de sexo en tus monólogos? Y yo les respondo, ¡ya que no tengo, al menos déjenme hablar!».

«Las peores experiencias son los mejores gags»

 

Cuando Crespo llegó a Quito, llegó «maleteado», como «un man al que la mujer sacó de su casa». Y desde ahí comenzó a escribir chistes. Cuando le preguntan si cree que sus peores experiencias son sus mejores chistes, responde: «Sí pues. Yo creo que desgraciadamente eso es real.» El humor le sirvió para asentarse en la capital, como un taco de puntas para los nervios. Y con él concuerdan los otros dos también. El Stand-Up es una forma de enlluchar el alma.

El humor para el Ave fue un mecanismo de supervivencia. Para él, la pubertad en un colegio masculino fue un campo de batalla y tuvo que aprender a reírse de sí mismo para escribir chistes, como una catarsis. Sus personajes son una forma de hiperbolizar su personalidad de alguna manera. «Soy súper despistado», me decía después de haber llegado media hora tarde a una entrevista que casi olvida por completo.

Ahora mucho de su material es rescatado de su vida diaria. Ya no le teme a reírse de lo que le importa, a desacralizarlo. «La relación de pareja me da mucho material, pero mi novia me censura, es como la SECOM».

Por su parte, el humor en crudo le ha permitido a Monserrath tratar temas oscuros, hacerlos digeribles para sí misma, procesar sus memorias para hacer que la gente se cague de la risa. Es tan visceral su descarga, que a veces la lengua se le va descarriada. «Me digo, ¡Mierrrrda!, por qué dije ¡Mierrrrda! ahí», confiesa entre risas.

Siempre va a estar el pánico escénico de alguna manera. Siempre la adrenalina, los nervios, las manos sudadas y el frío en el estómago por lanzarse al vacío. «Pararse para hacer reír a un poco de gente…esa huevada es fuerte -dice Crespo-, ¿Si muerdes?»

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