Los Wánabis: Cuando la realidad es tan inverosímil solo queda llevarla a la gran pantalla

por Katicnina Tituaña
Caer en una estafa, a veces, no es tanto una cuestión de ceguera frente a las banderas rojas de una situación. Los protagonistas de Los Wánabis, una peli ecuatoriana de ficción, lo demuestran.  Aquí te damos razones para verla.

Hay estafas y estafas, unas definitivamente más elaboradas que otras, pero ¿será que habemos (sí, me incluyo) personas más propensas que otras a caer en ellas…aún cuando son muy aparentes? ¿Qué nos hace vulnerables? ¿Es un tema de inteligencia o sencillamente de mala suerte? ¿Qué factores de protección no nos enseñaron de chiquitxs?

Quiero ser honesta: estas preguntas no me quitan el sueño, pero me inquietaron recientemente luego de haber visto en el cine Los Wánabis. De entrada lo digo, esta peli de ficción ecuatoriana, entre el thriller y la comedia negra, es apta para todo público…hasta para los más escépticos de las producciones nacionales.

Es que, si para convencerlxs de ir a verla hay que ubicar a Los Wánabis en un extremo de la –a mi modo de ver, innecesaria– tensión entre el cine comercial y el cine…¿“auténtico”, “artístico”, “de autor”, de festivales…?, la peli se ubica en el primero.

Lo cual solo significa que cuenta una buena historia, pero con un nivel de conflicto externo; o sea, que los problemas que sufren los personajes son desde un principio bastante evidentes para la audiencia y, por ello, nos enganchamos más rápido.

“Tiene una trama muy transparente, muy llamativa y muy clara”, nos explicó su escritor y director, Santiago Paladines, también profe de cine de la USFQ.

“Es básicamente la historia de una estafa, entonces, como en el género de las películas de robos y asaltos, la trama se sigue paso a paso. Para la audiencia es más fácil saber qué está pasando con los personajes, qué es lo que quieren. Creo que eso la ubica más en lo que podemos llamar el cine comercial”, acotó Santiago.

Los Wánabis. Cortesía.

Los Wánabis es su primer largometraje de ficción de una carrera que ha estado más enfocada en el documental y el periodismo. Se estrenó el pasado 24 de octubre y está basada en la historia real de una gran estafa que ocurrió en Quito a principios de los 2000.

Dato curioso: es la primera peli residuos cero en el Ecuador, o sea que su impacto ambiental fue mitigado durante la producción a través de diferentes mecanismos de sostenibilidad. Más info en su página web.

En breve, en medio de una economía recientemente dolarizada, la peli sigue a tres amigos: Juan, Pedro y Diego, atraídos por un negocio trucho, con la ilusión de hacerse millonarios de la noche a la mañana. Alerta spoiler: las cosas salen muy mal. Tan mal que, durante la hora y media de filme, unx intenta convencerse de que jamás tomaría las decisiones que toman sus personajes.

Pero si algo deja en claro Los Wánabis es que caer en una estafa, a veces, no es tanto una cuestión de ceguera frente a las banderas rojas de una situación, sino de elegir verlas de otro color para evitar que la realidad pegue tan duro.

Más aún si hay presión social de por medio y, lxs amigxs, en ocasiones, pueden hacernos apretar el acelerador en contra de cualquier razonamiento, ¿o me equivoco?

En fin, si alguna vez has sido timado, anda a ver la película para reírte un rato. Si aún eres un invicto, aunque regodees de ello, espero que nunca te pase. Pero si llega a sucederte, tranqui, podrás encontrar consuelo en Los Wánabis, sabiendo que, como Juan, Pedro y Diego, no serías ni el único ni el primero ni el último.

Encuentra la película en las salas de cine a nivel nacional y si te interesa saber más sobre su producción, te invitamos a leer a continuación la entrevista a su guionista y director, Santiago Paladines:

 

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Katicnina Tituaña: ¿Cómo defines el cine comercial en una época en que hay muchos cruces en los formatos audiovisuales y las formas de distribución también van cambiando?

Santiago Paladines, escritor y director de cine ecuatoriano. Foto: cortesía

Santiago Paladines: Es difícil porque la palabra comercial la usamos para que la gente nos entienda un poco a qué nos referimos con cine que apele o llegue a audiencias.

Cuando yo estudié la universidad, le hice una pregunta a uno de mis profesores que admiro mucho, que se llama Gil Denis, un excelente escritor que falleció ya, y le dije: ¿Cómo escribir cine comercial y cine más artístico de festivales?

Y me dijo: No te entiendo la pregunta. Y le digo: Sí, porque son dos clases distintas de cine, uno es más comercial y el otro es más… Me dijo: No sé a qué te refieres. Hay dos clases de historias, las que están bien contadas y las que están mal contadas.

Tú decides si es que haces una historia que tenga más presencia, digamos, en el conflicto […] externo, que son cosas que se ven más. Esas son películas que tienden a apelar más a las audiencias porque son más transparentes.

En cambio, las películas que posiblemente están más en festivales o en círculos más artísticos, están basadas más en un conflicto interno, más de un carácter psicológico. Una buena historia tiene los tres niveles de conflicto: interno, personal y externo.

Podríamos decir que el cine comercial es un cine que no le tiene miedo a tener cubiertas su historia o su trama con un conflicto más externo que interno. Pero eso no quiere decir que haya niveles de profundidad también en el desarrollo de los personajes.

KT: ¿En qué nivel de conflicto está Los Wánabis?

Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: Es la parte externa, digamos, que es lo que la calificaría como cine comercial. Y es que tiene una trama muy transparente, muy llamativa y muy clara. Es básicamente la historia de una estafa.

En el género de las películas de robos de asaltos, (que yo creo que la película se acerca a ese género) el plot o o la trama se sigue, paso a paso. Entonces para la audiencia es más fácil saber qué está pasando con los personajes, qué es lo que los personajes quieren.

Creo que eso la ubica más en lo que podemos llamar “el cine comercial”.

KT: Leía que aprovechaste la pandemia para escribir este guión y que tuvo 12 versiones, ¿cuándo supiste que habías llegado a la versión definitiva?

Rodaje Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: La verdad es difícil saber cuándo terminaste. Se dice que los guiones no se terminan, sino que se abandonan porque llega el momento de filmar y tienes que filmar. Entonces es una especie de carrera contra el tiempo. Es difícil saber en el proceso creativo cuándo algo llega a su fin; generalmente tienes esta sensación de que es inconcluso el proceso.

Lo único que puedes hacer es trabajar muchísimo. Para mí fueron seis meses de escritura desde la idea hasta la última versión. Y como estábamos en pandemia, teníamos mucho tiempo, estábamos encerrados, entonces escribí y escribí y escribí y escribí. Escribí horas de horas, de horas, todos los días hasta ir de versión en versión. Uno siente cuando ya está en un punto en el que puedes salir a filmar porque lo lees y tienes menos preguntas o tienes menos dudas.

Y también es muy importante que como guionista tengas a tus personas de confianza, a quienes les mandas el guión y recibes comentarios y feedback. Las personas que te ayudan en ese proceso te dicen también: “está ya en un estado sólido en el que se puede filmar” y como tú confías en ellos, es un poco el escuchar. Saber escuchar.

Entonces fue una versión que en algún punto dijimos: funciona. Yo me sentí cómodo con la versión y pudimos completar la primera parte del financiamiento que nos hizo poner una fecha de filmación. Entonces seguimos con el proceso.

KT: Has hecho bastante documental, pero este es tu primer largometraje de ficción, ¿cómo fue dar ese salto?

Rodaje Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: Similar a lo que me pasó con el cine comercial y el cine más artístico; me pasó con el documental y la ficción. Yo había hecho mucho documental antes, había hecho periodismo. Y cuando decidí ir a estudiar con esta idea de hacer películas de ficción, fui con esa división en mi cabeza: documental acá, ficción acá. Y durante el proceso me di cuenta que en realidad comparten muchísimas cosas.

Para mí el mejor periodismo es el que cuenta las mejores historias y la mejor ficción es la que cuenta las mejores historias. Y de alguna forma, en la ficción tú tienes que lograr que los personajes se sientan de carne y hueso. Es como que estás un poco construyendo personajes entre comillas reales, pero que son ficción. Entonces el proceso para llegar a eso es muy documental, es muy periodístico, mucha investigación, muchísima investigación.

Tienes que empaparte, convertirte casi en un experto de los temas que estás tratando para hacer que esas personas se sientan reales, actúen, tomen decisiones, digan cosas que estén dentro del mundo real, al que pertenecerían si es que fueran personajes reales.

En cambio, en el documental a veces pasa lo opuesto, que tú dices: “Ah, todo es real. Yo pongo la cámara y estoy filmando a personas reales”. Pero cuando tú le pones la cámara a una persona, la gente se acartona y pasa lo opuesto, se vuelve irreal.

Y tienes que trabajar mucho en el documental para lograr que la persona naturalmente te diga lo que tiene que decirte, y no lo prepare o no lo piense mucho. Entonces, a veces el documental se siente menos que la ficción, y viceversa, si se está bien hecha la ficción.

KT: ¿Cuál fue tu escena favorita de la peli para rodar?

Fotograma Los Wánabis

Santiago: Mi escena favorita fue una del final que podríamos decir que es una escena de acción porque tiene mucha fisicalidad, fue muy demandante, requirió mucha planificación, nos demoramos mucho en lograrla y eso hizo que se sienta divertida. A mí me gustan mucho los retos que se sienten imposibles.

Cuando vas a filmar algo que la gente te dice: “Eso es muy difícil de lograr”, me da más ganas de hacerlo y ahí empieza la investigación. ¿Cómo haces esto, qué necesitas técnicamente para lograrlo? Entonces fue bonita por eso, la que más disfruté, pero también fue la escena en donde los personajes llegaron a su clímax. Llegaron a darse cuenta de algo como seres humanos con lo que habían luchado durante toda la película.

También es un momento de catarsis de los personajes mediante esta fisicalidad que fue riesgoso porque la película, a pesar de tratarse sobre una estafa, tú pensarías que el final de la película trata sobre eso. Sobre qué pasó con el dinero, quiero tener la respuesta del dinero.

Y en realidad se va por otro lado, se va hacia ellos, hacia quiénes son ellos como seres humanos. Y qué va a pasar con su amistad de toda la vida cuando están inmiscuidos en estas circunstancias tan difíciles.

KT: Es definitivamente una película ecuatoriana, pero al mismo tiempo no está repleta de códigos que solo nosotros entendemos. Es decir que puede apelar a una audiencia mucho más amplia…¿Fue intencional eso?

Rodaje Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: Sabes que para mí era muy importante que los personajes hablen como hablan los chicos, o como hablaban, los chicos de esa época. Y eso hace que la película se sienta entre comillas, súper quiteña, porque usan los términos y la jerga quiteña de ese barrio en particular. Pero en realidad lo que eso causa, a mi manera de ver, es que la gente fuera del país sienta que es algo único.

Hemos hecho muchas pruebas de la película, proyecciones en el exterior y una de las cosas que la gente menciona afuera es: “Nunca hemos escuchado o visto a personajes como esos, en ninguna película”. Y eso es refrescante. Hace que la película tenga una oportunidad en arenas, digamos, en lugares internacionales, porque tiene este aspecto único, que para nosotros es muy familiar cuando la vemos aquí.

De ahí lo que hace que una historia se entienda o la gente se identifique emocionalmente, que es lo que buscas al final del día como escritor y como director, es que sea universal, diría yo.

Es difícil usar esa palabra, “universal”. Pero si te pones a pensar en varios niveles de la película…Todos, por ejemplo, conocemos a alguien que le hayan estafado o todos hemos estado cerca de algún tema relacionado a la estafas…en el mundo, no solo en Ecuador.

Todos hemos tenido amistades entrañables, amigos y amigas muy cercanos, y a veces esas amistades se rompen o se trastornan en la vida cuando crecemos, no. Es esa llegada a la adultez que a veces nos hace perder amigos, en todo el mundo.

O sea hay códigos emotivos que conectan con cualquier persona y nos dimos cuenta de eso cuando hicimos estas proyecciones afuera.

KT: ¿Qué papel jugó la música en esta peli? Me parece que es algo a lo que le diste bastante protagonismo y además, al final, en los créditos musicales, sale también tu nombre…

Rodaje Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: Antes de descubrir el cine, yo me dediqué a la música durante muchos años, pensaba que esa iba a ser mi carrera. De ahí descubrí el cine y me fui por ahí. La música es una parte muy importante en mi vida, pero yo quería que alguien más la componga, porque quería una visión distinta, quería colaborar con alguien.

Un amigo mío es el que iba a componer la música. Por temas logísticos ya no pudo porque nos demoramos en terminarla y ya estaba comprometido con otros proyectos. Fue él quien me dijo: ¿Por qué no haces la música tú? Tú eres músico también.

Al principio no me animé porque no había compuesto en mucho tiempo. Tenía mis guitarras guardadas en la bodega durante años y no me quedó otra.

Fue un tema de: Si es que no hago la música yo, voy a tener que buscar a alguien más y eso puede tomar tiempo y el proyecto se puede quedar parado.

Entonces decidí probar. Saqué mi guitarra, desempolve mis equipos y me encerré durante diez días y dije: Si es que esto fluye, fluye. Si es que no, busco a alguien más y el proyecto se para durante un tiempo. Y fue fenomenal.

Fue un reencuentro muy bonito conmigo y con la música. De hecho, ahora a partir de la película quiero hacer proyectos musicales otra vez.

Me pregunto por qué dejé eso. Claro, estaba muy ocupado con el cine, pero ahora quiero volver a traer ese aspecto a mi vida. Y de ahí las canciones fueron saliendo durante todo el proceso de escritura.

Fuimos haciendo una playlist con Nuria, que es mi esposa, y también es la supervisora musical. Ella iba buscando, haciendo investigación y poniendo canciones en una lista y yo las iba escuchando. Íbamos conversando, diciendo: “esta puede funcionar aquí, esta puede funcionar acá”.

Teníamos claro que queríamos que sea una banda sonora ecuatoriana, que sean bandas locales.

Esta lista la vamos a publicar en Spotify, la hicimos con 30 canciones y solamente cinco llegaron a la película, pero es interesante escuchar los temas que estuvimos considerando y pensando.

Al final escogimos esas canciones que nos pareció que aportaban a la historia, le sumaban.

Canciones de la Rocola Bacalao, del Retorno de Exxon Valdez, de Alkaloides, de Verde 70, de Guardarraya y de un grupo que se llama Los locos del ritmo, que es un grupo cuencano que en los años 40, 50 fueron muy conocidos en su escena musical.

KT: Entiendo que Nuria fue quien manejó el tema de la sostenibilidad que es lo que le da a la peli el sello de “cero desperdicios”. ¿Por qué es importante considerar este aspecto en una industria como la del cine?

Rodaje Los Wánabis

Santiago: Bueno, Nuria es una experta en medio ambiente y en conservación. Cuando nosotros fuimos a estudiar en Los Ángeles, yo mi maestría en Dirección de Cine en el American Film Institute y Nuria, un diplomado en sostenibilidad en UCLA,  la invité a un set de una película. Ella llegó emocionada porque nunca había estado en un set de filmación y le resultaba atractivo.

Y lo primero que se dio cuenta es que que nadie, absolutamente nadie, pensaba en las botellas de plástico, en la basura, en los desechos y que se produce muchísimo de eso en un set.

Entonces para ella fue, como siempre dice, una película de terror. Empezó a investigar, dijo: ¿Por qué nadie hace nada al respecto? No he escuchado a alguien que piense en esto.

Y empezó a investigar y encontró que había varias iniciativas de empresas que convertían a los sets de filmación en sets verdes. Ella trabajó con una de esas empresas, después yo.

Aprendí un aspecto del cine que nunca había considerado y nos propusimos. Dijimos: “Cuando fundemos nuestra productora El Viaje Films, todos nuestros proyectos tienen que ser ambientalmente sostenibles”. Porque nos parecía importante que, no sólo en el cine, sino en cualquier actividad que uno haga en la vida, tener una conciencia sobre el espacio, el planeta, el lugar en el que estás y la gente que te rodea.

Entonces decidimos que todos nuestros proyectos iban a ser ambiental y económicamente sustentables. Esa es nuestra misión, digamos, como empresa, que todos los proyectos tengan esos dos aspectos.

Y se implementó un sistema que fue muy bien planificado, muy bien pensado, hubo un equipo exclusivo para la sostenibilidad de la película durante el rodaje.

No hubo nunca una botella de plástico, por ejemplo, casi no se produjeron desechos que ese es uno de los objetivos. No es solamente reciclar o redireccionar los desechos, sino, no producirlos.

Por ejemplo, una persona produce, en promedio, más de un kilo de basura al día. Tú, yo, cualquiera. Nosotros, 50 personas del equipo de filmación, produjimos menos de un kilo de basura al día.

Eso se logró con planificación y con el compromiso de todo el equipo de trabajo. También todo el vestuario, por ejemplo, fue reciclado.

Tratamos de usar muy poca luz artificial con generadores de combustible, pedimos que la gente se movilicen en menos vehículos para disminuir la huella del impacto del CO2 de carbono y al final compensamos lo que no se pudo evitar, que son viajes aéreos, toda la movilización que se realizó en vehículos.

Hicimos la compensación de la huella de carbono apoyando a un proyecto en Mashpi con el que ya tenemos una relación y apoyamos mucho. Donamos a la comunidad todo el vestuario de la película. Entonces es circular el asunto. Es integral. No es complicado, pero requiere compromiso y planificación.

KT: Por último, y esta pregunta un poco a modo de consejo para audiencias jóvenes o aspirantes a cineastas, ¿con qué actitud asumes tus proyectos?

Rodaje Los Wánabis. Foto: cortesía

Santiago: Hace muchos años yo me hacía la pregunta ¿por qué nosotros en el Ecuador no tenemos representación a nivel cinematográfico, por ejemplo en los Oscares?

¿Por qué no hemos ganado un Oscar todavía? Similar a las preguntas que nos hacíamos antes de ¿por qué no llegamos a un Mundial en el fútbol?

Decía: ¿Por qué no ganamos un Oscar? ¿Por qué no ganamos el Festival de Cannes? ¿Por qué no estamos de alguna forma en la palestra cinematográfica?

Y bueno, hay varias razones y me di cuenta de que una de ellas es: las historias. Contar mejores historias. Prepararnos mucho más en la parte de escritura. Con lo otro no tenemos mucho control.

Que la gente vaya a ver las películas o que exista inversión privada, o que el gobierno cambie las leyes para apoyar a la cinematografía local, no tienes mucho control. Puedes hacer cosas, pero no tienes mucho control. Me di cuenta que de lo que sí tenía control es de las historias.

Decidí prepararme mucho, trabajar años en la escritura para poder entender mejor cómo escribir las historias, cómo escribirlas de una manera más eficiente y que esa sea la parte de mi trabajo.

Para mí, el consejo más fuerte que tendría para los jóvenes cineastas es que trabajen mucho en la historia. Porque siempre hay esta idea de “quiero salir a filmar, mi guión está listo, quiero salir a filmar mañana”.

Y no te das cuenta de que la parte más complicada capaz es el guión y la que requiere, a veces, más tiempo y menos recursos. Porque eres tú y tus colaboradores sentados en una mesa pensando, no. Y creo que a eso es a lo que hay que meterle mucho más trabajo.

Alguien me dijo alguna vez: “si es que tú quieres ser un guionista profesional […] el nivel de trabajo que tienes que tener para llegar a eso es similar al trabajo que un atleta debe realizar para ganarse una medalla en las olimpiadas”.

Entonces, si lo pones en ese contexto, dices no es tan fácil, hay que trabajar muchísimo y ese es mi consejo, trabajar en las historias.

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