El Cielo
Lolabúm
La Casa del Gato, 2016
La banda quiteña, liderada por Pedro Bonfim, liberó su disco debut, El Cielo, a principios de este año. Ya con algunos conocidos temas como “Crystal” y “Qué asco de sábado”, el álbum comprende once canciones que lo arrastran hasta casi los 40 minutos de duración. Priman en el trabajo de la disquera, La Casa del Gato, baterías muy apresuradas y guitarras que intentan seguirle el ritmo, acompañadas de líneas de bajo uniformes durante cada canción. Sumado a las letras abstractas y divertidas que nos canta Pedro, tenemos un disco muy indie rock. Animales mal disecados / qué ganas de un helado, nos dice la segunda canción del disco.
También se hace presente el amor, en ‘Ventanas’ donde de forma un poco atípica, descriptiva y narrada nos va contando lo que siente un joven por su novia. No me molestaría estar contigo por el resto de mi vida, me encantaría.
Entre quejas por un mal día, odas a la ciudad de Guayaquil y más, este disco plantea una propuesta fresca, joven —pero no ingenua—, y más que nada consciente de sí misma, que pensada con proyección a futuro podría ser de los mejores productos de exportación de la escena local.
Nuevas Ondas
1982
Independiente, 2016
De Cuenca sale una propuesta de chillwave/shoegaze llamada 1982. Y, del sello Cura Ludorum, tenemos su primer álbum, Nuevas Ondas. Se trata de un compilado de temas que mezclan sintetizadores, drum machines y guitarras fondeadas sobre una capa de voz difusa que pintan un paisaje más colorido que ambiental en si pero que no deja de sentirse ornamental. La voz matizada da ese sentimiento de new wave/shoegaze antiguo, pero los teclados que la sobreponen evocan algo de synth pop moderno. Como si Orchestral Manoeuvres In The Dark tuviera un hijo hipster con Neon Indian.
Las canciones aquí son tan fluyentes que los dos interludios no se sienten como tales, sino como dos paradas más del viaje sin tiempo al que nos invitan. Una de las mejores canciones es la que le da el nombre al disco, ‘Nuevas Ondas’, un tema que evoca ese sentimiento anacrónico que mencionaba.
Con elementos del género bien arraigados, pero sin miedo a experimentar un poco, 1982 prueba que las letras de ensueño, los paisajes musicales y los primeros exponentes de la música electrónica en los 2000 no han muerto y que ellos los tienen presentes.
