A tres décadas del apogeo de Chonewood, una industria mediana de cine de guerrilla en Ecuador, ¿qué refleja de la realidad actual del país?
Texto por: Belén Andrade, Katicnina Tituaña, Ricardo Sempértegui
Es difícil apuntarle un único origen al cine de guerrilla, definido a grandes rasgos por sus bajísimos presupuestos, personal reducido, equipos sencillos, actores naturales y locaciones improvisadas; pero desde Nigeria, México, Francia, hasta Ecuador, en donde sea que se apueste por esta forma de hacer cine, atrae masivas audiencias. ¿Es su estética?, ¿son sus historias?, ¿sus representaciones?
En Ecuador, probablemente, el éxito del cine de guerrilla, que tuvo su apogeo hace unas tres décadas, estuvo relacionado sobre todo con lo último. Violencia, sicariatos y extorsiones configuraron la trama de decenas de películas rodadas en una locación principal: la costa ecuatoriana, o más específicamente, la ciudad manabita Chone.
Detrás del lente de muchas de estas historias estuvo Fernando Cedeño, a quien se le atribuye el surgimiento de Chonewood, una industria mediana dedicada al cine de guerrilla que atrajo a millones de espectadores.
Testigo de la evolución social del Ecuador, Cedeño filmó, sin haberlo mentalizado, la memoria, y hoy recordatorio, de que los tentáculos de la violencia y el narcotráfico han estado presentes desde hace décadas en el país; la diferencia es que, lo que para el resto del país solo era una ficción, ahora es una realidad colectiva.
A tres décadas desde su primera película, conversamos con Fernando Cedeño para preguntarle ¿qué refleja Chonewood de la realidad actual del país?
A prueba y error
Fernando Cedeño es un director de cine ecuatoriano que debutó en la industria con su largometraje En busca del tesoro perdido (1994). A pesar de no contar con la experiencia profesional o la tecnología sofisticada que Hollywood exige, dirigió su primera película motivado por una profunda pasión por el cine, que lleva consigo desde la infancia.
A partir de esta década, la costa ecuatoriana vio nacer y evolucionar al “cine de guerrilla”. Fernando lo explica claramente: “no es porque sea de guerra, es más bien un cine recursivo”. Se trata de un proceso intuitivo, experimental, de “prueba y error”. Un cine local y alternativo.
Fernando es manabita, oriundo de Chone (Manabí) y esta ciudad costeña es el escenario principal de los rodajes. “Creo que el cine de acá en Manabí es un cine honesto”, indica Fernando. “El chico de la tienda es en verdad el chico de la tienda; el taxista hace el papel de taxista”. Es así como la línea entre la ficción y la realidad se vuelve delgada; y la autenticidad es un elemento importante, al igual que la buena actitud.
Su filme más exitoso es Sicarios Manabitas (2004), descrita por las reseñas como “un wéstern montubio que se mueve al son de ranchera mexicana, balazos, sangre, venganza e incesto”. Pero no. No se trata de una apología a la violencia. Fernando aclara que la prensa ecuatoriana de aquella época no reflejaba esas realidades sociales que, de manera indirecta, trastocaban su vida y a su localidad. El cine fue la herramienta de denuncia que este director utilizó frente a una realidad desagradable pero cercana para él y todavía aislada para el resto del Ecuador: “soy del pueblo donde el café se calienta a bala”, nos dijo durante la entrevista.
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Una cotidianidad antes silenciosa
Han pasado veinte años desde esta película y el contexto político, social, económico y cultural del país ha cambiado; sin embargo, se dice que vivimos una época muy similar al Ecuador de la década de los 90 y principios de los 2000.
Chone es considerada como una de las ciudades más violentas del país, donde la delincuencia organizada y el narcotráfico de los mundos semi ficticios de Fernando son una realidad cotidiana. El cine de guerrilla nos recuerda que el narcotráfico ha sido un agente silencioso y latente en el Ecuador. Aquello que parecía ficción para ciertas regiones, era la cotidianidad silenciosa de Chone y, actualmente, la de todo el país.
Pero también han pasado veinte años para Fernando y su contexto personal se ha modificado. El director admite que no repetiría una producción tan cruel como lo fue Sicarios Manabitas. El narco y la violencia son una realidad nacional y retratarlo una vez más, parecería redundante.
Fernando Cedeño es un director apasionado, dispuesto a “morir escribiendo y produciendo”, que no tiene miedo de explorar otros géneros y formatos multimedia, y que dice ser cine “en cuerpo y sangre”. Actualmente está inmerso en el contenido para redes sociales con su equipo de la productora Sacha.
El cine de guerrilla es un cine auténtico, que no conoce de limitaciones técnicas y que responde al sueño de infancia realizado por Fernando y su equipo, pero también a una denuncia social frente a la violencia que los ha rodeado. Esta forma de producir ha sido testigo de los cambios en el Ecuador y en el desarrollo personal y profesional de Fernando.
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Finalmente, porque el autor no está separado de su obra, a continuación, te dejamos una selección de películas wéstern montubias hechas en Ecuador con el espíritu guerrilla, algunas del director Fernando Cedeño, para que las mires con ojo crítico.
AVARICIA (1999)
Dirección: Fernando Cedeño
Javier regresa a su pueblo, donde se ve amenazado por una fuerza violenta: su amigo Fernando, que en los últimos tiempos su sed de avaricia lo ha llevado, junto con su banda, a tomar territorios y plantaciones a costa de la muerte de inocentes.
Fernando quiere adueñarse de una isla, propiedad de Javier, quien, a su vez, entra en un amorío con Mónica, hermana de Fernando. Un triángulo de violencia y amor. Así, la relación entre los personajes solo se va complicando cada vez más, mientras más sangre corre en el territorio. Javier y Fernando chocan en creencias y en moral, una lucha entre el bien y el mal.
SICARIOS MANABITAS (2004)
Dirección: Fernando Cedeño
Después de la muerte de su hijo, Agamenón Menéndez, el dueño de una hacienda en Manabí, contrata a un grupo de sicarios para tomar la justicia en sus propias manos, desatando el caos y la violencia alrededor de un pequeño pueblo. Muertos en las cantinas, sangre que baña los bosques cercanos, cabañas destrozadas a balazos. Un entramado complicado y violento entre dos familias que cambiará y cobrará la vida de todo quien entre en esta disputa.
La historia nos lleva por un viaje de acción, disparos, peleas de Kung-fu, amoríos y diálogos memorables, que pocas veces se ve en cine ecuatoriano “comercial”. Una historia de venganza que tiene presente el wéstern y las películas de acción americanas de los años 90.
SICARIOS MALDITOS (2007)
Dirección: Nelson Palacios Cabrera
Seguimos la historia de Vitín y Daniel; a los dos los une Carmen. Vitín es un ladrón de poca monta y amante de Carmen, mientras que Daniel es su esposo. Él descubre este amorío, y aunque trata de perdonarlo, le es imposible. La presión de esta situación hace escapar a Carmen del círculo familiar, y desaparece. Daniel está a punto de perderse en el alcohol, cuando el amor por su pequeña hija le hace prometer a Carmen que la encontrará.
Mientras, Vitín con un grupo de amigos empiezan a cometer crímenes cada vez más violentos, que poco a poco les hacen ganar la fama de sicarios. Tanto es su oficio, que hasta empiezan a disfrutar de quitar la vida. Una película cruda, donde se ve como la violencia entra fácilmente en los círculos de la sociedad, convirtiéndose en casi un juego.
TRÁFICO Y SECUESTRO AL PRESIDENTE (2008)
Dirección: Nixon Chalacamá y Elías Zambrano
El presidente de la república ha dado una orden, se castigará con pena de muerte a quienes sean condenados por narcotráfico. Esta disposición es la sentencia del mandatario que, en un viaje a Manabí, termina secuestrado por una banda de narcotraficantes, liderada por Marcos. En medio de este caos, la historia de Ángel, quien busca venganza contra Marcos por masacrar a su familia, y de Rangel, jefe de seguridad y amigo cercano del presidente, se unirá. Uno de ellos busca a Marcos para salvar al presidente, y él otro, quiere cobrar venganza.
La película resalta por sus persecuciones, escenas de acción, y su icónica pelea final, que resuena a películas como Matrix. Un escenario que, aunque se siente como ficción, es un Ecuador más real que nunca.
EL ÁNGEL DE LOS SICARIOS (2013)
Dirección: Fernando Cedeño
La vida de Ángel, el hijo de una pareja de familia rica, es marcada por el asesinato de sus padres a manos de sicarios. Desde ese momento una sed de venganza moverá su destino y se convertirá en un justiciero con un móvil en su accionar: acabar con todos los sicarios.
El viaje de Ángel, que recuerda a antihéroes como The Punisher, se verá atravesado por bandas de narcotráfico que quieren acabar con él a toda costa, volviéndose el blanco central de todo lo que siempre quiso destruir. Una película cruda y salvaje, sobre tomar el destino y la venganza en las propias manos.
UN MINUTO DE VIDA (2018)
Dirección: Nixon Chalacamá
Crespo es el jefe de un negocio internacional de tráfico de mujeres, negocio que prolifera mucho a costa del secuestro y engaño de chicas que son vendidas desde Ecuador; Crespo lo sabe bien y no permite que nadie se entrometa en sus planes.
Nixon es el hermano del teniente Zambrano, y después de salvar a una chica que escapó de estar secuestrada, se ve envuelto en este embrollo. Todo cambia cuando los hombres de Crespo asesinan a su hermano. Nixon buscará la forma de vengar a su hermano y de desenredar este oscuro negocio.