La canción cuencana: 6 temas esenciales para escuchar a Cuenca

por Radio COCOA
Descubre un Cuenca inesperado y personal en los oídos y ojos de cinco personalidades de la escena musical austral.
Cuenca

Diseño: Manu Guayasamín, Radio COCOA

Una de las imágenes más claras en la mente de todo aquel que haya pisado Cuenca es, además de su famoso centro histórico, la de los tejados. Abundantes por doquier y vistos desde el aire, le confieren a la ciudad un aire que ninguna otra tiene en el país. Y no sólo los tejados contribuyen a ello, sino los cerramientos de piedra que decoran, con suavidad, cada esquina.

¿Qué decir de su gente, amable, hospitalaria? Pero este es, quizá, un punto de vista de turista. Un punto de vista ajeno, general, lejano. Una mirada sumamente precaria que podrían completar de mil maneras posibles todos los que viven el día a día en la ciudad austral.

A fin de cuentas, Cuenca es mucho más que lo pintoresco: es, para los que deben llevar su vida ahí, como en todas partes, recuerdo, atmósfera, nostalgia. Para celebrar su independencia, cinco personalidades de su escena musical nos cuentan qué canciones asocian con la ciudad. Y qué sensaciones lleva consigo escucharlas estos días.

1. Jodamassa – Asimismoes (recomendada por Roberto Ávila)

El guitarrista y vocalista de Las Rosas de Hiroshima inaugura esta lista no con uno, sino con dos grandes temas. El primero de ellos pertenece a una de las bandas más emblemáticas de “la tierra del mote, del cuy y de la papa” —expresión que, con un leve deje de risa y cariño, utiliza Roberto para referirse a la ciudad—.

Jodamassa fue uno de los grupos que marcaron la adolescencia del guitarrista, y, como suele ocurrir con las cosas que descubrimos a esas edades, allanó su camino musical. La música se le grabó tan fuerte en la cabeza porque los vio en vivo, en el Puente Roto. Era la primera vez que eso ocurría. De esas primeras veces que están para recortarse en la seguidilla de los miles de días que está por venir.

“Éramos tres pelagatos, tres tipos y un loco apoyado en la baranda viendo a Jodamassa, cuando Jodamassa tenía lo suyo, pero todavía no era Jodamassa —entre los tres gatos estaba yo, pero era buenísimo (risas)—. Marca una escena muy gráfica en el sentido de que presencié a la ciudad de Cuenca, con lluvia, como es: nostálgica, triste y con mucho rock n´roll, con mucha calle”, recuerda el músico.

Para Roberto estuvo la letra como detalle importante, sin duda, pero mucho más “la vivencia”.

 

2. Renato Albornoz – Ciudad de mil aleros (Recomendada por Roberto Ávila)

¿Lo típico? Como diría Albus Dumbledore, sí y no.

Esta canción puede llevar a lo más recurrente en lo que se refiere a las listas musicales que hablan sobre las ciudades, porque habla de la fisonomía de Cuenca, que es lo primero que captamos con los ojos: “de los barquitos, de cómo tenemos nuestros techos triangulares, algo que no se permite en otras ciudades”.

Las palabras son de Roberto, que no ha resistido a colocar un segundo tema en esta retrospectiva. Un tema que, pese a su énfasis en un lado muy visible de la ciudad, tiene mucha poesía adentro y pertenece a “un cantautor viejo, re-undeground de aquí, que estaría bien que las nuevas generaciones y el mundo del periodismo conozcan”.

El guitarrista y vocalista de Las Rosas de Hiroshima lo escuchó temprano en su vida, a los 14 años, y lo cautivó por esa vena “cantautorística”, cercana a la de músicos como Facundo Cabral. Y, por supuesto, por el costado más nostálgico, más interior de Cuenca:

“Es nostalgia, es caminar por la ciudad y que el centro —yo vivo en el centro— siempre me abraza”.

 

3. Nahual – Espiral (Recomendada por Danny Pauta)

En algunas oportunidades, las canciones más emblemáticas son mucho más que una influencia absorbida en la juventud. A veces, están más cerca de lo que uno podría imaginar. Pocos son los que han tenido la oportunidad de tocarlas en compañía de sus ídolos y a una edad cortísima. Uno de ellos es el músico y productor Danny Pauta.

“Yo llegué a Cuenca como en el 2011. Entré a la escena musical en el 2012 y 2013, y mi introducción a la escena fue por mi familia. Tenía primos que hacían música. Uno de mis primos era Esteban Iñiguez, que falleció recientemente, y esta era su banda. Yo, al inicio, tocaba con ellos”, recuerda el también director de Soundbreaker Records.

“Espiral” es un tema de corte grungero, rebelde, que, con las otras dos canciones que figuran en el EP, trata acerca de “estar inconforme con la sociedad”. Fue grabada en “8 producciones”, un sitio “emblemático de todas las bandas que pasaron por ahí y hacían demos equis, de bajos recursos”, en palabras de Danny.

Por cierto, vale decir que este último salió de la banda posteriormente, por “pelado”, y ni alcanzó a grabar la versión definitiva. Sin embargo, la canción ya había repiqueteado en su cabeza y, de forma similar a muchas otras, había influido secretamente en la música de la ciudad:

Es la parte de lo real, lo bohemio, lo menospreciado de músicos cuencanos que al inicio descubrí: toda escena de rock más pesado, compartida por los metaleros. Cuenca es la escena de rock libre ecuatoriano que está ahí y que dio paso a la escena actual, con el sonido más cercano al indie. Lo que ahora son mis bandas, y Neoma, no hubiera sido posible sin esa escena de una generación atrás”.

 

4. Jodamassa – Bolerezca (Recomendada por Luna Piedra)

Hace unos años, buscando música ecuatoriana para un programa musical, la periodista cultural musical Luna Piedra se topó con los sonidos de Jodamassa. Quedó impresionada. En especial por “Bolerezca”, un tema que, según ella, “parece que representa la Sierra ecuatorial a través del sonido”, y, también, por su video.

Para Luna, era una época de oro en la música ecuatoriana y en su vida. Esa es la razón de que la canción la devuelva a esos días.

Me evoca muchísimos recuerdos de la época, una época de oro en el sector cultural, de la música ecuatoriana. Ahora que estoy en España no estoy tan conectada con la escena. Por eso esa es mi época de oro en ese sentido: espero volver en algún momento”, indica.

En ese tiempo fue a Quito, en compañía de su mejor amiga, para cubrir El Carpazo. Una experiencia que no olvidará con facilidad.

Para un joven periodista, que le lleven al festival es un ‘no puedes pedir más’. Como cuencana era un gusto que los cuencanos lleguen a estos lugares, a estos espacios, que la gente se vuelva loca, cante. Obviamente Jodamassa tiene otras canciones más mosheables, pero ‘Bolerezca’ es para mí ‘esa canción”.

La joven periodista cree que lo más destacable de la banda cuencana es su lucha constante por hacerse un nombre. Algo que, a juzgar por el aprecio que la gente entrevistada para esta lista, han logrado desde hace mucho, más allá de los obstáculos iniciales.

“En Ecuador hemos sido ingratos con nuestros músicos. Yo recuerdo haber visto a los chicos de Jodamassa pasarse mal en ese sentido. Pero a mí me gusta que eso esté dentro de la identidad de ellos: haber luchado por hacerse un nombre, que hoy es tan importante a nivel nacional”, señala Luna.

 

5. Los Zuchos del Vado – Burocracia (Recomendada por Método MC)

En un venue pequeño lo que más se respira es “euforia”. Por los años 2012 y 2013, Método MC la sentía muchísimo, en sus visitas al Sociedad Café —en palabras del músico, “la cloaca rezagada del arte”—. Un lugar donde lo común era encontrarse con gente que tenía todo menos ideas comunes sobre la música, arte y sociedad.

Ahí le prestaba buen oído a Los Zuchos del Vado, cuya canción “Burocracia” remitía a varias cosas que estaban mal en el entorno cuencano.

Yo creo que lo relacionaba full con Cuenca, directamente, por todo lo que es Cuenca, por la burocracia como tal, como dice la canción, y por cosas que están normalizadas pero que son absurdas”, dice Método.

El rapero cuencano solía escucharlos también en su casa de ensayos, adonde solían caer él y sus panas en unos afters legendarios, brutales, que, de cierto modo, forjaron la leyenda de Los Zuchos. Un grupo que, según Método, merece un reconocimiento mayor en el plano musical ecuatoriano:

“Quien no los conoce quizá es parte de la nueva generación, pero creo que hay que crear consciencia de que todo viene de una línea y que hay gente que trabajó antes para que la cultura en la ciudad, y en la música, trasciendan. Y los Zuchos han sido una de esas bandas”.

6.  Francisco Paredes Herrera – Tú y yo (Recomendada por Bernardo Arévalo)

Como puede suponerse, la música del “Flaco” Arévalo, de Pastizales, nace del indie. Al joven músico y psicólogo clínico nunca lo convenció la onda de bandas rockeras como Sobrepeso y Basca. Sí lo hizo, en cambio, el estilo de Jodamassa y Da Culkin Clan, dos grupos con los que halló afinidades y que marcaron su adolescencia.

Y listo: con esto podríamos cerrar este apartado e irnos a hacer cualquier otra cosa. Sin embargo, es necesario mostrar que, en muchos casos, las filiaciones musicales pueden venir de los territorios más antiguos y menos pensados.

En el caso de Bernardo, es imperioso remontarse a los años en los que recién estaba aprendiendo a tocar y se apoyó en los pasillos, un amor precoz que heredó de su familia.

“Mi abuelo era obsesionado con los pasillos. Entonces, yo en la niñez oí muchos pasillos por esta influencia que tengo de mi familia. Hay este pasillo en especial, que es compuesto por Francisco Paredes Herrera, que es un músico cuencano, considerado uno de los músicos más importantes a nivel nacional dentro del género del pasillo”, recuerda Arévalo.

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Interpretada por gigantes como Julio Jaramillo o el dúo Benítez-Valencia, “Tú y yo” parte de la creatividad de dos cuencanos: Francisco Paredes Herrera, en la música, y el abogado y poeta Manuel Coello, en la letra. Obviamente, la figura rutilante para el “Flaco” es Paredes Herrera.

“Era alguien que musicalizaba poemas principalmente. Era un compositor antes que un escritor de letras, y eso me gusta full porque le da este otro estatus al pasillo. Y si vos te fijas en esta canción, la estructura del tema es súper rara, porque no tiene coro, tiene diferentes partes que no se repiten, pero van creciendo. Y se va formando un crescendo que es como un clímax. A mí me encanta esa canción, es la que más me ha marcado dentro de la música cuencana”.

Acaso el momento más memorable que está canción aportó a la vida de Bernardo haya sido aquel en el que este la sacó en guitarra. No sólo porque fue de los primeros temas que aprendió, sino porque, cierto día, su madre lo encontró cantando “a todo pulmón” y tocando con pasión:

“Me dijo: ‘bien, te salió súper bien’, y fue como que ese tipo de reconocimiento es necesario cuando estás en esas etapas de aprendizaje. Se sintió que le gustó que yo esté tocando esas canciones de pasillo que sonaban tanto en mi familia. Tal vez le vio a su papá, que había fallecido hacía un tiempo, reflejado en mí. Fue este tiempo sentimental. Esas cosas te marcan”.

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