La voz del metal argentino repasa parte de su historia con Tren Loco antes de estrenarse como solista en Quito, Ambato y Atuntaqui.
Carlos Cabral usa una gorra por cuyos costados cae una cabellera rubia en forma de cascada. Lleva lentes, el ceño fruncido y la chompa de cuero con chapas de metal. La camiseta de alguna banda heavy y va encima de unos pantalones ceñidos. No hace falta describir las botas, punta de acero, o la correa con un escudo ferroviario. El artista ha cumplido 65 años y es el epítome del vocalista metalero que explota de risa cuando dice “me acabo de jubilar” al otro lado del teléfono, en Buenos Aires. Luce así en el escenario, pero también la mayoría del tiempo.
El trabajo que dejó es el de operador de empresa telefónica, pero no ha dejado el micrófono ni la carretera. Por más de tres décadas fue la voz de la banda Tren Loco, que tiene el récord de haberse presentado más de una decena de veces en Ecuador y el de haberle dedicado a este país al menos un par de canciones: “Tren del Viejo luchador”, en homenaje al prócer Eloy Alfaro y “Mitad del Mundo”, ambas compuestas con el bajista/líder de Tren Loco, Gustavo Zavala (1960-2022).
Cabral ha publicado el disco Infierno Interno (Icarus music, 2018) con su nombre, luego de que su hijo, el guitarrista Maximiliano Cabral, le propusiera en 2008 integrar una banda que se convertiría en su proyecto solista. Con la sólida historia de Tren Loco a cuestas, y con un Zavala que luchaba contra el cáncer, Carlos le dio prioridad a su nueva banda. Una decisión complicada, recuerda, pero sobre la que ya ha puesto la primera piedra.
En mayo publicará un segundo álbum, Luchando por la libertad. Y tiene material para más.
Spinetta: “Muy buena tu voz, bien metálica”
Fue una mañana fría de agosto de 1991, en los camerinos de Canal 9 en Buenos Aires. Carlitos, Gustavo y el baterista Pollo Fuentes –otro de los miembros actuales de Cabral– habían llegado como Tren Loco al concurso Yamaha Band Explosion 91 y se encontraron con Luis Alberto Spinetta (1950-2012).
Sucedió antes de la grabación del programa Feliz Domingo, en que El Flaco volvería a ser jurado del certamen, junto con figuras del rock argentino como Héctor Starc, Machi Rufino o Norberto Ruso Verea. Para llegar a esa instancia, Tren Loco había pasado el filtro de mil concursantes entre bandas argentinas y uruguayas. Un centenar fue escuchado por el jurado en el auditorio Promúsica y luego, en la televisión, el tema “Tempestades” (del álbum homónimo, 1992) les dio el pase a la final, en el estadio Obras de Buenos Aires.
Entre ocho finalistas, Tren Loco ganaría después el pasaje a Japón para competir en el Mundial de bandas, una experiencia que Zavala ha narrado en el libro Bajo cero. De Grand Bourg a Tokio (Clara Beter ediciones, 2017) y que el escritor Gito Minore también cuenta en el título biográfico de la banda: Tren Loco. 20 años – Pogo en el andén (Yugular records, 2010)
Luego de saludarlos, escribió el bajista en uno de los capítulos de Bajo cero, El Flaco Spinetta les dio un consejo que los motivó:
“Esto es más que un concurso, el rock se transpira, dejen todo arriba de las tablas, olvídense del jurado y de las cámaras de TV, toquen lo que saben y diviértanse”.
Carlos Cabral todavía no ha leído el libro de su amigo, pero recuerda otra frase del que fue mentor de grupos como Pescado Rabioso, Almendra o Invisible:
“ ‘Estar al lado del Flaco Spinetta era como un sueño, algo terrible. Estuve hablando con él. No lo podía creer. Me dijo “muy buena tu voz: bien metálica. Te felicito porque es una voz muy filosa; muy buena la banda’. Me acuerdo que le hice firmar el documento, la libreta verde [PdR. el Documento nacional de identidad – DNI, la cédula argentina de la época] que estaba toda rota”.
El cantante cuenta esto antes de subirse al avión que lo llevó, de madrugada, desde Argentina hasta Perú, el pasado martes 28 de febrero. Hicieron una escala de tres horas en Lima. Llegaron a Quito ayer, 1 de marzo.
Al hablar gesticula, con movimientos leves. Es como Rob Halford y aún conserva la libreta verde que le firmó Spinetta.
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Ecuador en la ruta
Maximiliano Cabral tiene 31 años. Fue espectador del Tren desde los 4, 5. “Se quedaba dormido al lado de la batería del Pollo durante las giras”, recuerda su padre, Carlos. A los 10 años le dieron una guitarra con la que sacó de oído temas de Iron Maiden o Dio. A los 11 formó una banda de barrio para hacer versiones de Hermética y Tren Loco. Hasta que buscó un bajista (Freddy Maidana) y el baterista para formar su banda definitiva: Cabral, que combina sus aprendizajes tras bastidores con melodías y letras de vena clásica. El cantante dice que tienen material para un tercer disco, incluso.
Carlos, además, estuvo ensayando solo antes de viajar porque grabará una canción junto a la banda ecuatoriana Ódica, “Viendo destrucción”, que irá a su segundo disco, Fe en el caos.
El jueves 2 de marzo de 2023, Cabral hará el primer show acústico de su carrera ante 60 personas en Quito. A día seguido, se presentará en Ambato en un auditorio de 150 espectadores y, el sábado, viajará a Atuntaqui para tocar en un coliseo con aforo de 2.000.
A esa ciudad imbabureña llegó Tren Loco para la que sería la última presentación de Gustavo Zavala en Ecuador. Fue una noche accidentada, con el Coliseo de Deportes lleno de una audiencia que echó a botellazos a los policías que querían suspender el Imbabura Rock Fest ese 30 de noviembre de 2019. Malón, otra banda argentina, tuvo que tocar a la madrugada (02:00 del 1 de diciembre), un horario poco habitual en Ecuador.
En 2017, en el Ágora, el show del Tren en Quito también fue accidentado. Fueron teloneros de los españoles Ángeles del Infierno, que no les permitieron probar sonido. Cuando subieron al escenario no se los escuchó, algo habitual en ese desgastado auditorio.
Pero la primera vez que habían tocado en Ecuador, en 2003, un taxi los llevó al Coliseo Sixto Durán Ballén, en la Ferroviaria baja, y al ver tanta gente les costó creer que se trataba de su público. Tuvieron que entrar encapuchados para que la multitud no los reconociera y los dejara pasar a la tarima. La policía dispersó a la gente con gas lacrimógeno en la salida. Pero el recital fue histórico.
“En nuestro país viajamos, al interior. Fuimos a Córdoba”, dice Cabral, “luego a Bolivia. Pero cuando vamos a Ecuador es tremendo. Es otra película porque uno no se imagina el fanatismo que hay. Cómo se saben los temas. Se saben todo. Es impresionante cómo pega la canción /Ella… se mueve en silencio/ que hicieron un himno. La verdad me quedo helado al ver que cantan igual “Endemoniado”. Es una muestra de que hemos hecho las cosas bien: allá vamos a canales de televisión, conferencias de prensa, la verdad que uno se encuentra mejor que nuestra casa que es Argentina. Es una bendición”.
Sobre el nuevo cantante de Tren Loco (Daniel Medina), Carlos Cabral dice que le parece “bárbaro” que sigan con él.
Y concluye: “Algún día haré un libro, como lo hizo Gustavo. Y contaré cosas que la gente no sabe. Hay mucho por contar. Cabral es la continuación de Tren Loco, la parte compositiva, las letras como la de ‘Payador’ que es un tema bien machacante, hermético, compacto”.
Los cuatro discos favoritos del Tren para Carlos Cabral:
Tempestades, 1992
No me importa, 1996
Ruta 197, 2002
Venas de acero, 2008