Dos décadas de Descomunal: «La pasión que emerge es combustible que arde eterno»

por Juan Pablo Viteri
Hace veinte años Descomunal se estrenó en los escenarios locales. Este próximo 23 de abril darán un show en Casa Buenaventura y esta es una excelente ocasión para reflexionar sobre lo que han significado estas dos décadas.

Foto: Juan Pablo Viteri

Hace veinte años Descomunal se estrenó en los escenarios locales. El sonido y la filosofía del hardcore sumado a la agresividad y al dinamismo técnico del metal han sido el combustible que ha mantenido la llama viva por dos décadas y que no da señas de empezar a extinguirse.

La influencia de Misil, una de las bandas pioneras del hardcore ecuatoriano, y la efervescencia de una escena pesada en el norte de Quito, fueron el contexto que inspiró la formación de Descomunal, recién entrado el nuevo milenio. La fascinación e inocencia con la que los miembros de la banda vivieron esa época generó un eco que resuena hasta hoy. Y es que mantener un proyecto vivo y activo por dos décadas en un contexto adverso como el Ecuador no es poca cosa.

El empuje de Descomunal ha sido parte de su ethos desde el principio. Fieles al espíritu hardcorero del que vienen, la banda no solo se ha mantenido enfrentada a la precariedad del contexto local, sino que ha superado los obstáculos que la vida ha puesto en el camino de cada uno de sus miembros.

De hecho, para Descomunal resiliencia no ha sido solamente la aptitud que les ha permitido hacer música. Para Descomunal música es sinónimo de resiliencia.

Pensando en que esta es una excelente ocasión para reflexionar sobre lo que han significado estas dos décadas, conversé con Miguel Vinueza (bajista y productor ejecutivo) y con Gustavo Dueñas (vocalista). Y desde ahí, pensar en el futuro de la banda. Lo más inmediato, por supuesto, será el show que darán este próximo 23 de abril en Casa Buenaventura.

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Para mí en principio la idea no fue ser Fear Factory o Machine Head, la idea era hacer música pesada, que suene bien y poder tocar en la escena de la que Misil era parte. -Miguel Vinueza


Querer tocar, subirse al escenario y tener una banda era todo lo que Miguel Vinueza buscaba a principios de los dosmiles. Los espacios para poder ver bandas no abundaban en esa época, lo que solo hacía que sus ganas sean aún más intensas.

De los proyectos pesados que surgieron en esos años, Miguel recuerda sentirse particularmente impactado por la fuerza, las ganas y el mensaje que proyectaba desde el escenario Gustavo Dueñas, vocalista de Misil en ese entonces.

“Para mí en principio la idea no fue ser Fear Factory o Machine Head, la idea era hacer música pesada, que suene bien y poder tocar en la escena de la que Misil era parte” afirma.

Esto le motivó a juntar amigos y reclutar músicos más jóvenes con potencial, como Carlos Rodríguez (guitarra), para dar forma a las primeras composiciones que conforman el primer demo de la banda, Instinto (2002). Motivos personales hicieron que Roberto Muñoz, vocalista original, deje la banda para ser reemplazado definitivamente por Gustavo Dueñas, a menos de un año de su formación.

El que Descomunal sea un proyecto que surgió por la influencia directa de su escena local habla de la importancia de tocar frente a una audiencia. Gustavo asegura que en su caso, de hecho, la motivación llegó del concierto en vivo de hardcore.

“Era algo explosivo, lleno de estímulos, emociones, gritos, pesadez que siempre quieres volver a vivir. Por eso, qué mejor que producirlo para ti y si se engancha el resto es la camaradería, como un ritual que se vuelve casi tribal”.

Foto: archivo de la banda

Y si bien muchas veces las bandas internacionales son la primera influencia de varios músicos locales, añade que el ver cara a cara a artistas de tu ciudad tiene un impacto diferente.

La fuerza y la intensidad que Descomunal proyectaba en esos primeros shows, sin duda, destacaba. Era evidente que, desde el principio, a la banda no solo le preocupaba componer buena música. Para Descomunal era igual de necesario sonar bien en vivo y dar buenos shows. Sus conciertos estaban cargados de energía y se caracterizaban, como lo hacen hasta hoy, por motivar una interacción directa e intensa con su público.

Pogos descontrolados y los momentos en que Gustavo deja el escenario para ceder el micrófono a los fans en las primeras filas se volvieron parte de la identidad de la banda. Entre risas, recuerdan la vez que en un concierto en Natabuela, en Imbabura, el pogo se puso tan intenso que se cayó la amplificación y ellos dos terminaron pogueando junto al público al ritmo de la batería y la poca amplificación que quedó para la guitarra.

Hacer una escena

Descomunal, Quito Fest, 2016. Foto: Juan Pablo Viteri


Al quinto tema ya habían pogos, y para el final, le habíamos dado completamente la vuelta a la tortilla mientras los de Killswitch nos aplaudían a un lado del escenario.


No se puede pensar en el legado de Descomunal para la escena local sin mencionar su trabajo por la escena al margen de su propia música y performances. Parte fundamental de Descomunal ha sido la gestión que empujó a la escena de música extrema local.

Miguel Vinueza junto a William Mena formaron a mediados de los dosmiles la Escena Hardocre en Vivo. Este colectivo, que con los años cambió su nombre a Alarma, se basó en gestionar espacios para que proyectos de géneros extremos emerjan.

El trabajo de Alarma no solo fue un esfuerzo enorme por traer al escenario local bandas referentes del metal y el hardcore mundial como Killswitch Engage, Poison the Well, Terror, 108, Lamb of God y Suicide Silence. Alarma también fue la casa de Descomunal y Colapso y, posteriormente, de bandas locales como Kanhiwara, Sarcoma, Oponente Interno y Cabal.

Este trabajo de gestión denota una aproximación a la música que ha ido más allá de la banda. Para Descomunal era evidente que su propio crecimiento era paralelo al crecimiento de la escena local.

La experiencia en gestión que fue ganando con Alarma, en efecto, permitió a la banda abrirse espacios más allá del contexto local. Descomunal encapsula un largo recorrido por escenarios grandes y pequeños de todo el país, lo que le dio el empuje para arriesgarse a cruzar fronteras en la región y aventurarse a dos giras europeas.

Descomunal, gira por Europa, 2019. Foto: Juan José Geller

Las memorias producto de estas experiencias son tantas que es difícil elegir las más emblemáticas. Miguel dice sentirse afortunado de tener tantas historias como las que la banda vivió en Europa, tocando en el Rock al Parque, los Quito Fests y en cientos de conciertos pequeños por todo el país. Espontáneamente recuerda la ocasión en la que a la banda le tocó abrir para Killswitch Engage en Colombia.

Llegamos al Metropol de Bogotá, había un retraso de más o menos 5 horas. Tocaron las dos primeras bandas sonando muy mal, la producción técnica era pésima, y a la tercera banda que iba antes que nosotros, el público la bajó del escenario. En ese rato nos exigieron salir e hicimos lo posible por setearnos en 15 o 20 minutos frente a un público súper hostil. En los primeros temas la reacción era parca, pero para el cuarto tema se comenzó a encender el asunto. Al quinto tema ya habían pogos, y para el final, le habíamos dado completamente la vuelta a la tortilla mientras los de Killswitch nos aplaudían a un lado del escenario. Para mí eso fue como que WOW”.

Reflexionando, agrega que esa experiencia solamente fue posible por la necesidad que impuso Alarma de mejorar constantemente y de enfrentar el escenario, incluso en las situaciones más adversas.

Resiliencia

Descomunal, Quito Fest 2016. Foto: Juan Pablo Viteri


El tener la capacidad de sorprendernos uno a otro constantemente nos hace sentir gratos y es el combustible que hace que el proyecto pueda seguir a pesar de las adversidades. -Miguel Vinueza


Enfrentar adversidades ha sido una constante en la historia de la banda. Producir música y sostener un proyecto artístico en el “tercer mundo” es nadar contracorriente. Los espacios para la música pesada son, además, todavía más limitados si se comparan con los de otros géneros musicales.

Pero Descomunal también ha enfrentado dificultades personales, faltas de acceso, complicaciones para mantener activos a miembros de la banda que por distintos motivos han tenido que dejar el país y, por si fuese poco, una pandemia. Sin embargo, aseguran sentir que todo ha sido parte de un proceso de aprendizaje que ha persistido debido a la solidaridad y unidad que se ha generado entre ellos.

Una de las cosas más lindas es que hemos encontrado en Descomunal una forma de decir lo que somos y lo que pensamos. Y eso tiene mucho que ver con haber estado tanto tiempo juntos. Encontrar inspiración en las letras de Gustavo, en los riffs que hace el Canguil (Carlos Rodríguez) y en la forma de tocar del Tomaso (David Tomaselli baterista). El tener la capacidad de sorprendernos uno a otro constantemente nos hace sentir gratos y es el combustible que hace que el proyecto pueda seguir a pesar de las adversidades”, comenta Miguel.

Descomunal, Quito Fest, 2016. Foto: Juan Pablo Viteri

Es quizás demasiado romántico asumir que lo que ha mantenido vivo al proyecto es el puro amor a hacer música y subirse a un escenario, una pasión que se ha ido en contra de la lógica, de lo sano y de lo práctico. Pero, sin duda, mantener vivo a un proyecto musical como Descomunal, antes que una fuente segura y estable de ingresos, ha sido principalmente una inversión emocional y económica.

Gustavo solo puede explicar su motivación para seguir con la banda como una suerte de “fe a lo absurdo e irracional”. A lo que Miguel, riendo, complementa, “varias veces hemos puesto nuestra vida en riesgo por esto”. Al comentario le siguen una serie de anécdotas que confirman con creces que la afirmación no era exagerada.

Lee también en Radio COCOA: La madurez de Descomunal está en Alianza

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En un momento en donde el rock  y particularmente sus derivaciones más agresivas han sido relegadas a los espacios menos visibles de la cultura popular, hay varias enseñanzas que nos deja el recorrido de esta banda quiteña.

Las estéticas y los estilos seguirán yendo y viniendo, pero al final, de la pasión que Descomunal heredó del hardcore y de su propio legado rescato el pensar en la música como un acto que va más allá de la popularidad, del entretenimiento y de lo rentable.

Foto: Juan José Geller

La música es, ante todo, el catalizador de espacios de encuentro en donde existe el potencial de transmitir mensajes que a veces incomodan y que obligan a cuestionar el entorno. Mientras el mercado condiciona cada uno de nuestros actos, no puedo evitar pensar en que los actos más irracionales e imprácticos son los que esconden y potencian nuestra humanidad.

El jueves 23 de abril Descomunal estará celebrando 20 años en escenarios. El repertorio será el más extenso que la banda ha presentado en vivo. Además, se reintegrará Carlos Rodríguez a la guitarra, quien reside en Holanda desde hace algunos años.

En los que parecen ser los días finales de la pandemia, Descomunal promete una presentación especialmente sentida y prolija, antesala de su próximo material que está en proceso de producción.

¡Larga vida a Descomunal!

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