Crónica de un espacio cultural auto-gestionado
Desde la perspectiva de una gestora cultural, bailarina y antropóloga.
por Luz Albán
Y fue en cuestión de segundos que sentí que todos nuestros sueños, nuestras metas y nuestros logros fueron arrancados. Y de repente, te sientes nada. Te sientes pequeña, te sientes como una delincuente a la cual atraparon haciendo algo malo. Te sientes mal y sobre todo muy triste.
Ese es el sentimiento que tuve cuando decidieron clausurar el Útero el pasado 16 de noviembre 2019. No hablaré de quienes fueron ni de como pasó, pues espero que la mayoría ya debe saber.
Lo que hoy quiero recordar es que en el Útero se gestan iniciativas, ideas y proyectos. Y al parecer, a algunos eso les asusta y les molesta. Les asusta que exista un espacio en donde se pueda crear, se pueda reflexionar, se pueda cuestionar las formas en las que nos relacionamos, en las que existimos, en las que vivimos.
Tal como un útero, en estos dos años de existencia fuimos creciendo, expandiéndonos, y también haciéndonos mas fuertes. Fuimos acogiendo, albergando y dando nacimiento a proyectos artísticos y sociales, algunos sin otro espacio en donde poder existir. Fuimos encontrando gente con quien quedarnos, otros en cambio, crecieron tanto que se fueron. Otros más, están llegando apenas.
Hoy recuerdo como empezamos siendo nada, sabiendo muy poco, pero con unas ganas infinitas de hacer, de crear, de no quedarnos como muchos, en las ideas.
Y no nos había importado el no tener los recursos, ni una casa lista, ni un equipo consolidado. No nos había dado miedo pues sabíamos que estábamos haciendo algo mas allá de nosotros, de nuestros intereses, de nuestros beneficios.
Soñábamos con un espacio que albergue varias disciplinas, varias personas, varios espacios, varias ideas, varios sueños. Que genere un cambio, en el barrio, en la sociedad, en nuestros círculos. Que piense en colectivo y que crea en la convergencia. Hoy veo El Útero que hace dos años soñaba. Hoy puedo decir que lo logramos, aunque el camino no haya sido fácil, y siga sin serlo. Hoy puedo decir que no me arrepiento de ninguna acción, pues los errores son los que mas nos han enseñado. Y este Útero es tan fuerte como todos los úteros: capaces de transformarse, de aguantar peso, de sostener.
Pero sobre todo, capaces de dar vida.
Hoy quiero honrar el seguir en pie a pesar de todo. A pesar de que a las autoridades parece no importarles que en este Útero se acogen a mas de cuarenta artistas quienes día a día trabajan para desarrollar su arte y su existencia y quienes luchan por valorizar su trabajo.
Hoy nuestro útero ha estado cerrado por quince días. Quince días que han parecido una eternidad. Quince días sin tener una respuesta clara. Quince días que podrían ser más. Quince días en los que hemos tenido que paralizar todas nuestras actividades.
Hasta ahora: un taller de CDJ, una muestra de cine comunitario al aire libre, una convocatoria para exposición colectiva, una obra de teatro, un encuentro de cumbia, la inauguración de nuestro nuevo restaurante, nuestro encuentro de luna negra, la proyección de un festival feminista, la muestra de un colectivo escénico, un concierto y una feria de pulgas.
Sin olvidar la suspensión de nuestros talleres de capoeira, danza, yoga, canto, teatro, feminismo, batucada. Sin poder abrir las puertas a las oficinas y talleres de música, cerrajería, carpintería, cerámica, circo, geografía, producción audiovisual, diseño, tienda de micro-emprendimientos, sindicato de trabajadorxs sexuales, tatuajes.
Quince días sin poder trabajar en lo que amamos. Quince días sin generar las ganancias necesarias para nuestra auto-gestión. Y todo esto por la falta de un permiso que dicen no teníamos, pero que en realidad no existe. Porque en el Ecuador se sigue sin reconocer a los espacios culturales, su trabajo y esfuerzo comunitario. Porque no existe una LUAE —La Licencia Metropolitana Única para el Ejercicio de Actividades Económicas— que nos diferencie.
Y por ello quienes tienen que pagar los platos rotos somos, una vez más, quienes hemos hecho todo por levantar una cultura alternativa en la ciudad. Por dar espacios a quienes no lo han conseguido, por apoyar causas, aun así no tengamos los recursos suficientes. Por hacer el trabajo que algunas instituciones no hacen. Por todo eso, debemos pagar.
Por ser artistas con sueños y metas elevadas. Por querer generar un cambio en esta ciudad de curuchupas. Por eso, somos criminales. Si, lo leyeron bien: criminales. Pareciera que todo quien piense y actúe diferente en este país es tratado como criminal. Un país que se dice democrático, de libre expresión y apoyando a la cultura.
Corrijo: un país que defiende su“democracia”, su “libre expresión” y su “cultura”.
Pero no estamos solos. Somos una comunidad muy grande de gente que está despertando en todos los ámbitos, y que quiere que el Útero se expanda aún más. Y así lo haremos, a pesar de las trabas, a pesar de la falta de presupuesto, a pesar de los errores. Hoy quiero decir que, a pesar de todo, seguiremos en pie.