La naturaleza inflamable de Deus Ex Machina

por Emiliano Samaniego
Con una forma muy rigurosa y libre de hacer teatro, el grupo Deux Ex Machina elabora obras de tono poético. En ellas, sus integrantes tocan los deseos, miedos, ilusiones y afectos más profundos de ser humano, y también ponen en tela de juicio la ilusión provocada por el teatro. Te presentamos su historia.
Deux Ex Machina, Radio COCOA

Los integrantes de Deux Machina en pleno ensayo / Foto: Romina Escobar

La expresión Deus Ex Machina significa en griego “Dios Desde La Máquina”. En teatro, es un recurso que consiste en que un actor u otro elemento sea introducido por poleas. Esto no necesariamente se justifica con argumentos racionales o lógicos. Se hace por motivos poéticos o dramáticos.

En El Espantapájaros, la obra más reciente del grupo teatral Deux Ex Machina (DEM), hay un momento de clímax en que el protagonista, un aventurero muñeco, vuela —levantado por un grupo de cuervos—, de una colina a otra. En la escenografía se puede ver el sistema de poleas del que penden los pájaros que llevan al personaje. 

Lo curioso es que Sebastián, que representa al Espantapájaros, lo señala. Dice: “¡Estoy volando!, ¡está muy alto!, ¡me da miedo!”, y le grita al utilero —que por cierto, trabaja en el Teatro Sucre y nada tiene que ver con el drama—: ¡Patricio, está muy alto, bájame!, ¡ahora está muy bajo, súbeme!, ¡esta es la altura perfecta, es la altura dramática! ¡Para aquí!”

En Deus Ex Machina se encuentra la apuesta de un grupo de jóvenes por un estilo teatral que prioriza la poesía y la actuación. Estas licencias poéticas —que no son licencias, sino un modo de ver el teatro y la vida misma— son la clave para leer al grupo. 

Dios desde la máquina

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Foto: Francisco Jarrín

La historia de Deus Ex Machina se remonta al año 2007. Entonces Sebas Cattán estudia teatro en Buenos Aires pero tiene que regresar por temas económicos. En esa época ya tiene intenciones de armar el grupo en Argentina. En Quito, junto a un grupo de amigos interesados en el teatro y las artes escénicas, monta la obra «Que no escampe», estrenada en 2008. Poco tiempo después vuelve a Buenos Aires. Ahí se arma la segunda obra del grupo, llamada «Con el almita cruda». 

En 2010 estrenan «Los pájaros», que se presenta con gran éxito en Ecuador. Con ella realizan una gira por varias ciudades de todo el país. A esta le siguió «El apocalipsis según san yo». En 2012 la actriz Flor Zárate entra al grupo, y estrenan la obra «El final de la línea». En esa época también se une Leo Fernández, y con su incorporación vino la obra  «El modo de los días». Esta se estrena en 2014 y se mantiene en el repertorio permanente del grupo, aunque se transforma con los años.

Después de «El Modo de los días» se conforma el núcleo del grupo, con Sebastián, Flor y Leo. En 2015 trabajan en la obra «Cállate», a partir de la cual la estructura del DEM cambia. 

Este cambio de estructura fue el matrimonio de DEM. A raíz de este, cambia la dinámica más bien vertical en la que Sebastián es director y Flor y Leo son actores. Esta no era la manera en la que querían trabajar.

Cuando nos casamos, juntamos toda la información que teníamos, y todas las preguntas que nos habíamos hecho. Ahí aceptamos que tenemos que bajar todo esto, para lanzarnos a investigar desde lo que aprendimos en El Modo de los Días”.

Por qué

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Leo y Sebastián / Foto: Francisco Jarrín

Hablando con lxs integrantes del grupo, uno se da cuenta de su pasión por el teatro. El arte dramático en sus vidas es un placer y una necesidad, una fuente de alegría. Cuando les pregunté por qué hacían esto —y no otro arte más en boga—, me dijeron que el teatro es el único camino para saciar sus ansias de expresarse, en el que pueden comulgar con sus amigxs y ser felices. 

“Hay una especie de locura grupal, es el único lugar en el que podemos crear y estar. Y lo podemos hacer juntxs”

Pese a que han desarrollado gran parte de sus proyectos en Buenos Aires, sus mayores éxitos se han dado en el Ecuador, donde han hecho giras y muchas presentaciones. Construyendo un discurso y una estética propia, y trayendo una tradición teatral que no es la propia de este medio, Deus Ex Machina ha recorrido un camino intenso de experimentación y exploración. Esta búsqueda ha desembocado en El Espantapájaros, obra estrenada en el Teatro Benjamín Carrión, en Loja, y presentada en el Teatro Nacional Sucre en Quito en abril.

“¿Qué es lo más importante en el teatro? Incluso más que los textos, es la actuación.  Y nosotrxs, si la actuación respeta las reglas del drama, la pasamos bien”

Cómo

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Los integrantes se maquillan previo a la presentación de El Espantapájaros / Foto: Francisco Jarrín

Respecto a la gestión del grupo, Sebastián comenta:

“La primera obra, por ejemplo, tuvo una gestión casera. Se hizo pidiendo plata a familiares y amigos, y recuperando plata de taquilla, con pocas funciones —alrededor de tres— en el teatro Benalcázar. A una de las funciones de «Que no escampe» fue la gente de El Apuntador, que en esa época todavía era una revista impresa, y, dentro de todo, les gustó.

»Al siguiente año entra mi mamá como productora, y deja un poco de ser mi madre. Ella gestiona auspicios y presentaciones. Pero todxs en el grupo buscamos  abajo de cada piedra quién nos de dos pesos.

 »Para la obra Los Pájaros hubo un auspicio de una empresa con lo que terminamos todo mal. Desde entonces más bien han llegado auspicios del estado. También auspicios puntuales y pequeños de empresas chicas, en especial en las giras, los cuales agradecemos mucho. En 2018 entra Anahí Mora como productora. La experiencia de mi mamá más el saber de Anahí conforma oficialmente el equipo de producción.

»La gestión para el teatro es un dolor de huevos. Hay que buscar por todos lados, porque a la gente no le interesa invertir o apoyar al teatro. Te preguntan objetivamente a cuánta gente va a llegar la obra y prefieren invertir en una valla publicitaria. Por eso la búsqueda de fondos se centra en fondos concursos y auspicios que vengan del Estado. Gran parte de El Espantapájaros fue financiada con una beca del Estado argentino. 

»La logística la realiza el grupo en su totalidad. Excepto en las giras, de las cuales se encarga la producción. En cambio para  la parte de investigación y procesos creativos, hemos aprendido que para una obra necesitamos varios meses. Hacemos investigación, documentación y ensayo. Hemos perfeccionado esto con los años. Este largo proceso, que suele ir de un año a un año y medio, nos permite investigar lo suficiente y detenernos en lo que haga falta, no buscar resolver rápidamente y hacer una obra”.

El camino de las cuatro esferas

En el grupo está presente el rigor, pero también un gran afán de ruptura / Foto: Francisco Jarrín

Este camino es un mapa tridimensional, una manera de acercarse a la creación. Sirve para que la persona que va a crear, que a veces quiere apresurarse, tenga la posibilidad de ver en dónde debe detenerse a investigar más. 

Normalmente el actor o creador tiene un abanico de opciones, limitado dentro de su consciencia. Para romperlo y encontrar muchas posibilidades más, se acude al movimiento y la corporalidad del actor. Así, quien va a crear se libera de las preocupaciones y limitantes que responden más su ego que a la creación.

 “Con este método trabajamos los monólogos de Flor y Leo, pero entonces tenían mucho de hipótesis todavía. En el Espantapájaros, en cambio, está todo de las Cuatro Esferas pero hay más de juego. Es más hacer. El camino de las cuatro esferas es un camino de creación, que puede —o no—, convertirse en una obra.”

1era esfera. El movimiento: 

Esta esfera se centra en el cuerpo, y como el movimiento genera posibilidad. Se trabaja para encontrar matices y construir un lenguaje. En el cuerpo hay un saber y se acude a él para entender y transmitir lo poético. Así se ayuda a calmar la angustia que siente el actor, o creador, cuando se enfrenta a la creación. 

2da esfera. La atmósfera:

A partir del lenguaje del movimiento, en esta esfera se construye con base en el vínculo. Aquí surgen nuevas reglas que ayudan a distinguir el actor del personaje. Esto también cimenta lo que será la ficción. Aquí se construye el comportamiento, que se refiere a lo que hará y cómo lo hará el personaje. Como resultado de este trabajo surge la posibilidad dramática. 

3era esfera. La acción: 

Dependiendo de cómo se encare, la acción puede convertir el movimiento y la posibilidad dramática en teatro. En esta esfera se trabaja la acción como el engranaje que transforma la realidad creada para el personaje. 

4ta esfera. La poetización: 

En esta esfera se trabajan las poética y estética del drama. A través de ellas se buscan las diferentes maneras en las que se pueden expresar la acción, el movimiento y la atmósfera. Pero, principalmente, se juega con los distintos gestos poéticos o rasgos estéticos que funcionan como apoyo para el actor. Para que pueda comunicar el mensaje que tiene y disfrutar de la pieza que está creando.

El Espantapájaros

Deux Ex Machina, Radio COCOA

Cartel de El Espantapájaros / Cortesía de Deux Ex Machina

El proceso del Espantapájaros empezó en esa casa, en el barrio de Chacarita, como una reflexión sobre el hombre y una serie de ejercicios de actuación con la voz y con máscaras.  En esa casa, entre mates, cervezas, risas y cigarrillos de liar, improvisando juntxs, leyendo y comentando colectivamente los textos, surgían las ideas que darían forma a la obra. De la experimentación salieron las voces y máscaras del Espantapájaros y los demás personajes, Pedro, Astor y Ella.

En Quito, el proceso continuó en algunas casas y salas, pero el tramo final lo hicieron en la casa Machánkara. En ese viejo bar de punks, metaleros y rockeros, a las puertas del sur de la ciudad, culminaron los ensayos, terminaron la confección de vestuarios y escenografías, y probaron con elementos nuevos hasta el último minuto, previo a la partida a Loja. 

Los ensayos de Deus Ex Machina son reuniones de amigxs trabajando en una atmósfera de cariño, en la que es muy fácil entrar. Para empezar las pasadas de la obra, hacen estiramientos, saludos al Sol, calientan el cuerpo y calman la mente. Antes de entrar en personaje, todxs se dan un abrazo y un beso. Se desean lo mejor en la aventura a la que están por entrar, una aventura junto a sus mejores amigxs. La felicidad que les produce está sobre la mesa y es envolvente. 

El emotivo abrazo también se debe a que saben que nunca van a salir ilesxs al jugar sus papeles. Lo que le pasa a cada personaje en cierto modo también le pasa al actor.  Es posible ver que los que los actores muchas veces hacen lo que en ese momento sienten lo que la situación permite y el drama demanda. 

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Los integrantes de Deux Ex Machina ensayan la obra / Foto: Francisco Jarrín

Si alguien vio la obra más de una vez, quizás notó que los textos y las acciones cambiaron, pero la esencia se mantuvo. De hecho, entre los últimos ensayos y las presentaciones en Loja, Riobamba y Quito, la obra siguió perfeccionándose, evolucionando según la necesidad de los personajes. Así, Sebastián, Leo y Flor, quienes juegan todos los papeles, saben que prácticamente cualquier cosa les puede pasar cuando el telón se levante. 

Para el grupo, esta obra es una reivindicación del teatro como un oficio. Un oficio como todos los demás, en el que es importante la técnica pero hay cosas que superan. La regla principal consiste en estar dentro de los papeles, y la respetan. Entonces, recuperan lo artesanal del teatro, labran cada vez el camino del cuerpo y el texto según avanzan en la travesía de sus personajes. 

“Hay que conocer la regla. Y luego hay que romperla”

En esta vuelta al teatro, en la que sacrifican lo espectacular por lo teatral, han decidido que se muestre gran parte de lo que usualmente sucede tras bambalinas. En un momento de la obra, Flor cambia de personaje, para lo cual cambia su vestuario. Lo hace en el escenario, a la vista del público. Como si esto fuera poco, El Espantapájaros hace una broma al respecto:

-¡Está desnuda!

Como espectador se siente la ruptura, pero es inevitable reír. Los mismos personajes nos recuerdan constantemente que estamos en el teatro. También se puede ver un sistema de poleas artesanal del que cuelgan los elementos que irán apareciendo durante la obra. Este Deus Ex Machina anticipa de qué va la historia. 

Para complementar la atmósfera artesanal, la música de la obra se hace en vivo por un personaje que está en escena. Si bien el músico tiene el menor número de apariciones también parece ser un rival del Espantapájaros. Su guitarra le da el poder de darle emoción a cada escena, de amor o desesperanza, con melodías que envuelven al teatro. 

A pesar de mi espantapajarosidad, sonrío

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En los ensayos de Deux Ex Machina podemos ver la constante búsqueda que hace el grupo / Foto: Nicolás Cascante

Es difícil escribir sobre una obra que creo tan hermosa y conmovedora. El drama trata de la vida del Espantapájaros que, cansado de su rutina, consigue un cerebro y un corazón. La cosa no mejora para él, ya que así se hace consciente de que está condenado a espantar cuervos en la misma colina por el resto de su vida.

Empieza a preguntarse sobre la existencia y el ser, con frustación, ya que no suele encontrar respuestas. Esto se ve agravado porque se enamora de su vecina, a quien ve tender la ropa día tras día sin poder acercarse a hablar. 

El narrador, que parece ser el dueño del Espantapájaros y el cultivo que este debe cuidar, le explica con tristeza, día tras día, que los espantapájaros hacen eso: espantar pájaros. Para colmo, le recuerda constantemente que no está en la naturaleza de los muñecos de paja enamorarse y, menos aun, salir detrás de sus amada:

-Qué ganas de ir a golpearle la puerta. Presentarme. Decirle que la he oído cantar y que me gusta su voz.

Afortunadamente, esta solitaria pareja tiene algunos amigos que de vez en cuando amenizan sus días. Entre ellos esta Astor, un árbol nómada que da todos los frutos y que suele dejar al Espantapájaros más dudas que respuestas. También está Pedro, un cuervo gigantesco que suele presumir sobre sus viajes por el mundo. 

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Los miembros del grupo en el Teatro Sucre / Foto: Francisco Jarrín

Con el tiempo, las dudas que el árbol le deja y la envidia que el cuervo le produce se vuelven insostenibles: 

-Hay tantas preguntas por hacer que el silencio a veces no basta. El silencio que cabe en el cuerpo tiene su límite. Y yo necesito que alguien me conteste esas preguntas.

En este pico de su desesperanza, durante una tarde de lluvia, el Espantapájaros fantasea con cómo sería acercarse a su amada y decirle lo que siente por ella. Con la libertad que de la imaginación, se deja llevar y vuela. En una escena idílica y hermosa, ella lo invita a pasar a su casa, para secarse cerca de la hoguera. Le toma la mano y se besan. 

-Yo la miraré como quien mira el amanecer. Con los ojos llenos de esperanza. Lejos absolutamente de mi naturaleza.

Al día siguiente, animado por la ilusión y contra el sedentarismo que tienen los de su especie, el Espantapájaros decide viajar. Quiere ir al pueblo para comprar un nuevo traje y sombrero y hacerse un corte de cabello para ir a tocar la puerta de su amada. 

Motivado por el amor, logra controlar su carácter volátil e irascible cuando dos cuervos llegan a su terreno a robar choclos. En lugar de pelear con ellos, logra convencerlos de que lo lleven volando, a cambio de algunas de las mazorcas que debería estar cuidando.

-¡Bien, cabeza de espantapájaros, estás mejorando! ¡Espantapájaros calmado, espantapájaros negociante, espantapájaros casi cuervo!

Consigue su cometido y se convierte en el primero de su clase en volar. Ya en el pueblo encuentra lo que buscaba, además algunos consejos sobre cómo enamorar a una mujer. Cuando emprende el camino de regreso a casa está feliz, verdaderamente feliz por primera vez en su vida. 

La poesía

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Deux Ex Machina el día de la presentación de la obra / Foto: francisco Jarrín

Desde que existe, el teatro ayuda a las personas a hacer catarsis, y tiene una función social de libertad de expresión, contenida —eso sí— por el drama. Como nunca, en mi experiencia con Deus Ex Machina, vi la potencia del teatro como espejo: enfrenta a actores y actrices a sí mismxs, enfrenta a la sociedad a una crítica enmascarada, pero también enfrenta al público con los miedos y deseos arcaicos, con las ilusiones más profundas y con los afectos más intensos. 

Sentado en el suelo viendo un ensayo de El Espantapájaros, y sentado en una butaca del Sucre viendo la última presentación de la obra, me sentí afortunado por la oportunidad de presenciar de cerca este proceso. Pero, sobre todo, fui privilegiado por sentir el brillo de la poesía reflejado en los objetos y situaciones que la obra representa. Sentí el enamoramiento del espantapájaros como si fuera el mío propio, y su desastre, también.

Como dice el Espantapájaros, ¨… a este mundo le hace falta poesía. Mientras el durazno siga siendo el durazno, estamos condenados. Yo tengo ojos para ver, no me voy a hacer el ciego. Y basta con respirar para descubrir si algo huele sospechoso. Y algo en este mundo huele sospechoso.” 

Sentado en mi casa, mientras termino estas palabras, me siento afortunado. Es mucha suerte tener palabras para darle brillo a las cosas, ojos para no hacerme el ciego y respirar para sentir que  hay algo sospechoso en este mundo. Sospecho que es, precisamente, la poesía lo que puede darnos brillo, ojos, aire y alas para recorrer el mapa en el que vinimos a existir y, a lo mejor, disfrutar del trayecto. 

Para saber más del grupo de teatro Deux Ex Machina —obras, presentaciones y proyectos—, haz clic aquí.

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