El pasado 25 de enero se celebró El año de las flores. La propuesta del festival es visibilizar a la mujer dentro de los espacios musicales.
La industria musical no es un área inmaculada de la sociedad en la que la mujer se salva de los prejuicios que la rodean. Si es atractiva, si es vulgar, que la canción no la hizo sola, fue gracias a su productor, que no sabe bailar. Comentarios de los que no se salvan ni siquiera los exponentes reconocimos mundialmente de la industria.
El festival El año las Flores nace precisamente como respuesta a una problemática invisibilizada: las mujeres en la escena independiente existen pero no se sienten. Priscila Aguilera, cantautora y organizadora del evento, lanzó la primera edición del festival bajo el nombre “Clavel” en el Domo el 25 de enero junto a la artista Magus y al colectivo Cantando Juntas.
“Nace de la necesidad de unir cantantes de distintos backgrounds, especialmente mujeres porque en la escena porque vemos a muchos hombres que están liderando en los bares, los festivales”, explica Priscila. “Es cierto que en la industria musical si no nos damos la mano cantantes mujeres es bastante difícil salir con nuestra música. Esta es una forma de quejarnos, pero de hacer algo al respecto”, concuerda Magus cantautora que se centra en géneros como el neo soul, ritmos latinos y electrónica.
“Tanto en producción como en música, el porcentaje de mujeres es mucho menor comparado a hombres en las aulas universitarias. Conocer una mujer y entablar un proyecto musical es bastante limitado”, alega Laura Rey, una de las cinco instrumentistas de Cantando Juntas. El grupo lo conforman Laura Rey, Sol Córdova, Paula García, Sofía Ramírez y Romina Calleri con el objetivo de mostrar las canciones que tiene cada una pero en grupo. “Se trata de ir descubriendo el proceso creativo de cada una. Esta colaboración hace las canciones más auténticas y poderosas”, cuenta Paula.
Una de las principales distinciones de Cantando Juntas son los juegos de voces. Rey dice que es para combatir un estereotipo: “En su mayoría, nos tratan como si no fuéramos músicos. Piensan que como son cantantes, necesitamos un instrumento armónico para sacar nuestras cosas a la luz. Por eso, Cantando Juntas nace de los arreglos vocales”.
El concierto inició a las 8 de la noche con Priscila Aguilera a capela, hipnotizando al público. Era la primera vez que se presentaba sin banda, pero con su piano y looper, cantó “Lejos”, su último single, y “Flores de Papel”, próximo en salir. A eso le siguió el poder de Cantando Juntas que con percusión y voces, envolvió a las personas en un aura parecido a un ritual de introspección. Magus hizo bailar a los presentes con el swing electrónico de su música cerrando un show lleno de energía y compañerismo.
“Lo más bacán fue el proceso. Aprender de la cosmovisión de cada una de las chicas, cómo ven la industria musical. No solamente es el concierto que disfruta la gente sino todo el proceso. Que todas las chicas se involucren, sean amigas y sobretodo aprendan porque todos tenemos algo que enseñar. No solamente un concierto sino un espacio de coworking”, alega Priscila, quien espera realizar una edición mensual del festival durante este año.
¿Te ha pasado?
En la entrevista que tuve con las artistas hubo testimonios valiosos que me parece importante destacar. A veces es bueno saber que no sólo le pasa a una, sino a más:
En mi primer disco trabajé con 29 personas. Tenía una maqueta muy sencilla y quería que se quede así de sencilla porque realmente es mi esencia y empezaron a poner arreglos que nosequé… y en un punto fue un montón de hombres poniendo adornos a mi música sin consultarme. Tenían este pensamiento de “ah ella hace las letras, las melodías, pero ya”.
Yo estaba en una banda de sca jazz y me preguntaba: ¿por qué dicen que yo no soy un instrumento? Al principio ellos eran solo instrumental y cuando me metí dijeron “¡De una! Voz de mujer…” pensando que me iban a tratar como un adorno.
Cuando presenté una de mis canciones a la banda que estoy armando, el pianista me dijo: “¡Bien ah! Full acordes…”, como sorprendido de que pueda componer una canción “complicada”. Me reí y le dije que sí, que ese tema me gustaba mucho pero que prefería el que hice con solo dos acordes.
Querían conseguir a alguien de teclado y un man dijo: “¡Sí! Consigamos a una man ricota.” Yo lo miré y le pedí que deje de hablar huevadas. El resto de la banda (hombres) me dió la razón.
Y quisiera cerrar la nota con esta reflexión de Romina Calleri: “Tenemos que equiparnos de las herramientas para defender nuestra música. Si quiero que suene de una manera, escribo un chart y así lo hago. Por eso estamos aquí demostrando lo que podemos hacer, quitando esa teoría de que las mujeres no pueden trabajar juntas. Somos colegas, no somos competencia”.