De vez en cuando hace falta preguntarse cuáles son los límites de los ritmos pesados (y, en primer lugar, si es que los tienen). Nuestra lista de septiembre tiene algo que decir al respecto.
Lorna Shore – …And I Return to Nothingness
¿Qué más queda en el deathcore de novedoso? ¿No hemos llegado todavía al extremo de brutalidad y estridencia con los guturales más extremos, los breakdowns más pesados y la afinación más baja posible? Con solo 18 minutos de duración, a la vieja usanza de los discos cortos y demoledores del grindcore, los nativos de Nueva Jersey, Lorna Shore, lanzaron …And I Return to Nothingness.
Estrenaron a su nuevo vocalista, Will Ramos y con él han logrado responder a las preguntas sobre los límites de los ritmos pesados. Con gritos que supuestamente no podrían ser producidos por la voz humana, junto a intensos pasajes de caída con devastadores breakdowns, estas pocas canciones del álbum suenan más a una carta de presentación. Luego de turbulentos años han retomado y enfrentado este tiempo con renovadas ideas. Con este proyecto jugaron a una suerte de previa y creación de expectativa de lo que quieren dejar como precedente en los años por venir.
Los elegantes toques de death metal técnico conjugados con gótico, e inclusive las partes acústicas, saltan a favor de los temas. Aun así, su corta duración puede dejar la pregunta de si es posible mantener la calidad y el estruendo en una apuesta de más larga duración y constancia. Seguramente solo el tiempo lo dirá, por el momento, no caen en la excesiva saturación y destacan de sobremanera entre sus pares.
Carcass – Torn Arteries
Entre los recuerdos atesorados de la infancia está un VHS guardado con el video de Hearthwork de los ingleses Carcass, del año 1993. Producto de la masiva influencia de MTV en esos años, permanece en un lugar especial de la colección audiovisual. Traigo a colación esta reseña, porque a pesar de 28 años de la publicación de este disco, Torn Arteries tiene todo el sonido de un disco clásico, como si fuera el lado B de un casete que no fue publicado y que ahora ve la luz.
Sin la necesidad de ganchos o coros melodiosos, esta nueva placa retoma la inigualable fórmula de los nativos de Liverpool. Tiene ligeros toques de sus orígenes en el grindcore pero que tomó mucho del death metal de principios de los noventas, llenos de crudeza técnica.
Por supuesto, los patólogos Carcass, son una de las bandas que, en aquellos años, cimentó las bases. Fueron influencia para un sin número de bandas que se identificaron con su sonido, crudo o técnico, y con sus perturbadoras ideas de retratar aspectos no comunes (mórbidos especialmente) dentro de las temáticas musicales.
El presente disco, tiene muchos toques de ambas, pero especialmente de la época técnica a la cual le dan un sabor más a lo death and roll, pesado, pero sin dejar de lado el sabor de los cortes, al mejor estilo de la banda.
Between the Buried and Me – Colors II
Si de algo estoy muy contento es que, justo pocos días antes de la pandemia y el cierre de todo el planeta, pude ver a estos genios musicales en acción. Ciertamente, los que han seguido lo escrito en estos años por su servidor, saben que es uno de mis actos favoritos. Así no lo tenga decidido, tengo que nombrarlos por muchas características. Todos sus discos son increíbles. Su entrega como músicos es brutal, son una banda pequeña a pesar de ya ser toda una entidad en la música pesada. Creo que la principal razón de todo esto es, sin duda, que no son sedentarios culturales.
Explico, todos sus discos tienen su impronta, sus colores y mucha de su estructura que los hace únicos. En cada disco no tienen miedo a nada, mezclan instrumentación muy ajena al ritmo, e improvisan muchísimo en cuanto a los cánones de lo supuestamente aceptable por la ortodoxia del metal, del cual soy más antagónico. Si hay algo de lo que puede sacar pecho la música pesada (con muchas excepciones, por supuesto) es de no ser conservadora o inmóvil. Su fórmula no es estática solo para vender millones y millones de canciones a nivel mundial, sin sustancia ni alma.
Hablando del disco, para una obra que siempre tiene un cuerpo enorme, las opiniones siempre son encontradas, pero nunca indiferentes. Es música que se tiene que experimentar a fondo, no de pasada ni de reojo. Exigen tiempo y atención.